Al menos diez fallas geológicas con potencial para generar terremotos atraviesan y rodean la Gran Área Metropolitana (GAM). En ese pequeño territorio, de unos 2.000 kilómetros cuadrados (el 4% del país), se concentran tres millones de personas, el 60% de la población total de Costa Rica.
Según la Red Sismológica Nacional (RSN), desde 1821 han ocurrido al menos 68 terremotos que han causado millonarias pérdidas económicas y muertes, con un promedio de uno cada tres años. Por todo este historial, y dado que los sismos todavía no se pueden predecir, los geólogos y sismólogos concentran sus esfuerzos en analizar las zonas más vulnerables, donde hay fallas con potencial para causar terremotos por encima de seis grados.
En la GAM, los especialistas han identificado diez fallas de particular cuidado: Aguacaliente (que incluye Ochomogo), Picagres, Tobosi, El Ángel, Alajuela, Río Azul, Lara, Cipreses, Navarro y la de Frailes-Pirrís-Pangolín. Todas generan sismos de poca profundidad.
Gracias a los avances de la inteligencia artificial, y los datos que suministran sismógrafos, acelerógrafos y otros instrumentos de medición, lo que sí se puede anticipar son las principales zonas que se verían afectadas en caso de un terremoto. Esto es posible al alimentar programas de cómputo con las trazas de las fallas tectónicas estudiadas por la RSN y el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori).
A través de animaciones en video ya se pueden observar los desplazamientos verticales y horizontales de un eventual sismo, así como la propagación de las ondas a través de las ciudades ubicadas dentro del rango de acción de un posible evento sísmico. El Laboratorio de Ingeniería Sísmica (LIS), adscrito a la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Costa Rica (UCR), perfecciona cada vez más las simulaciones del impacto que tendría un sismo, dependiendo de la falla que lo origine.
Este ente ha realizado simulaciones en fallas como las de Aguacaliente, Picagres, Tobosi y El Ángel, proporcionando a la Comisión Nacional de Emergencias y equipos de socorro un pronóstico sobre la amplitud que podría generar un fuerte sismo en una zona específica. Esos modelos indican las regiones de mayor sacudida y mayor daño.
Según Lepold Linkimer, de la RSN, entre las principales fallas activas que bordean la GAM, la más grande es la de Aguacaliente, que mide 70 kilómetros si se incluyen los ramales asociados, tales como las fallas de Alajuelita y Escazú. Se extiende desde Escazú hasta Santa Cruz de Turrialba y posee un segmento continuo de 26 kilómetros. Se le atribuyen al menos tres terremotos en diferentes partes de la ruptura.
Le sigue la falla de Picagres, con 30 kilómetros, que va desde Floralia de Puriscal hasta Piedras Negras de Mora, y la falla de Alajuela, con 26 kilómetros que se extienden desde Santa Bárbara de Heredia hasta Grecia.
Otra falla de 30 kilómetros es la de Lara, que va desde Ochomogo hasta el cerro Hondura en Heredia. Por su parte, la ruptura Navarro va desde Orosi al sector que está entre los volcanes Irazú y Turrialba, tiene 27 kilómetros en su tramo central y unos 70 km con los ramales. La falla Alajuela se extiende a lo largo de 20 kilómetros desde Santa Bárbara de Heredia hasta Grecia. Todas estas, junto con las de Frailes, Cipreses y Río Azul, tienen en común el potencial de generar terremotos de magnitudes entre 6 y 7, con influencia en las regiones más pobladas del país.
Cantones más vulnerables
Un trabajo del geólogo Mario Arroyo Solórzano, de la RSN, publicado el año pasado en la Revista Geológica de América Central, revela que, por la densidad poblacional y la cantidad de edificios altos, los cantones cabecera de las cuatro provincias de la GAM, junto con otros al sureste de San José, constituyen las zonas de mayor exposición y vulnerabilidad ante un sismo mayor a 6 en fallas como las de Aguacaliente, Alajuela y Jaris. Esta última dentro del complejo Frailes.
El escenario sísmico más perjudicial indica que cantones como San José, Goicoechea, Curridabat, Desamparados, Cartago y El Guarco serían los más afectados. Esto se debe a la mayor exposición de edificaciones y a la cercanía a la fuente sísmica.
GAM expuesta a fuertes sismos
Grandes y pequeñas rupturas en lupa de expertos
FUENTE: RSN || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Otro aspecto importante de la investigación señala que, si el movimiento telúrico ocurriera de noche, los daños serían de 4 a 5 veces más graves, ya que la población permanece en sus casas y dispone de menos tiempo para buscar sitios menos vulnerables.
Simulaciones realizadas por Arroyo, basadas en terremotos en países cercanos como el de El Salvador en 1986 y el de Managua, Nicaragua, en 1972, indican que un terremoto fuerte podría generar más de 7.000 muertes, casi 80.000 viviendas inhabitables y más de 300.000 personas sin hogar. El estudio se basa en programas modernos que consideran los modelos constructivos y otros parámetros actuales.
Las fallas locales analizadas por Arroyo incluyen las de Aguacaliente, Alajuela y Jaris, aunque también hay otras amenazas sísmicas que podrían afectar al Valle Central, como los terremotos entre las placas tectónicas del Coco, Caribe y Nazca, así como dentro de la losa de la placa del Coco, que se hunde bajo el país. Debajo de San José, la placa del Coco está a unos 60 kilómetros de profundidad, por lo que sismos de unos 80 km de profundidad también representan una amenaza latente.
Magnitud 6 tendría efectos devastadores
El terremoto más reciente con impacto en la GAM fue el de Cinchona, en Alajuela, el 9 de enero de 2009. Tuvo una magnitud de 6,2, su epicentro se ubicó a 4,6 kilómetros de profundidad y ocurrió a la 1:26 p. m. En esa ocasión, fallecieron 25 personas y otras 17 fueron declaradas desaparecidas.
Aunque se originó en la falla de Varablanca, al este del volcán Poás, afectó partes de la GAM, causando daños en el edificio de la Municipalidad de Alajuela, entre otros. Posterior a ese, se han registrado terremotos por subducción de placas que se sintieron en la GAM, pero sin mayores repercusiones para esta zona, como el de Nicoya el 5 de setiembre del 2012 con magnitud 7,6 y el de Golfito el 17 de agosto del 2018, con magnitud 6,2.
A pesar de los avances en inteligencia artificial aplicados a la sismología, aún es imposible predecir un terremoto, y en gran parte se debe a que los registros históricos sobre los períodos de recurrencia son muy limitados.
Lepold Linkimer señaló que hay muchas fallas y segmentos alrededor de la GAM de los que no se conocen terremotos, pero que podrían generar alguno con un fuerte impacto en el futuro. Por el momento, la falla de Alajuela, a pesar de su gran extensión, tiene poca sismicidad y no ha sido asociada con ningún evento sísmico importante. El único terremoto registrado en esa área ocurrió en Barva de Heredia en 1772, y su origen podría haber sido esa falla.
En las fallas más céntricas de la GAM, como las ramificaciones de Aguacaliente, en Escazú y Alajuelita, con solo que un sismo se aproxime a magnitud 5 podría causar la caída de objetos, vidrios rotos y personas heridas.
El tiempo de reacción que brinda el sistema de alerta temprana del Ovsicori por temblores en estas fallas es nulo para quienes viven en la GAM, pues el epicentro y la profundidad son tan cercanos a la población que las ondas sísmicas llegan primero a la gente sin dar tiempo a los instrumentos de procesarlas y enviar la alerta. En cambio, los sismos con epicentros en las zonas costeras o las franjas fronterizas brindan hasta 30 segundos de anticipación a los vecinos de la GAM.
Linkimer recordó que todos los sistemas de alerta temprana en el planeta tienen “zonas de sombra”, áreas donde, debido a la cercanía con el epicentro, es imposible alertar sobre un terremoto con suficiente antelación. Las personas perciben el sismo antes de recibir la alerta.
El experto añadió que una de las ventajas del país es contar con un código sísmico para la construcción de viviendas y edificios, además de estudios de amenaza sísmica. Esto ha permitido que, cuando ocurren terremotos, los daños sean menores, a pesar de que algunos tengan magnitudes considerables.
Las simulaciones sísmicas resultan esenciales para proteger vidas mediante la planificación futura y la identificación de zonas no aptas para construcciones residenciales. También son clave para priorizar áreas de respuesta ante emergencias y minimizar futuras pérdidas ante desastres sísmicos.
Falla de Aguacaliente destruyó Cartago
El evento histórico más destructivo y mortal registrado en la región central del país ocurrió el 4 de mayo de 1910 en Cartago, en la falla de Aguacaliente. El sismo se produjo cerca de la superficie a las 6:50 p. m., con una magnitud de 6,4, y fue percibido en todo el territorio nacional.
Se estima que murieron unas 700 personas y la ciudad de Cartago quedó devastada. Este evento dejó a miles de personas heridas, quienes fueron trasladadas en tren a los hospitales de la capital. La población total del país era de unas 400.000 personas y la densidad por kilómetro cuadrado era mucho más baja que en la actualidad.
Cartago fue impactada por dos terremotos ocurridos con 21 días de diferencia en 1910, aunque el segundo fue el más destructivo. El 13 de abril ocurrió el terremoto de El Tablazo, cerca de donde hoy está Higuito de Desamparados, tuvo una magnitud 5,8, y fue en un segmento somero de la falla Aguacaliente. A partir de ahí, en abril se registraron en Cartago al menos 40 sismos fuertes y cientos de microsismos diariamente. Muchos habitantes, por temor, dormían en tiendas de campaña o en galerones fuera de sus casas, conocidos como “tembloreras”. A pesar de esas precauciones, el terremoto del 4 de mayo causó cientos de muertes.
Otro evento sísmico, cuya falla de origen no está clara, pudo haber sido provocado por la falla de Aguacaliente o la de Navarro, otra muy activa en el extremo sur de la GAM. Este sismo ocurrió el 21 de agosto de 1951 en Orosi de Paraíso, Cartago, con una magnitud de 5,9.
Desde ese año, la falla de Aguacaliente sigue activa, pero los sismos han sido de menor magnitud, cercanos a 3, y son percibidos solo en Cartago, particularmente en El Tejar de El Guarco y zonas aledañas.
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