El temblor de magnitud 4,2 sentido este lunes a las 7:06 p. m. tuvo su origen en el extremo suroeste del sistema de fallas Navarro, que mide 115 kilómetros y tiene potencial para sismos de magnitud 6,4, es decir tan destructivos como el del 2009 en Cinchona, que fue de 6,2.
Así lo explicó Lepolt Linkimer, de la Red Sismológica Nacional (RSN), quien explicó que se sintió en toda la Gran Área Metropolitana, que es la zona donde se concentra la mayor parte de la población del país, y en zonas retiradas como Turrialba, San Ramón y Parrita.
Aunque no generó daños, es el temblor más fuerte en lo que va del año en esa falla, donde hasta ahora se han registrado más de 200 sismos.
Sobre la forma brusca o de golpe en que se sintió el sismo de este lunes en el Valle Central, explicó que se debe a que cuando se está cerca del epicentro, las primeras ondas, que se mueven hacia arriba y hacia abajo, son las de mayor efecto.
En zonas retiradas, la percepción es más remecida porque llegan ondas secundarias.
El ruido que muchos escucharon es porque las ondas primarias golpean las casas y edificaciones haciendo vibrar vidrios y láminas del cielorraso que producen esos efectos.
Otro factor que contribuyó a que muchos lo sintieran fue la restricción vehícular y sanitaria dictada por la pandemia del nuevo coronavirus, que obliga a que circulen menos carros y a que la mayoría de la población esté en sus casas.
“Las medidas para mitigar la pandemia de covid-19 causaron cambios generalizados en la actividad humana, lo que condujo a una reducción de hasta un 50% en el ruido sísmico durante meses” dice la revista científica Science.
Según esa publicación, el período silencioso de ruido sísmico 2020 constituye la reducción global más larga y prominente de ruido sísmico causado por la actividad humana de la que se tienen registros.
Ha estado activa
La falla Navarro transcurre desde las faldas del volcán Turrialba, pasando por el norte del cantón del mismo nombre, hasta Paraíso, Orosi, Frailes y San Cristóbal de Desamparados. En este último punto estuvo el epicentro este lunes cuya profundidad fue de ocho kilómetros.
“Allí los enjambres sísmicos son muy frecuentes desde la década de los 80 y los temblores suelen ser de magnitudes bajas, similar a los que hemos tenido desde el fin de semana en esta zona”, dijo el científico.
En agosto de 1991, solo cuatro meses después del terremoto de Limón, ocurrió en Frailes un movimiento telúrico de magnitud 5,4 que según Linkimer, se habría originado en la misma falla del temblor del lunes.
Esa vez, el sismo produjo daños irreparables en unas 40 viviendas. El área afectada fue de aproximadamente 50 kilómetros cuadrados y las poblaciones más afectadas se localizaron en los distritos de Frailes y San Cristóbal.
Esa vez también se sintió fuerte en el centro de Desamparados, León Cortés y los distritos de Corralillo y Llano Grande de Cartago.
En Paraíso de Cartago hubo otro sismo destructivo en 1951, de magnitud 5,4 que también está relacionado con la falla Navarro y otras circundantes.
Linkimer explicó que el segmento suroeste de la falla es mucho más activo que el opuesto, donde la sismicidad es escasa.
Radiografía sísmica al instante
Una nueva sección en el sitio web del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica permite enterarse de un solo vistazo sobre la cantidad de temblores registrados en nuestro territorio, los días con más sismicidad y el total de sismos por mes.
Ese catálogo sísmico muestra en cada cuadro o casilla la cantidad diaria de sismos iguales o mayores a dos grados, por lo que a cada día del año se le asigna una casilla.
A cada uno de los 365 cuadritos se le asigna un color, dependiendo de la cantidad diaria de sismos, de modo que los días más activos se destacan del resto.
Por ejemplo, hasta el 10 de agosto pasado, las 158 estaciones del Ovsicori en todo el país había detectado un total de 7670 sismos con magnitudes entre 2 y 5.5.
Enero se muestra como el mes sísmicamente más productivo hasta el momento, con un total de 1218 eventos. Los días de mayor detección sísmica han sido el 21 de enero y el 28 de abril, con un total de 179 y 172 temblores respectivamente.
Por su parte, el mes de julio ha sido el de menos actividad sísmica, con 803 eventos.
De acuerdo con Javier Pacheco, del Ovsicori, ese instrumento es muy importante para el Código Sísmico Nacional, que se actualiza cada cinco años y define aspectos sobre las construcciones que se levantan en el país.
Dependiendo de la cantidad de sismos, su magnitud y la zona, ese código establece dónde se puede construir y dónde no, los materiales, la cantidad de pisos de las edificaciones y otros aspectos.
“Con base en esos datos acumulados, se pueden extrapolar otros sobre la probabilidad de que ocurra un temblor fuerte en una zona determinada dentro de cierta cantidad de años. Eso permite al ingeniero determinar el soporte que requiere la construcción de un hospital o un edificio público grande cuya vida útil se proyectó por 150 años o más”, dijo Pacheco.
Otra ayuda de esos catálogos tiene relación con la información que a futuro tendrán los científicos y la población sobre manifestaciones de las fallas más activas del país, a efecto de considerarlas en los códigos sísmicos y de construcción.