Un paredón de 30 metros de altura con respecto al nivel de la laguna caliente del volcán Poás, desapareció debido a las recientes erupciones, confirmó la Red Sismológica Nacional (RSN) de la UCR.
Este domo se había formado en 1953 y se veía desde el mirador del volcán, en medio del cráter activo.
Las erupciones que se intensificaron el Miércoles Santo falsearon primero la enorme pared y luego la lanzaron en forma de rocas en los alrededores del volcán.
Así lo explicaron ayer los vulcanólogos Mauricio Mora, de la RSN, y Javier Pacheco, del Observatorio Sismológico y Vulcanológico de Costa Rica (Ovsicori), de la UNA.
Según Mora, esa mole de magma quedó destruida en casi su totalidad y muchas de las piedras lanzadas en las erupciones corresponden a ese viejo material.
De momento se realizan mediciones con fotos viejas para calcular el volumen de esa enorme pared destruida.
“Es normal que el sistema busque abrirse. El domo era una zona de debilidad”, dijo.
Añadió que se realizan análisis químicos para ver si existe presión por algún cuerpo magmático que se haya movido en lo profundo y que eventualmente requiera abrirse paso.
Enorme piedra. Por otra parte, una piedra de gran tamaño, lanzada por una de las erupciones del volcán Poás, dejó un cráter de dos metros y quebró la tubería de agua potable que alimenta las instalaciones del parque nacional.
La roca cayó a 30 metros de uno de los senderos cercanos a la laguna Botos, que suelen recorrer los turistas, informó Redy Conejo, administrador del parque.
Esa piedra quedó enterrada a profundidad por la fuerza con la que cayó, y los guardaparques no tuvieron oportunidad de cavar para determinar su volumen debido al riesgo que hay en el lugar.
Por lo anterior, Conejo sostuvo que el acceso al coloso seguirá cerrado un buen tiempo, sin precisar cuánto.
De hecho, este domingo, a las 9:46 a. m. y a la 1:50 p. m. se registraron dos nuevas erupciones en el Poás.
La primera duró 10 minutos y generó una columna que se elevó a 500 metros de altura sobre el cráter, y la segunda duró un poco más y alcanzó los 1.000 metros de altura.
Conejo manifestó que, como la prioridad es mantener la seguridad de la vida humana, no van a exponer a turistas hasta nuevo aviso.
Además, todavía hay que hacer evaluación de la infraestructura del parque que está muy afectada. Los parqueos, los miradores y el centro de visitantes están llenos de ceniza.
Por ejemplo, se desconoce el estado de los tanques de almacenamiento de agua potable, entre otras necesidades de la gente que visita el volcán.
Según Conejo, hay elementos que no se han podido evaluar porque ni siquiera los guardaparques pueden entrar, ya que las condiciones lo impiden.
“Todo hace pensar que cuando se indique, por parte de los vulcanólogos, que el riesgo haya pasado, se debe pensar en mecanismos diferentes de atención de la visita. Hay cosas que hay que revisar antes de permitir el ingreso al público”, dijo.
Reparación. Conejo señaló que el sábado, pese a los riesgos, hubo que reparar la cañería dañada que alimenta la casa de funcionarios, la cual estaba sin agua. Esa tubería es la misma fuente que provee líquido al centro de visitantes.
El personal llevó los materiales ensamblados para solamente quitar y poner. Antes de entrar, tuvieron que comunicarlo a los expertos del Ovsicori, quienes les decían cómo estaba la sismicidad en ese momento y si se podía o no ingresar.
Una vez restablecido el tubo, los guardaparques abandonaron el sitio y volvieron a la casa de funcionarios, que está a tres kilómetros del cráter.
En esa incursión pudieron ver que el viento levanta mucho el material volcánico.
Pese a que llevaban mascarillas, lentes, cascos y demás implementos de seguridad, las expulsiones del coloso les afectaron las vías respiratorias y la garganta, por lo que este domingo se hizo el relevo de algunos funcionarios, en acatamiento a disposiciones médicas.
El Parque Nacional Volcán Poás, el más visitado del país, cuenta con 12 guardaparques, que actualmente laboran en diferentes turnos y desde la periferia velan porque nadie entre al coloso.
Además, mantienen estrecha colaboración con los comités locales de emergencias de Poás y de Alajuela, así como con la RSN, el Ovsicori y la Comisión Nacional de Emergencias.
Desde el jueves, la CNE dictó alerta informativa para siete de los 16 cantones de la provincia alajuelense.
Poca ceniza. Todavía las erupciones del Poás son principalmente de gases; por eso no hay mayores reportes de caída de ceniza ni afectación de los vuelos en las terminales aéreas.
Sin embargo, de continuar las erupciones, no se descarta que, en el futuro, la aviación se pueda ver afectada, dijo Javier Pacheco, del Ovsicori.
Alertó de que las explosiones surgen muy de repente, por lo que todavía es riesgoso el ingreso para los científicos y más aún para turistas.