Luego de perderlo todo en un colapso que afectó a cinco casas, la noche de este lunes en Guararí de Heredia, algunas de las familias afectadas no solo deben preocuparse por buscar otro lugar para vivir, sino por terminar de pagar la estructura que quedó totalmente destruida por el barro.
Ese es el caso de Ericka López Julias, de 38 años, vecina de esta localidad desde hace cinco años, quien fue una de las más afectadas entre las 37 personas trasladadas a un albergue mientras se resuelve su reubicación.
“La casa se quebró en tres pedazos”, lamentó López la mañana de este martes, una vez superado el susto y agradecida de que ninguna persona resultó herida. Ella vivía allí con sus tres niños, su hermana y los tres hijos de ella.
Desde la mañana del lunes se empezaron a notar indicios del desastre, pues se escuchaban crujidos por el movimiento de la tierra. Lo que López y sus vecinos no se esperaban es que la caída de las estructuras iniciara tan pronto, por lo que no les dio tiempo de sacar sus pertenencias. Cuando el movimiento se tornó más violento, se llevó cada casa una tras otra, hasta caer al río Pirro, que pasa a unos 100 metros de donde vivía Ericka López.
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El incidente ocurrió pasadas las 8 p. m., lo que llevó al despliegue de la Unidad Canina de Bomberos, unidades de rescate avanzado y dos vehículos extintores. Asimismo, se solicitó la activación del grupo de Búsqueda y Rescate en Estructuras Colapsadas, además de una unidad extintora adicional para descartar personas lesionadas o desaparecidas.
A las 8:43 p. m., el Cuerpo de Bomberos comunicó que se logró poner a salvo a todos los afectados. Preliminarmente, se reportó el rescate de 14 adultos y seis menores de edad, y después se auxilió a otras cinco personas. Las labores de rescate se complicaron por la complejidad de la topografía; sin embargo, a las 9:13 p. m. se confirmó que no quedaba nadie en la zona.
Este martes, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) dio un saldo final de 37 personas afectadas.
“Decidimos llevar unas cuantas ropillas, pero no se pudo sacar nada, todo se perdió ahí, vino y en segundos se fue. Quedaron unas familias abajo, gracias a Dios no hay vidas perdidas”, contó la señora a La Nación.
“Ahí nadie nos regaló, compramos por un monto muy alto. Solo el que la vive, solo el que está dentro del zapato sabe lo que es, al ver que algo por lo que usted ha luchado y en segundos ya usted no tiene nada”, lamentó.
La mayoría de familias en ese lugar pagaron ¢1,6 millones por esas casas a un hombre que las construyó, en un proceso sin escrituras, ni formalidades. López y sus hijos quedaron en graves problemas económicos durante la pandemia de covid-19, cuando ella se quedó sin trabajo y sin casa porque no podía seguir pagando alquiler.
Esta necesidad la llevó endeudarse con un crédito informal, obtenido gracias a una amistad para comprar ese terreno en la ribera del río Pirro. Doña Ericka, quien es bachiller, sigue desempleada, pero eso no le ha impedido seguir agenciándoselas para cubrir la deuda. “Y aquí seguimos, se perdió la casa y seguimos pagando”, lamentó.
Ahora los afectados esperan una respuesta efectiva de las autoridades para no tener que volver al mismo sitio, e incluso López pide que el gobierno les compre un lote con una casa de bien social.
“Somos muchas mamás aquí, somos jefas de hogar, luchadoras, trabajadoras, el gobierno nos va a ayudar tres meses, pero después de los tres meses ¿qué pasa?”, se cuestionó la ama de casa.
Malos manejos de aguas y condiciones precarias
El terreno donde ocurrió el colapso fue inspeccionado este martes por funcionarios de la CNE, el Comité Municipal de Emergencias de Heredia y el Ministerio de Salud.
Si bien inicialmente las autoridades lo reportaron como un deslizamiento, Blas Sánchez Ureña, geólogo de la CNE, explicó que lo ocurrido no fue tal, sino que el deterioro de las casas, en condiciones precarias y construidas con técnicas inapropiadas, generó un efecto dominó cuando cedieron los cimientos de alguna de estas, por efecto de las lluvias.
“Hay una condición en el sitio de inestabilidad, de susceptibilidad en deslizamiento, debido a que es una zona inclinada, corresponde al cañón del rio Pirro, con malos manejos de aguas, tanto del lluvias, servidas, como negras, las cuales son descargadas directamente al terreno, generando un aumento en la saturación”, detalló Sánchez.
El geólogo señaló que no se recomienda a nadie construir de nuevo en ese terreno, y alertaron a las personas que viven cerca a estar muy vigilantes, principalmente cuando llueva intensamente, pues cualquier sonido puede indicar algún movimiento lento de la tierra y se debe tomar como señal para salir de las viviendas.
Colaboró en esta información el fotoperiodista Alonso Tenorio.