Luego de 25 años de vivir en la ciudadela Calderón Muñoz, en Zapote, Gonzalo Corea ha enfrentado dos experiencias traumáticas como consecuencia de las lluvias y las inundaciones.
La peor fue el pasado lunes 26 de junio. Ese día, la violenta correntada del río Ocloro arrasó con sus muebles, electrodomésticos, ropa, alacena y alimentos, y en cuestión de minutos la destrucción se coló en otras 50 casas de ese barrio de clase media en San José.
Corea, un periodista radiofónico de 67 años, dice que la corriente se fue primero hacia unas casas al costado norte. Allí, la fuerza del agua arrancó portones, levantó pisos y dejó paredes falseadas y otros daños estructurales.
Luego, siguió como una ola que llegó hasta el resto de las viviendas, hasta alcanzar metro y medio de alto, por lo que sillones, zapatos, refrigeradoras y otros artículos flotaban dentro de los inmuebles y locales comerciales.
“En la casa solo quedaron las cuatro paredes. Hubo que botar todo lo que tocó el agua de ese río, pues está sumamente contaminado. Es una tragedia”, lamentó.
Por ahora, miembros de algunas iglesias cercanas, así como el Club de Leones y los Scouts de la zona han colaborado con víveres y artículos de aseo para comenzar la desinfección de superficies, pero para reponer muebles y electrodomésticos cada quien tiene que ingeniárselas.
Familia, amigos y conocidos son fundamentales en esta etapa, dijo Corea, quien vive con su esposa, Ana Lorena Collado, y su hija Karina, de 25 años. Para esta última, la fase posterior al impacto de la inundación es cruel, pues viene la recuperación emocional y material de los damnificados.
“La vecindad de la ciudadela Calderón Muñoz está golpeada y convertida en zona de desastre”, afirmó.
Lentitud en obras
Lo sufrido ese lunes revive el drama que ya habían enfrentado en el 2015, cuando hubo otro desbordamiento del río Ocloro, y deja en evidencia la lentitud en las obras que la Sala Constitucional ordenó en el 2016 a la Municipalidad de San José.
En aquella época, los magistrados acogieron un recurso de amparo presentado por los lugareños, quienes debieron invertir millones de colones en reparaciones y bienes, y ahora sufren otra millonaria pérdida.
De los 10 puntos que debían intervenirse en un tramo del río, con remoción de tuberías o colocación de ductos más grandes, solo tres se han completado en seis años.
“El cauce de ese río fue alterado por la Municipalidad y por una empresa cercana, ya que partieron en dos el brazo principal, y a la hora de encauzarlo no han puesto la tubería del diámetro adecuado. El río busca la salida y, al no encontrarla, colapsa”, explicó Corea.
Afirma que los arreglos han sido apenas paliativos, pues aún no se han realizado las obras que surgieron de análisis hechos por la Universidad de Costa Rica y la empresa privada DEHC, especialistas en estudios preliminares, planeamiento y diseño civil.
“Es un desacato a la orden de la Sala Constitucional y por eso vamos a insistir ante esa instancia, aunque es un proceso lento”, sostuvo el vecino.
Dijo que incluso, años atrás, el Municipio tenía pensado levantar una torre de apartamentos cerca de la industria láctea Dos Pinos, en barrio Luján, pero a raíz del recurso de amparo echaron para atrás. Afirma que eso hubiera generado más descarga de aguas en un río que tiene su cauce asfixiado.
Para Jorge May Barquero, otro vecino, de 80 años, los pocos trabajos que ha hecho la Municipalidad han sido “como botar la plata”, pues alega que nunca han funcionado. En su casa tuvo que reponer el portón, que quedó destruido.
En las horas posteriores a la emergencia del 26 de junio, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) les suministró espumas para dormir y algunos alimentos, y les dio indicaciones sobre la forma de prepararse en caso de más incidentes, pero el golpe anímico persiste.
Por ejemplo, todavía el 5 de julio Erick Araya seguía con la limpieza profunda de muebles y de un vehículo que quedó bajo el agua.
En las inundaciones del 2015, el agua había subido a un metro y las pérdidas fueron cuantiosas, pero esta vez, con 50 centímetros más en el nivel, el resultado fue más devastador.
Gonzalo Corea relata que él apenas pudo salvar la computadora principal que usa para su trabajo como periodista de una emisora por Internet, pero su estudio de grabación quedó destruido.
Algunas familias han pensado en migrar a otros sitios, y otras aceptan con resignación que deben recomenzar, pese a que la parte más fuerte de la estación lluviosa apenas se inicia y el riesgo sigue latente.
Para los que alquilan irse es más fácil, pero muchos propietarios se las ingenian para ver cómo le hacen frente a la situación.
Entubamiento cedió
El ingeniero en jefe de la Sección de Red Pluvial de la Municipalidad de San José, Manuel Ordeñana, atribuyó los daños por inundaciones en la ciudadela Calderón Muñoz a las lluvias extremas del 26 de junio, que obligaron al río a buscar una salida en la parte superior.
Afirmó que, al día siguiente, las cuadrillas quitaron el bloqueo y se localizó el punto exacto del colapso. Aunque volvió a llover, no hubo afectación pues las precipitaciones fueron menores y ahora el cauce está más despejado, ya que se eliminaron los ductos de hierro a lo largo de 52 metros, que confinaban las aguas en un diámetro de siete metros.
“Al eliminar el tubo en ese tramo, el río fluye libremente. Esto proporciona una mayor amplitud y reduce la velocidad del agua, brindando una mayor capacidad hidráulica”, explicó Ordeñana, quien estima que eso disminuye el riesgo de más inundaciones en ese sector.
Explicó que, hace aproximadamente seis años, la empresa DEHC realizó estudios hidráulicos e hidrológicos que permitieron desarrollar el plan de intervenciones, desde la ubicación de la empresa Dos Pinos, en barrio Luján, hasta el desagüe del río Ocloro en el María Aguilar. Sin embargo, no precisó cuándo se completarían todas las obras ordenadas por la Sala IV.
Para instalar nuevas tuberías en el punto de colapso, con una capacidad adecuada para eventos extremos, será necesario esperar a la estación seca, ya que las lluvias impiden que la obra se realice correctamente. La intervención tiene una duración de al menos cuatro meses.
“Estos trabajos deben llevarse a cabo anualmente, debido a que son muy costosos. La intervención es compleja porque se trata de áreas habitadas, donde las casas están pegadas al río”, agregó.
Otra de las intervenciones pendientes es en la radial de Zapote, donde el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) tendrá que colocar una alcantarilla rectangular debajo de la pista.
Además, Ordeñana mencionó que aún faltan los planos constructivos de las obras que van desde la radial al río María Aguilar. Estos estudios serán subcontratados en el transcurso de este semestre, para programar el plan de intervención municipal del próximo año.
“Dado que son proyectos tan grandes y complicados, se llevan a cabo por etapas”, puntualizó.
Antigua y circular
Esa ciudadela data de 1940, cuando las condiciones poblacionales de ese sector capitalino eran muy diferentes y la lluvia todavía se infiltraba en las zonas verdes que hoy son masas de cemento donde el agua corre por calles, caños y alcantarillas hasta los ríos, elevando su nivel con más rapidez.
Ubicada casi detrás de la Clínica Carlos Durán, la urbanización fue edificada de forma circular. Queda muy cerca de una sección donde el río Ocloro está entubado. El ducto colapsó con el tercer aguacero más intenso en lo que va del presente siglo en San José, con 104 litros de agua por metro cuadrado en cuestión de dos horas.
Es una localidad muy poblada, tranquila y con pocos problemas sociales. Está a solo 300 metros del Ministerio de Seguridad Pública y apenas a un kilómetro de la sede del MOPT o de los tribunales de la capital, de modo que hay varias oficinas en sus alrededores debido a su estratégica ubicación.
Los vecinos ahora requieren una revisión urgente del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) sobre cómo quedó la cañería de agua potable.
También necesitan que el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) revisen los cableados y acometidas de las casas, y que el Ministerio de Salud envíe personal, pues hay gente afectada con diarreas y vómitos.