El fuerte oleaje registrado el fin de semana en Caldera de Esparza, Puntarenas, arrastró piedras y escombros a la carretera principal y anegó varias casas e incluso la escuela local, que este lunes no impartió lecciones a sus 45 estudiantes.
Según Omar Lizano, oceanógrafo del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar), la altura del oleaje superó las predicciones que realizaron días atrás, cuando esa entidad advirtió de olas de 2,7 metros.
Al final, el oleaje superó los 3 metros de altura. El sitio donde las olas anegaron algunas viviendas había sido declarado inhabitable hace varios años y se encuentra cerca de la escuela de Caldera.
Dicho centro educativo tiene una orden sanitaria del Ministerio de Salud y solicitud de traslado a otro lugar, según recordó Asdrúbal Calvo Chaves, alcalde de Esparza, aunque no supo precisar desde qué fecha.
Calvo comentó que la orden de traslado está directamente relacionada con los fuertes oleajes, porque otros eventos como el registrado el domingo ya han provocado en el pasado afectaciones en ese centro educativo y en las viviendas aledañas.
La Nación solicitó al Ministerio de Educación Pública (MEP) un detalle sobre los daños provocados por el oleaje en la escuela, el estado actual de la institución y cuándo se reanudarían las clases. Al cierre de esta información, no se había recibido respuesta.
Calvo expresó que, la mañana de este lunes, personeros del ayuntamiento colaboraron con la limpieza y remoción de escombros en la escuela y que se coordinó con miembros de la Junta Educativa para acelerar el retorno a lecciones.
Al mismo tiempo, los personeros municipales realizaron una inspección en viviendas cercanas para coordinar, en caso de ser necesario, algún tipo de apoyo a las familias afectadas por parte del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS).
El mismo domingo se alertó al Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) sobre los escombros y piedras que quedaron en la vía principal, para que las cuadrillas lo atendieran cuanto antes y así evitar accidentes.
Además de Caldera, hubo oleajes extraordinarios en Palo Seco de Parrita, Dominical de Osa, Jacó, Sámara y otros puntos a lo largo de la costa.
Obras insuficientes
El Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) había colocado en los sectores inundables de Caldera unas rocas para atenuar el impacto del mar, así como un canal, que permitiera el rápido retorno al mar del agua que atraviesa la calle.
No obstante, con el tiempo se ha perdido el efecto protector, pues la fuerza del mar provoca que el oleaje sobrepase la altura de las rocas.
El alcalde recordó que unas doce familias fueron reubicadas entre el 2014 y el 2016 en una zona más segura llamada proyecto Santa Marta, pero otras estaban muy apegadas a sus casas y declinaron salir, por lo que ahora de nuevo se ven afectadas.
Según el oceanógrafo Omar Lizano, este fin de semana hubo aspectos adicionales para que los oleajes fueran más altos de lo previsto.
Por ejemplo, la temperatura superficial del océano Pacífico está más alta de lo normal debido al efecto del fenómeno de El Niño, lo cual se nota en el hecho de que las aguas de mar adquieren mayor volumen.
“Lo de Caldera se debe a que una ola levanta la otra cerca de la costa y eso hace que las aguas lleguen hasta la carretera (ruta 23) y más allá. Como a veces son seis o siete olas seguidas, se generan los anegamientos; sin embargo, a partir de este lunes los oleajes irán bajando”, sostuvo Lizano.
El especialista llamó a las autoridades a dar seguimiento a estos oleajes.
Recordó que en 1997 y 1998, durante un intenso fenómeno de El Niño, el nivel del agua aumentó más de 30 centímetros en varios cantones costeros de Puntarenas y fue cuando se formó una especie de estero que separó a Isla Damas de Parrita.
De igual forma, en el 2012 las olas botaron árboles de almendro en Caldera y dañaron electrodomésticos en varias casas, por lo que hubo que trasladar familias al albergue de Salinas. En agosto del 2017, el fuerte oleaje también afectó al menos a 27 familias.
“Sin crear alarma hay que ser responsable y decir que, dependiendo de la intensidad que presente el fenómeno de El Niño, podríamos tener más inundaciones y más erosión en la costa, por lo que hay que prepararse”, advirtió Lizano.
En Caldera, la playa ahora es más pequeña y perdió el perfil de amortiguamiento que antes tenía, pues se lavó gran parte de la arena y las olas ahora golpean con más fuerza.
Para atender la situación y prevenir futuras emergencias, Lizano sugirió construir rompeolas con piedras perpendiculares a la playa e inyectar arena, como se hizo en la construcción del muelle de APM Terminals en el Caribe.