Las inundaciones en la provincia de Guanacaste, provocadas por las persistentes lluvias, obligaron a evacuar a al menos 167 personas el pasado jueves. Uno de los cantones más afectados por la vaguada que atravesó el país la semana pasada fue Santa Cruz, donde en apenas unos días se registró el 75% de la lluvia prevista para todo el mes. Los ríos se desbordaron y causaron graves daños.
“Nunca en la vida habíamos enfrentado una situación como esta... jamás habíamos visto el agua llegar a esos niveles”, comentó Grettel Alfaro, una de las propietarias del hotel Diriá, ubicado en el norte de la ciudad de Santa Cruz, a pocos metros del río Diriá, uno de los afluentes que se desbordó el pasado viernes 8 de noviembre.
Alfaro, junto con sus hermanas, administra este establecimiento que pertenece a su familia desde hace más de 60 años. Aunque no se encontraba en Guanacaste en el momento de la inundación, estaba enterada de la situación climática que durante la semana azotó la provincia del Pacífico. Esa noche, antes de dormir, decidió llamar al guarda de la propiedad para asegurarse de que todo estuviera bien.
“A las 10:30 me dijo: ‘No se preocupe, vaya a dormir tranquila, el agua no ha llegado aquí’. Cinco minutos después apagué la luz y me acosté. Pero, de inmediato, me volvió a llamar: ‘Doña Grettel, se inundó. Esto es impresionante, el agua ya me llega por la rodilla’”, relató.
El hotel, con capacidad para 96 personas, estaba al 85% de su ocupación debido al Festival Internacional de las Artes que se lleva a cabo en Nicoya, Cañas, Liberia y Santa Cruz. Ante la emergencia, se activó el protocolo de alerta y se evacuó a los huéspedes.
Afortunadamente, no se registraron heridos, pero el hotel sufrió daños materiales. Se destruyeron electrodomésticos, bases de camas, lámparas y colchones. “Los colchones flotaron. Encontramos las camas completamente tendidas, pero flotando. Logramos salvar muchas cosas, pero otras ya fueron recogidas por los camiones de la municipalidad”, explicó Alfaro.
Desde esa noche, el hotel cerró sus puertas para iniciar el proceso de limpieza y restauración de los daños ocasionados por el río. Aunque la afectación material será reparada, Grettel lamenta la falta de información por parte de las autoridades, lo que les redujo el tiempo de reacción.
“Las autoridades sabían de la situación, ¿cómo es posible que no lo hayan comunicado a la sociedad civil?”, cuestionó.
A menos de tres kilómetros del Hotel Diriá, en Barrio Lajas de Santa Cruz, vive Fernando Díaz (59) desde hace 40 años. Hace 15 años su esposa, Jeanneth Ramos (61), también reside en la propiedad.
La casa está al lado del río Enmedio, uno de los afluentes que se desbordó producto de la lluvia. Desde el viernes pasado están incomunicados y no han recibido ayuda de las autoridades. Según Ramos, Cruz Roja se puso en contacto con ellos desde el sábado, pero hasta la fecha no han recibido asistencia.
“Fue todo muy rápido”, señaló Ramos. El río entró por la parte trasera de su vivienda y, en cuestión de minutos, alcanzó la entrada y el agua les cubrió las rodillas.
En horas de la noche caminaron 300 metros hasta llegar a un potrero y ahí pasaron la noche, esperando que el nivel del agua descendiera en las próximas horas.
A las 5 de la mañana regresaron a su casa y se encontraron con un panorama desolador: aún había agua y todo el interior estaba cubierto de barro. Además, perdieron el refrigerador, un congelador y los electrodomésticos de la cocina.
Desde entonces, tratan de limpiar el barro y retirar los escombros de su hogar.
Ambos concuerdan con que, pese a que viven al lado del río, esta situación fue atípica. El panorama más similar que recuerdan es el paso del huracán Otto, que azotó el norte del país en el 2016.
Solo en la noche del viernes y primeras horas del sábado, 806 personas pasaron la noche en albergues alrededor del territorio nacional a causa de los distintos disturbios atmosféricos que afectaron el país durante la semana.