El terremoto de magnitud 6,2 -que azotó nuestro país el 8 de enero del 2009 a la 1:21 p. m.- dejó una lección a los científicos, además de 25 muertos, cinco desaparecidos y daños por más de ¢280.000 millones.
Lepolt Linkimer, director de la Red Sismológica Nacional (RSN) de la Universidad de Costa Rica, indicó este jueves, vía telefónica, que cuando ocurrió el terremoto él se encontraba estudiando en Estados Unidos, por lo que no lo vivió.
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Sin embargo, los estudios posteriores y sus visitas a Cinchona constatan que la principal lección para los científicos es que un terremoto de magnitud intermedia como este, puede ser tan destructivo como uno de alta magnitud.
Añadió que, por ocurrir en una zona de altas pendientes y con bastante población, los efectos fueron notables. El terremoto tuvo una profundidad de 7,1 kilómetros y su epicentro estuvo 4 kilómetros al suroeste de la comunidad de Cinchona, en el límite entre Alajuela y Heredia, cerca del macizo del volcán Poás. Fue ocasionado por una falla local.
Tras siete años, la simicidad bajó de nuevo. Linkimer indicó que en los últimos dos años esa falla sísmica -que no tiene relación con la actividad volcánica del Poás- ha vuelto a la quietud, pese a ser una zona de muchas fallas y en la que históricamente se han registrado varios terremotos.
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Sostuvo que los deslizamientos de tierra fueron los que más daños causaron.
El gobierno de Óscar Arias (2006-2010) afrontó la emergencia que obligó a movilizar a casi 1.000 damnificados a diferentes albergues y dejó daños en infraestructura por unos ¢280.000 millones.
Devastación. Helicópteros de Colombia llegaron al país para ayudar en la búsqueda de desaparecidos. Entre las víctimas estuvieron menores como Magdalena Olivas Díaz, de 11 años y su hermana Tatiana, de 7, quienes se dedicaban a vender cajetas por las calles de la comunidad.
El terremoto se sintió fuerte en Fraijanes, Varablanca, San Miguel de Sarapiquí, Alajuela y en otras zonas del Valle Central y generó más de 170 réplicas en los primeros días.
La mayoría de las familias afectadas tuvo que dejar sus casas que todavía evidencian los efectos de la fuerza de la naturaleza. Ellos fueron trasladados a la vecina comunidad de Cariblanco, Alajuela, donde se levantó la ciudadela Nueva Cinchona.
La mayoría de vecinos recuerda con dolor la pérdida de padres, hijos, amigos y seres queridos en el terremoto más devastador en el país desde el que azotó Limón en 1991, según la RSN.
El terremoto acabó con la vida de Francisco Zamora Valerio, de 46 años, y de sus tres hijos: Francela, Daniela y Yefri, de 18, 16 y 14 años, respectivamente. Ese día Ana Cambronero, la madre de los niños y esposa de Zamora, andaba en San José consiguiendo los uniformes escolares para sus hijos. Fue la única sobreviviente de esa familia.
La soda La Estrella, donde laboraba Zamora, quedó sepultada. Cerca de ahí la fábrica El Ángel, también sufrió daños considerables y le tomó varios meses volver a sus actividades normales.
Misa en la zona del epicentro será el 13 de enero. Desde que ocurrió el terremoto, cada año la comunidad se reúne en una misa que el presbítero Sergio Valverde celebra en sufragio por los fallecidos. De igual manera Valverde, director de la Asociación Obras del Espíritu Santo, realiza una fiesta para los niños de la zona.
Este año la actividad será el miércoles 13 de enero a las 4 p. m. en Nueva Cinchona. Lo anterior porque Valverde y sus colaboradores están en Nicaragua donde el sábado tendrán una fiesta navideña para 2.000 niños pobres en el vecino país.