Guanacaste
A 24 kilómetros de Santa Cruz, Guanacaste, la tormenta Nate no solo dejó comunidades inundadas y casas destruidas. También dejó hambre y aislamiento.
En Río Seco, 79 personas albergadas en la escuela del poblado amanecieron este viernes sin nada que llevarse al estómago.
De hecho, carecen de alimentos desde el jueves, cuando se les agotaron las escasas raciones de comida que les proveyó la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), el miércoles en la noche, cuando los evacuó de sus casas porque el río Nadabojo salió de su cauce producto de los fuertes aguaceros que provocó Nate.
Un equipo de La Nación que visitó el albergue temporal de Río Seco corroboró que, a las 9 a. m. de este viernes, 50 adultos no habían comido nada desde hacía varias horas por falta de víveres.
Diecinueve niños que permanecen en el albergue tuvieron la suerte de engañar a medias el hambre porque dos de los damnificados juntaron, a duras penas, ¢4.000 para comprar en una pulpería cercana un poco de café y pan.
Con preocupación, el vicepresidente de la Asociación de Desarrollo de Río Seco, Felipe Gómez Gómez, dijo a este diario que la situación de los damnificados es apremiante.
"Yo sé que esta tragedia es muy grande, pero aquí vienen (funcionarios de la CNE) apunte, apunte y apunte (listas de necesidades), pero no nos han mandado comida", lamentó Gómez, quien agregó que el miércoles fue la última vez que tuvieron contacto con la Comisión.
"Lo que tenemos es una bolsa de café, (un paquete de) pañales desechables, cuatro paquetes de espagueti, una botella de aceite y tres atunes, todo para 79 personas. Hay niños que toman leche ¿qué les vamos a dar a estos chiquitos?", se cuestionaba una de las mujeres que acudió al albergue para ayudar a los afectados por la tormenta.
Mientras tanto, otra de las asistentes esculcaba una caja de cartón de la que sacó una bolsa de un kilo de arroz, una bolsa de caracolitos y dos cajas de leche que tendrán que multiplicar para darle de comer a todos los damnificados.
Además de la escasa alimentación, la entidad les dio colchonetas para acostarse, pero no les facilitó cobijas para abrigarse en la noche.
A la falta de cobijas y alimentos se suma la ausencia de señal telefónica, lo cual les impide comunicarse con el centro de Santa Cruz en busca de asistencia y ayuda.
COMUNIDADES AISLADAS
La historia de Río Seco amenaza con repetirse en otras localidades de Guanacaste. La Nación intentó entrar a la comunidad de Cacao, pero un árbol botó el puente de hamaca que servía de única vía de acceso al poblado.
Allí permanecen aisladas unas 20 familias de las que se desconoce su situación. En total, las autoridades estiman que en Guanacaste hay 687 personas en esas mismas condiciones.
El estado de aislamiento lo empeoran cientos de árboles que cortan el paso por la carretera Santa Cruz-Filadelfia que, milagrosamente, no sufrió daños de consideración en su carpeta asfáltica a pesar del rigor con que Nate golpeó en Guanacaste.
Una suerte distinta corrieron los tendidos eléctricos y telefónicos a lo largo de esa vía. Entre Río Seco y Venado es notoria la caída de postes y cables por la precipitación de enormes ramas que cedieron a los ventoleros causados por la tormenta tropical.