El distrito sancarleño de Aguas Zarcas, el mismo que el 23 de abril del 2019 sufrió una lluvia de meteoritos, se enfrenta, cuatro años después, a días de mucha incertidumbre debido a las precipitaciones que amenazan con traer desde lo alto del Parque Nacional Juan Castro Blanco toneladas de material suelto que empezaron a deslizarse desde el 14 de julio.
Esteban Chaves, vulcanólogo del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), explica que el material comenzó a caer desde el viernes 14, con desprendimientos pequeños, que quedaron registrados en los sismógrafos instalados en el cerro Platanar, a menos de cuatro kilómetros del sitio.
Esos pequeños desprendimientos duraron apenas unas decenas de segundos, comparados con el más fuerte que empezó el sábado 15 de julio a las 10:12 p. m. y duró 600 segundos; es decir, la tierra vibró 10 minutos, mientras toneladas de montaña se deslizaban. Las vibraciones generadas por el deslizamiento no fueron percibidas por la población, pues son de muy baja frecuencia.
Río Aguas Zarcas drena gran deslizamiento
Ovsicori identifica cuatro lagunas en lo alto de la zona afectada en San Carlos
FUENTE: Ovsicori || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Chaves está elaborando un artículo científico, junto con el geólogo Guillermo Alvarado Induni, sobre ese deslizamiento que, científicamente, es de mucho interés para especialistas, pues duró seis veces más que el promedio, cuando lo usual para un desprendimiento son 100 segundos como máximo.
Los vecinos descubrieron que algo grave estaba pasando hasta el lunes 17 de julio, cuando bajaron decenas de avalanchas de palos, piedras y lodo. Esa vez se atascaron cientos de troncos en la parte baja, a unos 5 kilómetros del puente de Aguas Zarcas, pero luego los aguaceros impulsaron ese represamiento hacia el río San Carlos y luego al lago de Nicaragua. Todavía este 28 de julio, cerca del puente El Botecito, en Kopper de Cutris, había una presa de palos de unos 400 metros de largo atascada en ese sector.
La afectación más grave hasta el momento ocurrió el 23 de julio, cuando, en una de las avalanchas, el río Aguas Zarcas desbordó su cauce y corrió por calle Carvajal, en Los Chiles de Aguas Zarcas y destruyó casas y comercios. Eso obligó a cerrar el paso por el puente entre Aguas Zarcas y Ciudad Quesada, hubo que suspender lecciones en varios centros educativos y extremar el monitoreo del río.
Los vulcanólogos descartan que algún temblor haya generado el deslizamiento de San Carlos, ya que ni la población ni los sismógrafos captaron ningún sismo fuerte antes del desprendimiento. Se atribuye, por ahora, a procesos erosivos muy fuertes. Aunque en la zona hay varias fallas geológicas, estas no han tenido actividad este año. El único sismo previo ocurrió a 22 kilómetros de ese punto y no tuvo fuerza suficiente para desestabilizar la corteza y originar un deslizamiento, según indica Chaves, coincidiendo con Lepold Linkimer, de la Red Sismológica Nacional.
“No podemos asociar sismos pues, de haber ocurrido alguno importante, el deslizamiento hubiera sido inmediato, pero no fue así. Desde el 2010 no hay sismos significativos”, afirmó Chaves.
Igual criterio externó el geólogo Guillermo Alvarado, quien dice que los temblores fuertes en esa zona datan de 1911, 1912 y 1955.
Volcanes milenarios
En el lugar del deslizamiento, hay volcanes milenarios como Platanar, Viejo y Porvenir que se consideran dormidos, ya que no existen estudios sobre su última actividad, la cual pudo haber ocurrido hace unos 50.000 años. También hay ocho conos piroclásticos de volcanes extintos en Aguas Zarcas, según indica Guillermo Alvarado.
Las antiguas fumarolas de esos volcanes transformaron las rocas en arcillas, lo que repercute en que durara tanto tiempo moviéndose el desprendimiento de San Carlos. En el cerro quedó un corte similar al de una gigantesca barra de mantequilla, principalmente en la parte alta. “El tipo de material juega un papel muy importante; vea que se inició el viernes y no se desprendió sino hasta el sábado”, dijo Chaves.
Deslizamientos como el de San Carlos son poco comunes en cuanto a observaciones, especialmente por la coincidencia de tener una estación sismológica a distancias tan cercanas de un evento tan grande. Aunque hubo vibraciones registradas por más de 20 minutos en los instrumentos de la Red Sismológica Nacional y del Ovsicori, el análisis posterior permitió a Chaves concluir que el principal deslizamiento duró 10 minutos.
El volumen total de material desprendido aún no se tiene, pero solo en los primeros dos kilómetros evaluados, la superficie afectada es de 70 hectáreas y el volumen desplazado es de al menos 13 millones de metros cúbicos, lo que representa tres veces el volumen del Estadio Nacional. Se estima que el desprendimiento, en algunas partes, tiene 80 metros de profundidad, respecto al terreno antes del colapso. Al parecer, será menor en volumen que el del volcán Irazú en Cartago, que fue de 25 millones de metros cúbicos.
Montaña mostró cambios
Con más de 20 años de conocer el área devastada, el geógrafo Carlos Andrés Méndez Blanco, colaborador de la Asociación Parque Nacional Juan Castro Blanco (Apanajuca), sostiene que desde hace 15 años, su padre, Freddy Méndez, alertó a la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) sobre caídas de material. En aquella ocasión, un geólogo visitó el sitio, pero afirmó que era un proceso normal y no se consideró de mayor riesgo.
Al final de su formación académica, Méndez intentó hacer su tesis sobre esos deslizamientos, pero no contó con el apoyo necesario solicitado al municipio, la CNE y empresas privadas. Ahora, varias entidades están apresurándose para instalar una estación meteorológica, realizar investigaciones a fondo y tomar mejores decisiones con base en el comportamiento de la lluvia en la parte alta de la montaña.
Menciona que, a raíz de los cambios en la cuenca, en el acueducto de Sucre, comunidad de San Carlos cercana al deslizamiento, se redujo el caudal de agua, mientras que en una embotelladora también disminuyó la fuente del líquido.
Chaves visitó días atrás el área afectada por el sector de Pozo Verde, unos senderos turísticos que ahora están cerrados hasta nuevo aviso. Más allá de las lluvias, insiste en que alguna falla geológica pudo haber generado el colapso, pero no lo tiene claro. Nunca imaginó que desde que se comenzó a notar el asunto, hace 15 años, el movimiento se acelerara tan rápido, ya que las pendientes no tenían tanta inclinación.
Hace unos cinco años, en uno de esos deslizamientos previos, le llamó la atención que la vegetación cercana se quemó por completo, debido a la concentración de azufre en la tierra.
Lagunas en lo alto
Basado en sus conocimientos de cartografía, realizó algunos cálculos para Apanajuca y concluye que la zona inestable abarca alrededor de 200 hectáreas. Habrá que esperar a que el tiempo mejore para realizar sobrevuelos que ayuden a clarificar el dato, pero las 40 hectáreas que la CNE tenía registradas actualmente ya van casi por el doble.
Sobre esa variación, el geólogo Blas Sánchez, de la CNE, dijo que las 40 hectáreas corresponden al bloque que desciende de lo alto, el cual genera una zona de arrastre al descender, que se lleva otra gran cantidad de árboles y material, de modo que esa región devastada es la que va aumentando la cantidad de hectáreas conforme se analiza la superficie arrasada.
El más reciente informe del Ovsicori indica que hay cuatro lagunas que, juntas, suman 5.430 metros cuadrados (área de una cancha de fútbol). Si las lagunas se colmatan con las lluvias de los próximos días, hay nuevos riesgos de avalanchas.
Además, determinó que el cauce del río Aguas Zarcas todavía tiene gran cantidad de árboles y lodo, lo que puede provocar un taponamiento repentino y generar nuevos flujos. Aparte de los daños en la vegetación, menciona que la fauna acuática muere por falta de oxígeno en los ríos cuando ocurre algo así. También en la zona hay monos cariblancos, jaguares y algunas dantas que ven afectado su hábitat.
Este viernes 28 de julio, los hermanos Jesús y Belfor Alfaro, vecinos de San José de la Montaña, Ciudad Quesada, subieron al lugar del deslizamiento, ya que su padre tiene una finca cercana donde suelen ayudar. Ellos vieron cambios notorios en varios puntos, como en la quebrada La Danta, cuyo cauce está lleno de sedimentos, y observan que el agua se estanca en varios lugares, lo que indica que pueden generarse flujos de lodo cuando llueva fuertemente. Advierten sobre el peligro de subir al sitio, ya que un paso en falso puede significar hundirse hasta las rodillas o hasta la cintura.