El deslizamiento que el 16 de julio del año pasado generó avalanchas en San Carlos, que bajaron por el río Aguas Zarcas, es uno de los más activos del país y, en algunas secciones, se desplazó hasta 19 metros en un año.
De acuerdo con Esteban Chaves, sismólogo del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), este año se instaló una red inalámbrica de nueve nodos que permite registrar datos sísmicos.
Hasta mediados de octubre, esta red captó 1.500 microsismos entre la base y la corona de la gran masa inestable. Se trata de movimientos imperceptibles para el ser humano, pero que evidencian la gran inestabilidad de esa ladera. Según Chaves, este deslizamiento se caracterizó por su velocidad extrema, alcanzando hasta 176 km/h en algunos tramos.
La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) informó que ese es uno de los 145 puntos de deslizamientos activos en todo el territorio que mantiene en vigilancia constante. Ocurrió en la ladera noroeste del Parque Nacional Juan Castro Blanco.
Las avalanchas de material afectaron Aguas Zarcas, La Palmera y otros distritos de San Carlos, ocasionando cuantiosas pérdidas en viviendas, fincas y locales comerciales. En un área de aproximadamente 40 hectáreas, se desplazaron cerca de 10 millones de metros cúbicos de material.
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Eso motivó a instalar en Aguas Zarcas uno de los sistemas de alerta temprana más modernos, que incluye cámaras de vigilancia en el río, estación meteorológica en la cima, chats de comunicación entre lugareños, radios de comunicación, sirenas y vecinos capacitados mediante simulacros de evacuación.
Casi un millar de inspecciones
En casi diez meses transcurridos de este año, la CNE, en conjunto con los comités municipales y comunales de emergencias, ha realizado más de 950 inspecciones de monitoreo y vigilancia en zonas inestables y en todos los deslizamientos activos. La mayoría de estos se encuentran en los cantones de Puriscal y Turrialba, con 11 cada uno, seguidos por Pérez Zeledón y Aserrí, con 10 cada uno. Otros desprendimientos que se monitorean de cerca son el de La Cascabela y calle Los Mangos en Alajuelita, así como El Tablazo en Desamparados.
Los expertos de la CNE señalan que, aunque un deslizamiento de tierra puede darse en casi cualquier lugar, existen zonas con mayor probabilidad de ocurrencia, como Desamparados, Acosta, Puriscal, Los Santos, Pérez Zeledón y Turrialba. El desprendimiento más reciente es el de Ojo de Agua, en La Legua de Los Naranjos, Aserrí, donde a mediados de este mes se desprendieron aproximadamente 10 hectáreas de terreno, afectando tomas de agua y caminos, aunque sin causar daños a viviendas.
La alta concentración de lluvia en setiembre y en el presente mes —los más lluviosos del año en la mayor parte del territorio—, junto con la topografía, los movimientos sísmicos y factores humanos, como nuevos caminos y expansión urbana no planificada, son parte de lo que incide en los movimientos detectados en todos los deslizamientos monitoreados por la CNE.
Julio Madrigal, geólogo de la CNE, afirma que entre las señales previas a deslizamientos, las más evidentes son las grietas, fisuras y escalones. En zonas cercanas a los cerros, las personas detectan ruidos extraños provenientes de la montaña, como crujidos, arrastre de lodo y el sonido de troncos en los cauces. A nivel comunal, se observa el desprendimiento de tuberías en las viviendas.