El fenómeno de El Niño, que nos acompañará en el segundo semestre del año, podría aumentar en al menos un 15% las lluvias en el Caribe. Después de una sequía meteorológica de más de nueve meses, la cual terminó en mayo, Limón se prepara para recibir precipitaciones por encima del promedio normal, mientras que el resto del país experimentará menos.
En junio, julio y agosto ocurre uno de los “picos” lluviosos que caracterizan al Caribe, cuyo clima es diferente al resto de nuestro país. El otro “pico” ocurre en noviembre, diciembre y enero. La parte norte del Caribe (isla Calero y barras del Colorado y Tortuguero) suelen ser más lluviosas que el resto del litoral. Esos “picos”, dado el efecto de El Niño, podrían ser más agresivos de lo usual.
En puerto Limón, por ejemplo, avanza a paso lento el proyecto para mitigar las históricas inundaciones que afectaban a cientos de familias durante la temporada de lluvias, muchas de las cuales debían ser evacuadas hacia albergues y sufrían grandes pérdidas debido a las crecidas de ríos y quebradas.
En otros cantones como Siquirres y Matina, se espera que nuevos diques frenen las crecidas de caudalosos ríos que arrasaban cultivos y anegaban viviendas.
Signos premonitores
Werner Stolz, director del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), anunció en marzo que el Sistema de Alerta Temprana por El Niño entró en fase de “vigilancia”, debido al inminente arribo de este fenómeno, causado por el aumento de la temperatura del mar.
En nuestro país, La Niña terminó en marzo y fue seguida por la fase neutra en la que estamos, la cual dará paso el mes entrante al fenómeno de El Niño. Sus manifestaciones anómalas se notan en la irregular llegada de la estación lluviosa, el déficit de precipitaciones en mayo y el calentamiento del océano.
En pocos días, el IMN emitirá detalles sobre la intensidad proyectada del fenómeno. Dependiendo de ello, podrían cambiar los porcentajes del exceso de lluvia esperados en el Caribe, así como la falta de precipitaciones en el resto del territorio.
El Niño Oscilación del Sur (ENOS) es un evento natural que involucra al océano y la atmósfera. Consta de tres fases que son El NIño, La Niña y fase neutra. Durante El Niño se calientan las aguas del Pacífico ecuatorial con disturbios en la presión atmosférica y del viento que varían el comportamiento del tiempo en muchas regiones del planeta.
A paso lento
En el cantón de Limón, el plan que interviene el río Limoncito, la quebrada Chocolate, el canal de Japdeva y otras acequias y ríos cercanos, comenzó en el 2016 y sufrió retrasos cuando la empresa JCB abandonó la obra debido a la detención de su dueño, el empresario Juan Carlos Bolaños, por aparentes actos de corrupción en la importación de cemento chino. Aunque esta obra debió haberse concluido hace años, se espera que se termine en junio del 2025.
Todo el plan incluye dragados, ampliación de canales, hincado de tablestacas para evitar que el agua se salga del cauce y atención en puentes locales.
El área de influencia del proyecto abarca más de 81 kilómetros cuadrados, de la cual, el 9% constituye el área urbana de barrios como La Colina, El Ceibón, El Carmen, Juan Gobán, Limoncito, Los Cocos y Cieneguita, que son los que resultan mayormente afectados por las inundaciones. Las obras también pasan por Westfalia y el área del Refugio Nacional Mixto de Vida Silvestre Limoncito, en esa misma comunidad del distrito de Matama.
En el área de influencia directa del proyecto se encuentra el 98% de la población de la cuenca, que son más de 20.000 personas. Se construyeron 15 puentes, uno de ellos ferroviario.
Canales desafían histórica evacuación
Obras terminarán en junio del 2025
FUENTE: SENARA || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Juanita Flores, actual encargada del proyecto y coordinadora de la Región Huetar Caribe del Servicio Nacional de Aguas Subterráneas, Riego y Avenamiento (Senara), expresó que ya se construyó el vertedor que desvía gran parte del agua durante las crecidas y la traslada hacia el canal de Japdeva para aliviar el centro de Limón.
Además, se ha colocado el 80% de unas piezas llamadas tablestacas, traídas de China. Estas láminas metálicas se clavan en el suelo y sirven como muro de retención, ya que detrás llevan piedras que les dan soporte. Se encuentran a lo largo del río Limoncito y en la quebrada Chocolate.
Según Flores, con las fuertes lluvias que ocurrieron durante el temporal del 2021, el municipio y los vecinos que estaban en alerta vieron cómo aumentó el caudal, pero no fue necesario evacuar a nadie en la cabecera de la provincia, lo que evidenció que el dragado de los cauces y el desvío de aguas ya comenzaban a generar beneficios.
El proyecto está a cargo del Consorcio Ajima y Mareas S. A. y tiene un costo de $23 millones, pues también contempla el remozamiento del alcantarillado sanitario, a cargo del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA). La mayoría del financiamiento proviene del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), con una contrapartida del gobierno.
Lo que falta ahora es una segunda etapa que cubra parte de la quebrada Chocolate, ya que en el río Limoncito solo quedan pequeños detalles en los drenajes, algunas tablestacas y la colocación de piedras de soporte.
Actualmente, se están procesando los carteles licitatorios para la parte final, donde también se contempla un programa de educación ambiental para los estudiantes de la zona, así como un plan para educar a los residentes sobre reciclaje y evitar que se depositen escombros en los ríos. Durante el inicio de los trabajos, se extrajeron 60 toneladas cerca del puente del barrio Envaco.
Nuevos diques
En Siquirres, en la margen derecha del río Reventazón, se ha reconstruido el dique y se han construido partes donde no existía esta barrera que canaliza el río, además de reforzar las secciones más débiles a lo largo de 15 km. También se ha construido un vertedor de 175 metros, que funciona como una válvula de alivio en caso de que los caudales superen la muralla en algún momento. Esto protege a todas las comunidades ubicadas en el lado derecho del río, como Cocal, San Alberto, Santo Domingo, Carmen y Pueblo Civil, entre otras.
Esta obra, que tuvo un costo de aproximadamente ¢2.400 millones fue financiada por el Fondo Nacional de Emergencias, beneficia a 4.500 residentes de Maryland, Vegas de Imperio, Nueva Esperanza y otros poblados, al tiempo que protege la carretera nacional que atraviesa Siquirres y que solía cerrarse repetidamente durante las inundaciones.
También estarán más protegidas las fincas de banano, plátano, abacá, pastos, cacao y tubérculos, al igual que más de 1.000 personas que trabajan en ellas y en las fincas de pastoreo cercanas. La construcción tardó un año y medio y se finalizó el 15 de febrero pasado.
Entre Matina y Siquirres, a lo largo del río Madre de Dios, el Senara también fue responsable de una obra que costó ¢1.290 millones e involucró la intervención del río Madre de Dios y la quebrada Caño Azul. Se reforzó el puente que conecta ambos cantones, en las zonas de Sahara y Pueblo Nuevo, y se fortalecieron 1.600 metros del dique.