La nueva laguna que se formó entre el 18 y el 20 de enero, en el cráter del volcán Poás, es todavía muy somera, pero ya alcanza unos 15 metros en su punto más profundo.
Ese lago genera transformaciones que Eliécer Duarte, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), calificó de impresionantes.
“Las fuerzas que actúan ahí son impresionantes y uno no puede creer que un poro del planeta haga semejantes cosas”, dijo el vulcanólogo Duarte.
LEA MÁS: Lluvias forman de nuevo laguna en el cráter del Poás
Los puntos más hondos están cerca de lo que en setiembre se llamó el cono rojizo, formación que ya perdió su color y ahora es gris oscuro. En otros sectores aún es somera porque las erupciones del año pasado rellenaron mucho el suelo.
El científico, de 56 años, estuvo el 22 de enero en muy cerca del cráter del coloso y pudo realizar mediciones entre el asombro que le significó ver cómo enormes moles documentadas por él, en una visita previa, habían desaparecido.
Afirmó que grandes conos, que son como montañas de 15 metros de alto por 30 de longitud, han ido quedando bajo el agua y, por lo frágil de material que los constituye, se llegan a pulverizar y llegarán a desaparecer, como ya sucedió con algunas rocas.
“El agua y la actividad que se da ahí es capaz de ir allanando y seguramente que va a dejar todo eso plano”, dijo Duarte.
La medición de temperatura en la zona de pailas es de 54 grados Celsius, pero en otros puntos donde Duarte hizo análisis el líquido estaba a 97 grados.
También, recogió dos muestras para medir las características de la laguna, ya que ese volcán llegó a ser un ícono mundial por alcanzar grados de acidez entre 0 y 1, que solo tienen pocos sistemas hiperácidos en el planeta.
Para Duarte era previsible que la laguna volviera a formarse. “Eso es un gran indicador de que hay un balance de la energía, temperatura y presión, que hacen vislumbrar una calma como la que tuvo ese volcán por 60 años, antes del ciclo eruptivo que comenzó poco antes de la Semana Santa del 2017", indicó.
El lago es garantía de que hay una merma en las erupciones del volcán. Duarte recordó que el último periodo dramático del Poás ocurrió en la década de los 50′s y después mantuvo solo actividad menor con exhalación de gases y vapor.
El agua es un medio muy sensible y se evapora al calentarse, pero al sostenerse deja ver que todas las cavidades superiores del cráter están siendo ocupadas por lo caído de lluvias recientes y por el líquido que está en los acuíferos del cráter.
Grietas, conductos y fumarolas subacuáticas se van compactando por el sedimento que se forma en el lago.
Según el vulcanólogo, cuando hay salida vigorosa de gases, aún se escuchan a cierta distancia del cráter ruidos similares a una turbina de jet. Por la actividad energética en varias pailas se observa el reciclado de lodos y sedimentos que se levantan hasta dos metros desde su cavidad, semejando pequeños géiser.
Las múltiples fumarolas, de un color amarillo brillante, muestran temperaturas altas, abundante silbido y salida de gases y vapor, que es lo que últimamente lanza el volcán a la atmósfera.
Aunque la evolución en el Poás tiende a un escenario de más estabilidad, se guarda cautela en cuanto al ingreso. A inicios de este año el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) de ese volcán no tenía entre sus planes una reapertura a corto plazo, situación que se retomará la próxima semana.
LEA MÁS: Posibilidad de reabrir acceso al volcán Poás se desvanece por alto riesgo
Se esperaba que laguna volviera a llenarse
La laguna del Poás se secó en 1989, pero seis semanas después se volvió a llenar. Luego volvió a secarse en 1994 y también se llenó semanas después para permanecer así durante 23 años, alcanzado en enero del 2005 una profundidad de 35 metros, el máximo pico registrado.
Luego de las erupciones del 2017, el agua duró nueve meses en volver a cubrir el fondo, Lo anterior a raíz de la efusiva actividad con erupciones que incluyeron rocas, cenizas y material con magma,
LEA MÁS: Erupciones del Poás en abril tiraron bloques de 20 metros
Sin la barrera del domo
La ausencia de aquella pared enorme que estuvo por más de 60 años y desapareció en el 2017, llamada domo, podría permitir ahora un llenado máximo en el cráter durante la estación lluviosa.
Décadas atrás, la laguna se desbordaba hacia el este, pero este año podría hacerlo hacia el sur y formar un espejo de agua en todo el playón, como no se ve desde 1950, cuando el domo dividió el lago en dos y secó la parte que da con el mirador actual, explicó Duarte.
Ese desbordamiento no implica riesgos de caída de material a ríos, porque el agua quedaría en la gran cavidad actual, donde antiguamente hubo un lago.
LEA MÁS: Poás renace en la erupción
Nuevos hallazgos
- El color celeste lechoso del lago se debe a que agua y quimicos se mezcaln en el fondo
- De un cono de azufre observado en setiembre ya queda menos de la mitad
- En la zona de pailas hirvientes se escucha el silbido del volcán
- De las decenas de pequeñas fumarolas que había en el fondo inundado no hay vestigios
- De una chimenea de cuatro metros de altura, vista en setiembre pasado ya no queda nada. En su lugar solo se nota una leve celda con un mínimo de energía que mana desde ese punto
- En al menos cinco puntos calientes y una grieta humeante todo indica que el efecto de sellado del agua retira la salida de gases y vapor hacia el borde del lago, donde también se produce la formación de abundantes burbujas de azufre.
- La cavidades hirvientes muestran temperaturas de 97 °C y salida sonora y constante de vapor y gases.