El fenómeno de El Niño va a consolidarse a partir de julio en Costa Rica. Eso implica un giro de 180 grados en lo que respecta a las intensas lluvias que hemos experimentado con La Niña en los últimos dos años, según explicó el Instituto Meteorológico Nacional (IMN).
Werner Stolz, director del IMN, afirmó que a partir de ese mes le tocará al Caribe tener los aguaceros más fuertes, mientras que el Valle Central y el Pacífico verán una merma en las lluvias que tanto daño causaron el año pasado.
En cuanto a la temporada de huracanes del Atlántico, que va del 1.° de junio al 30 de noviembre, el científico afirmó que estará levemente por debajo de la que tuvimos el año pasado que fue de 14 ciclones con nombre.
Para este 2023 se espera que se formen 12 tormentas tropicales con nombre y que de ellas cinco alcancen la categoría de huracán. Se prevé que uno o dos afectarían nuestro país, ya que se formarían en el mar Caribe o cerca de él, pero no se puede prever si será de forma directa o indirecta.
Los tres primeros nombres asignados para las tormentas cuyos vientos asociados superen los 63 kilómentros por hora serán Arlene, Bret y Cindy.
Llegada de lluvias varía según zona
FUENTE: IMN || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
El Niño seca el Pacífico y el Valle Central
El fenómeno El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) es una anomalía de la temperatura del océano Pacífico Tropical con respecto a su promedio. Eso altera los patrones atmosféricos a escala planetaria. Ocurre entre cada dos y siete años y usualmente dura uno o dos años. El Niño es la fase cálida del ENOS y La Niña es la fase fría.
Se dice que El Niño está presente cuando la temperatura de la superficie del mar está +0.5°C por encima del promedio durante cinco meses seguidos.
Sectores como el agrícola, el de gestión del agua potable, el del nivel del agua en los lagos para la generación de energía y hasta aspectos aeroportuarios y de carreteras experimentan cambios dependiendo de si el país está bajo influencia de El Niño o La Niña.
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El 2022 fue catalogado por Werner Stolz como un año climáticamente excepcional, con lluvias por encima de lo normal en todo el Pacífico y el Valle Central, incluso con eventos extremos en lugares como Desamparados, Aserrí, León Cortés, Jacó y en varios puntos de Guanacaste y otros que ahora tendrían un leve respiro.
En cambio, para este 2023 por ahora se prevé que el Pacífico y el Valle Central van a tener un déficit del 15% en cuanto al promedio de lluvias. El IMN instaló un sistema de alerta temprana cuyo seguimiento va a advertir con avisos conforme los parámetros atmosféricos revelen variables del disturbio.
Durante algunos fenómenos intensos de El Niño, se ha llegado hasta un 35 o un 40% de déficit en las citadas regiones con fuertes impactos en agricultura y ganadería, pero otras veces el comportamiento se sale de los parámetros esperados, como ocurrió en el 2019.
Se espera que la estación lluviosa comience de forma normal en la mayoría del territorio, de modo que el 23 de abril se asentará en el Pacífico sur y será entre el 3 y el 9 de mayo en que las precipitaciones llegarán de manera simultánea al Valle Central y al Pacífico central. Las últimas zonas en recibir la estación lluviosa serán la de Guatuso, Upala y Los Chiles, entre el 11 y el 13 de mayo; así como Guanacaste, donde será entre el 29 de mayo y el 4 de junio.
Caribe más lluvioso
Después de una sequía meteorológica que ha afectado los cantones de Matina, Siquirres, Limón y Talamanca, ahora en esas regiones se esperan más aguaceros a partir de julio. Esas fuertes lluvias suelen incidir en Turrialba y los sectores al este de Cartago como Alvarado, Jiménez y Oreamuno.
Según el IMN, el aumento de precipitaciones va a depender de la intensidad que alcance el Fenómeno de El Niño a partir de su llegada, pues en ocasiones han sido débiles.
La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) va a seguir de cerca los principales cambios. Según Alejandro Picado, presidente ejecutivo de esa entidad, siempre se preparan para escenarios de fuerte impacto, principalmente en cuanto a lluvias y a los 131 deslizamientos activos y áreas susceptibles que hay en el territorio nacional.
La Unidad de Investigación y Análisis del Riesgo de la CNE, en conjunto con miembros de las comunidades, realizan una constante visitación y monitoreo a esos deslizamientos, principalmente en Puriscal, Turrialba y Pérez Zeledón.
Tiempo de limpiar cauces
Según Alejandro Picado, se trabaja con varias municipalidades en la limpieza de ríos y quebradas. El funcionario hizo un llamado a la ciudadanía para no tirar basura a las cuencas, pues a menudo encuentran llantas, muebles y electrodomésticos, entre otros desechos.
Afirmó que eso contribuye a las inundaciones, máxime en zonas como Gravilias de Desamparados, donde el sistema de alcantarillado fue superado por la expansión demográfica.
Llamó a las comunidades a organizarse con los municipios para dragar los cauces y limpiar las alcantarillas antes de que llueva.
También denunció talas ilegales de árboles, como se determinó en Jacó de Garabito el año pasado, donde los ríos arrastraron gran cantidad de troncos que bloquearon los ductos e incidieron en las inundaciones que afectaron muchas casas, fincas y la zona comercial de esa región turística.
También dijo que dos decretos de emergencia dictados en el 2021 se firmaron si contenido económico, de modo que no se pudieron hacer importantes obras en zonas devastadas principalmente de Turrialba y el Caribe.
En la actualidad están gestionando un empréstito con el Banco Centroamericano de Integración Económica para reconstruir los daños que generó la tormenta tropical Bonnie. La CNE también destinó ¢11.000 millones de su presupuesto para restaurar 25 obras importantes, entre ellas un dique en Siquirres y 18 puentes dañados en cantones como Alajuela, Grecia, Naranjo, Poás, Hojancha, Nicoya, Garabito, Aserrí y Puriscal, para beneficiar a más de 200.000 personas, muchos de ellos productores agrícolas.