Agua Zarcas. La cabeza de agua que arrasó con varios negocios la tarde de este domingo, en Aguas Zarcas de San Carlos, dejó con pérdidas de ¢300 millones a la dueña de siete establecimientos comerciales.
Dunia Jiménez Gómez, vecina de la localidad, había puesto los ahorros de su vida para invertir en los locales destruidos tras las fuertes lluvias y el desprendimiento de material sobre el cauce del río en Aguas Zarcas, desastre que no dejó fallecidos ni desaparecidos, pero sí grandes daños materiales.
Jiménez, de 37 años y madre de tres hijos, relató a La Nación que desde hace 15 años empezó a construir esos locales.
“Se fue haciendo uno y otro y otro, poquito a poquito, los inquilinos algunos tenian 11 años de estar ahí, otros 12. Todo se lo llevó el río, no quedó nada. Tenía un gimnasio, cuatro sodas, una oficinita del INS, cuatro departamentos y unas bodegas”, declaró Jiménez, quien apenas hace unos días había hecho la inversión para cambiar techos en los locales.
La mujer afirmó que de momento no tiene ningún plan para levantar lo perdido, pues no podrá volver a construir a la orilla del río.
La fuerza del agua también derrumbó la Soda Williams, de Freddy Benavides, quien alquilaba ese local desde hace cinco meses. Benavides afirmó que por lo general, los domingos cerraba el negocio a las 4 p. m., pero este domingo él, su esposa y una cocinera salieron a las 3 p. m., 25 minutos antes de que ocurriera la tragedia.
“Digamos que topamos con suerte o que Dios le dijo a uno que se fuera para la casa, teníamos unos 25 minutos de haber cerrado antes de la cabeza de agua”, relató Benavides, quien afirmó que cuando volvió a su casa apenas caía una leve lluvia.
Carlos Castro Chavarría, quien vivía a la orilla del río, indicó que los vecinos y dueños de los negocios solían monitorearlo en caso de crecidas, pero este domingo la fuerza del agua se salió de control.
“Cuando ya vimos que definitivamente se salió el río, a correr todo el mundo, se puso feo feo el asunto. Estábamos los que casi siempre están ahí viendo el río, ya cuando vimos eso yo agarré a mi esposa y le dije, ¡vámonos!”, contó.
Castro y su esposa salieron en carro y poco después el río se llevó su casa y otros locales. El sancarleño afirmó que su casa quedó llena de barro hasta el techo, por lo que dio por perdidas todas sus pertenencias, incluidos los uniformes de una academia de fútbol que él dirige. Estimó sus pérdidas en al menos ¢2 millones.
A partir de ahora, afirmó, debe buscar un apartamento y empezar de cero. “No hay nada que rescatar. Se llevó la (casa) de nosotros y la de la vecina, quiere decir que no hay nada que hacer”, lamentó.