Científicos nacionales buscan una respuesta más pronta ante las alertas volcánicas ante lo catastróficas que pueden resultar en cuanto a pérdida de vidas humanas, devastación de zonas agrícolas, daños en carreteras, afectación en la salud de la población y suspensión y alteración de vuelos, entre otros.
De acuerdo con Mauricio Mora, vulcanólgo de la Red Sismológica Nacinal (RSN), con el nuevo proyecto se busca generar un producto de análisis y que con la misma rapidez con que se localiza un temblor, se pueda identificar cambios y umbrales en los macizos volcánicos.
Las universidades de Costa Rica (UCR) y Nacional (UNA), así como el Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR) unieron esfuerzos con el apoyo del Centro Nacional de Alta Tecnología (Cenat) e investigadores internacionales a efecto de elaborar un sistema automatizado para el procesamientos de datos volcánicos.
Javier Pacheco, vulcanólogo del Ovsicori, sostuvo que un solo volcán activo puede producir hasta 1000 eventos sísmicos diarios, además de emanación de gases, lanzamiento de cenizas, erosión de sus paredes y cambios de temperatura.
Añade que ante esa multiplicidad de datos hacen falta métodos de procesamiento de la información volcánica, así como profesionales, pues no hay tiempo para el análisis detallado de esos datos.
Actualmente, entes especializados como la Red Sismológica Nacional (RSN) y el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) vigilan el comportamiento de volcanes activos como el Turrialba, Poás, Rincón de la Vieja, Arenal e Irazú, pero el personal especializado que se requiere es insuficiente para la cantidad de datos que se generan a diario.
El sistema busca alimentar un sistema de cómputo con la información que generan las estaciones colocadas en todo el país, para tener un procesamiento que ayude a traducir los datos en tiempo real y con información digerible y entendible para poder tomar decisiones inmediatas en caso de ver un cambio importante.
Actualmente los datos de las estaciones llegan a diferentes entidades y los especialistas de cada área como análisis de gases, análisis de cenizas, geólogos y vulcanólogos están dispersos, por lo que la automatización agiliza el análisis técnico de las señales volcánicas.
La RSN y el Ovsicori comparten desde hace algún tiempo información sobre volcanes, pero hacen falta métodos de procesamiento, profesionales en la materia y ayuda computacional para que esos datos tengan mayor utilidad para la toma de decisiones.
“Se contaría con gráficos y datos que estén al servicio de la población, ya que cuesta mucho que una persona común y corriente entienda una señal sísmica o un dato crudo. Lo que se busca es generar información más digerible y adaptada a las condiciones nuestras”, agregó.
El capital semilla con que arranca el proyecto es aportado por la UCR y consta de ¢10 millones, pero eso es apenas para el arranque, pues luego se espera que se puedan financiar tesis que fortalezcan la investigación, así como a quienes se dediquen al programa de cómputo.
También se espera traer especialistas de otros países. para interrelacionar proyectos y contratar asistentes para que ayuden a consolidar el plan.
Javier Pacheco, del Ovsicori, afirma que la idea es no depender de una persona que esté las 24 horas, los siete días de la semana, sino usar la inteligencia artificial para reconocer patrones que ocurren en los volcanes y dar avisos que permitan tomar acciones a tiempo.
En este momento todo se hace manualmente, por personas que revisan la información y hacen interpretaciones, pero hasta que no se junten todos los datos no se puede hacer una llamada de alerta, porque pasa mucho tiempo por ser un proceso complicado y lleno de incertidumbre.
Para salvar vidas
“Si se hace automático, las máquinas van a reconocer los patrones y mandan un mensaje a la gente encargada, que al revisar esos datos puede, a su vez, enviar una alerta a la Comisión Nacional de Emergencias o a quien corresponda para que las poblaciones cercanas a los volcanes evacúen o tomen las previsiones en caso de erupción”, dijo.
Añadió que al automatizar los procesos se subsanan falsas interpretaciones y retrasos en los procesos.
Los científicos afirman que desarrollar el sistema tomará varios años, porque en el ámbito internacional hasta ahora ninguna iniciativa trabaja de lleno con inteligencia artificial.
“Es un tema que no está desarrollado completamente en ninguna parte del mundo. Existen algunos procesos en el volcán Colima de México y en algunas islas del Caribe. Hasta cierto punto son exitosos, pero están en volcanes muy específicos y muy bien estudiados”, acotó.
Para Costa Rica el caso es diferente, porque hay volcanes que se activan de un momento a otro y no se cuenta con un registro histórico de datos que permita alimentar el sistema automatizado, como ocurre con otros muy estudiados como el Etna en Italia, el volcán de Colima en México o el Montserrat en la isla británica del mismo nombre en el Caribe.
Por ejemplo el Turrialba en Cartago, estuvo dormido más de 100 años y de pronto empezó con actividad leve en el 2009 que se acentuó a partir del 2014. El Poás, Alajuela, tenía actividad insignificante y de pronto, en abril del 2017, tuvo una actividad fuerte que obligó a cerrar ese parque nacional más de un año.
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Otros volcanes que no han tenido actividad por periodos de 500 o 1000 años, como el Barva, el Tenorio, el Miravalles y el Cacao, pero tienen potencial porque en el pasado geológico estuvieron activos, también estarán en la mira de los vulcanólogos.
Se espera determinar algún cambio importante, que permita dilucidar si en esos macizos hay indicios de entrar en actividad.
Cuanto más información se tenga de un volcán, se puede alimentar mejor la base de datos y los algoritmos, de modo que los sistemas automatizados procesan la información más fácilmente.
Por eso se trabaja con personal del Cenat, encabezados por el ingeniero eléctrico Guillermo Cornejo. Con él y otros que especialistas en algoritmos para inteligencia artificial, los vulcanólogos coordinan sobre qué es lo que se quiere, para que lo interpreten y puedan llevarlo a la práctica.
Poblados al pie de volcanes, turistas, estudiantes, vulcanólogos y guardaparques estarán más seguros ante una situación de peligro, una vez que el sistema comience a dar resultados.