Las personas que resultaron damnificadas por la avalancha que generó destrozos en Aguas Zarcas de San Carlos denuncian que las autoridades municipales las dejaron en desamparo. Los afectados realizan labores de limpieza de escombros gracias a la colaboración de sus vecinos, que donan trabajo e incluso horas de maquinaria.
Dunia Jiménez Gómez es madre de tres menores de edad y propietaria de los locales que fueron arrasados por el barro. Desde el pasado lunes es posible encontrarla ataviada con botas de hule limpiando lo que quedó de la edificación.
Jiménez dijo a La Nación que no están recibiendo ayuda del Gobierno de la República ni de la Municipalidad de San Carlos. Ella explicó que el ayuntamiento se limitó a remover el barro y habilitar la carretera.
“Lo estamos haciendo con el bolsillo de gente que nos ha ayudado, que ha puesto máquinas. Estamos moviendo escombros y tirándolos a un lado. La alcaldesa se presentó el día después de la avalancha y luego se perdió”, aseguró Jiménez.
La Nación solicitó, la mañana del viernes 28 de julio, el criterio de la alcaldesa Karol Salas sobre el papel de la Municipalidad de San Carlos en la atención del desastre. Hasta el momento de publicación de este artículo, no se recibió respuesta.
Jiménez relató que el lunes 24 de julio, el día después del desastre, las personas damnificadas se presentaron al lugar con el objetivo de revisar los escombros e intentar rescatar algunos objetos. Pese a la fuerza de la avalancha, aún había ollas, sillas, utensilios de cocina, y hasta llantas en buen estado. Sin embargo, las autoridades les negaron esta posibilidad.
“El primer día estuvo la alcaldesa y fue un caos. No nos dejaban entrar a buscar las cosas entre los escombros. Nada más cargaban todas las cosas en la vagoneta, fue un escándalo. Todo mundo peleaba, no nos dejaron sacar nada. Uno veía los cilindros de gas, las ollas, las llantas nuevas de la llantera que había acá. Todo eso lo echaron en la vagoneta y se lo llevaron”, criticó la entrevistada.
Sin embargo, la propietaria de los locales reconoció que durante el lunes 24 y martes 25 de julio, la Comisión Nacional de Emergencia (CNE) les permitió trabajar en la recolección de escombros e incluso les ofreció la ayuda de vagonetas para trasladar las toneladas de barro al botadero, que queda a más de una hora del lugar.
“Ellos estaban bien coordinados, pusieron Fuerza Pública, cruzrojistas, de todo. Cuando llegó el presidente de la CNE (Alejandro Picado Eduarte) él nos ayudó. Él nos dejó entrar tres horas el martes a sacar cosas, se trabajó casi todo el día. Cuando llegaban las vagonetas todo mundo salía, cuando se iban, volvíamos a entrar”, recordó.
No obstante, lamentó que el miércoles 26 de julio la CNE dejó la zona a cargo de la Municipalidad de San Carlos.
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“La alcaldesa otra vez nos volvió a cerrar todo, nos mandó la policía para que no pudiéramos ni estar aquí en la parte de atrás. Todo esto lleno de policías. Como nos dejamos el teléfono de don Alejandro lo llamamos, nos solucionó y nos dejó trabajar”, explicó doña Dunia, quien atendió esta entrevista en una breve pausa de su trabajo, con manos y botas llenas de barro.
‘Tranquilos, lo peor pasó', dijeron alcaldesa y CNE previo a desastre
Nazira Quesada perdió su emprendimiento, la soda Williams, luego de que esta fuera arrastrada por la avalancha que embistió a Aguas Zarcas el domingo 23 de julio.
Tanto Jiménez como Quesada confirmaron a La Nación que la alcaldesa de San Carlos, Karol Salas, les dijo en dos ocasiones diferentes, previo al desastre, que debían estar tranquilos, que lo peor había pasado.
En el caso de Quesada, explicó que Salas visitó su soda el martes 18 de julio, el días después de que pasara por el río Aguas Zarcas una crecida con cientos de árboles.
“La alcaldesa vino y se sentó a desayunar en el negocio. Ella le dijo a mi esposo que no había ningún problema, que todo estaba bien, que lo peor ya había pasado. Aquí nadie tenía información de nada”, detalló la mujer.
Por su parte, Jiménez recordó que Salas les dijo las mismas palabras el sábado 22 de julio, un día antes de la avalancha.
“Ella misma nos lo dijo cuando le preguntamos. Estaba conmigo don Carlos, un señor que alquilaba por aquí arriba. Eso nos lo dijo el día antes, así que no tenían monitoreado el río, lo monitoreábamos más nosotros”, relató doña Dunia.
Los vecinos también criticaron que el 20 de julio, el geólogo de la CNE, Julio Madrigal, dijera a canal 7 que lo peor ya había pasado. En ese momento, Madrigal detalló que el tapón de árboles se había liberado, pero la caída de material continuaría durante algunas semanas, meses o años.
“Hay un desequilibrio en la parte hidrológica del cauce hasta la desembocadura con el río San Carlos, entonces el río tiene que buscar ese equilibrio natural. Ya por lo menos la peor situación pasó, pero si tiene que, a través del tiempo, recuperarse y lavarse hasta que llegue a un equilibrio, pero ese equilibrio puede durar bastante; no es de un día para otro”, enfatizó.
El geólogo aseguró en ese momento que había sido vital “la poca población aledaña y el respeto a las zonas de protección en las márgenes del río”.
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Quesada aseguró a este medio que la Municipalidad de San Carlos mandó a decir con una de sus funcionarias que no enviarán maquinaria municipal para colaborar con la limpieza.
“Ella dijo que nos informó a nosotros, mentiras, acá no había nadie. Aquí nadie tenía información de nada. Ella le dijo a don Alejandro Picado cosas que no eran ciertas, ella dijo a los medios que ya había ordenado que teníamos que desalojar, que por eso todo fue coordinado, todos los comercios bajaron sus cortinas y la gente se fue. Eso me indigna, porque es mentira”, reclamó la entrevistada.
Testigos entrevistados por La Nación confirmaron que la evacuación no fue ordenada, al contrario, se trató de un evento imprevisto en el cual tuvieron que dejar sus objetos tirados y correr por sus vidas.
“La alcaldesa no ha venido desde el lunes, el día que yo la confronté. Ella no nos ha dado la cara a nosotros. Nos dijo que nos iba a resolver, que iba a hacer una reunión con nosotros, y acá estamos esperando”, dijo Quesada.
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Los vecinos temen que puedan haber futuras crecidas de igual o mayor tamaño, debido a que puede haber más tierra generando presas río arriba.
Los tranquiliza levemente que la CNE les asegurara a principios de semana que ya tienen vigías inspeccionando la parte alta de la montaña.