La actividad humana de salir a caminar, usar el automóvil, saltar, mover objetos, correr, usar grúas y otras, genera una especie de ruido en las estaciones sísmicas, cuya merma ha sido detectada debido a la emergencia por el covid-19.
Aunque esas acciones cotidianas no tienen capacidad de generar un temblor, el vulcanólogo Marino Protti, de la Universidad Nacional, afirmó que la estación del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), ubicada en Heredia, detectó en Semana Santa el más bajo ruido ambiental.
La medición surgió como una iniciativa del geólogo, de ese Instituto, Esteban Chaves, quien aprovechó el distanciamiento social de las últimas semanas con motivo de la pandemia del covid-19, y detectó que la amplitud máxima en la deformación vertical del suelo disminuyó en 30 nanómetros el Domingo de Ramos.
Un nanómetro equivale a una mil millonésima parte de un metro y, por lo tanto, estas reducciones son imperceptibles para los humanos.
“La instrumentación sismológica moderna permite registrar con detalle, además de la ocurrencia de temblores, las vibraciones aleatorias del suelo. Esas vibraciones originadas en parte por las actividades diarias en la sociedad (fuente antropogénica), producen un campo de ondas con frecuencias de oscilación por encima de un ciclo por segundo (1 Hercio).
Los sismólogos analizan ese ruido sísmico a la hora de buscar sitios apropiados para colocar estaciones, las cuales deben estar preferiblemente el lugares alejados de esas perturbaciones del suelo.
"Nosotros tenemos que realizar análisis de ruido frecuentemente. Cuando hay demasiada actividad cerca de una estación, tenemos que cambiarla de lugar, dijo Protti.
Generalmente, el ruido sísmico causado por la acción humana produce un desplazamiento vertical máximo del suelo, imperceptible al ojo humano, pero cuantificable utilizando métodos e instrumentación sismológica.
“Cuando la actividad antropogénica se reduce, como por ejemplo durante las últimas semanas, se reduce también la deformación del suelo” dice el más reciente informe del Ovsicori, publicado el lunes 13 de abril, donde se destaca la curiosidad científica de la citada medición.
Los instrumentos pueden diferenciar entre los periodos de mucha actividad durante el día y los periodos de muy baja actividad antropogénica, durante la madrugada. Dichos aparatos generan cada tres horas los registros del desplazamiento vertical del suelo.
Antes de la pandemia se había detectado que durante los fines de semana se detectaban reducciones de hasta 0.01 micrometros (10 nanómetros) en la deformación o vibración vertical del suelo.
Zona sur con sismos más fuertes
El boletín sismotectónico del Ovsicori también revela que la zona sur, principalmente las penínsulas de Osa y de Burica, se han destacado entre las más activas del país desde el 12 de mayo del 2019.
Ese día ocurrió un sismo de magnitud 6, a la 1:24 p. m., conocido como el terremoto de Puerto Armuelles y desde entonces, han ocurrido ocho sismos con magnitudes mayores o iguales a 5.
Incluso el 26 de junio a las 11:23 p. m. ocurrió en Corredores de Puntarenas, a escasos 15 kilómetros de Puerto Armuelles, otro temblor de magnitud de 6,3.
Los ocho sismos superiores a 5 grados han sido reportados como sentidos fuertemente por los pobladores de Golfito y Corredores, así como de las regiones vecinas en Panamá.
El terremoto de Puerto Armuelles tuvo más de mil réplicas que continúan ocurriendo hasta el día de hoy, pese a que muchas no son sentidas por la población.
El último sismo sentido en esa zona fronteriza ocurrió el 12 de marzo pasado, a las 10:46 p. m. con una magnitud de 5,3 grados, generado por el proceso de subducción de la placa de Nazca por debajo de la microplaca de Panamá.
Ese temblor se ubicó unos 6 km al noreste de Puerto Armuelles, cerca de la línea fronteriza. Se sintió fuerte en Corredores y de forma leve en el Valle Central.
El informe concluye que los sismos del 12 de mayo y de 26 de junio del 2019 cambiaron la distribución de esfuerzos estáticos a lo largo de fallas cercanas y deslizaron otras, generando réplicas en algunos casos e impidiendo el deslizamiento en otras rupturas.
Marino Protti explicó que era esperable que durante muchos meses prevalezcan los fuertes sismos, pues la zona de fracturas de Panamá, origen de esos temblores, tiene esa característica.