Con el establecimiento de la temporada lluviosa en nuestro país comienza a relucir el paso de ondas tropicales. Entre mayo y junio de este año ya han pasado seis. Cada año en promedio transitan entre 40 y 50 de esos disturbios sobre nuestro país, algunos casi desapercibidos y otros dejan montos de lluvia muy elevados.
Las ondas tropicales son disturbios que se forman en el oeste de África. Se trasladan en los vientos alisios sobre el océano Atlántico, ingresan al mar Caribe y suelen pasar por Venezuela, Colombia y Panamá, hasta que atraviesan el Istmo, para salir por el Pacífico donde pueden fortalecerse o disiparse.
Su paso por nuestro territorio demora entre ocho y doce horas, dependiendo de su intensidad, y siempre viajan en dirección oeste. El nivel de afectación por lluvias dependerá de otros factores como la zona de convergencia intertropical y su impacto oscila entre seis y doce horas, pero a veces la atmósfera queda inestable y los efectos perduran un poco más.
Semilla de ciclones
En algunas ocasiones las ondas llegan a desarrollarse en disturbios mayores como depresiones y tormentas tropicales, que son la antesala de los huracanes. Otras veces solo generan a su paso mucha inestabilidad y refuerzan la actividad lluviosa propia de la estación.
Son masas tan grandes que su longitud puede abarcar entre 1.500 y 3.000 km. Se desplazan a una velocidad de 5 a 10 metros por segundo. Con ese tamaño, cubren a su paso gran parte del istmo, cuya longitud desde la frontera norte de Guatemala hasta la frontera entre Panamá y Colombia es de 2.830 km en la costa del océano Pacífico.
Daniel Poleo, meteorólogo del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), afirmó que la diferencia entre una onda tropical y un ciclón radica principalmente en que las ondas no tienen un centro de baja presión (ojo), mientras que los ciclones sí.
Los vientos en una onda no son circulares como los de un ciclón, sino que mientras avanza la onda se mueven como una ola, del suroeste al noreste, de ahí su nombre.
El jefe de la Unidad de Climatología del IMN, Luis Fernando Alvarado, indicó que en el 2013 solo se formaron 29 ondas y es de los años que menos se han contabilizado. Ese año no hubo ni Fenómeno de El Niño ni de La Niña.
Durante El Niño del 2015, el número de ondas fue de 33, pero en El Niño del 2019 subió a 50, de modo que la cantidad no está en relación directa con ese disturbio climático que, dicho sea de paso, se va a consolidar a partir de julio.
En el 2020 y el 2021 hubo más de 50 ondas, mientras que el año pasado fueron 48 ondas las que atravesaron el istmo, pues la número 49 se disipó antes de llegar a Centroamérica, el 7 de noviembre.
“Es posible que El Niño afecte la intensidad de las ondas, especialmente cuando atraviesan el mar Caribe, que se vuelve muy hostil para que sobrevivan ondas y ciclones tropicales”, explicó Alvarado.