Una piedra de dos metros de diámetro, lanzada por una de las erupciones del volcán Poás, quebró la tubería de agua potable que alimenta las instalaciones del parque nacional.
La roca cayó a 30 metros de uno de los senderos que suelen recorrer los turistas, informó Redy Conejo, administrador del parque.
Conejo sostuvo que el acceso al coloso seguirá cerrado debido al riesgo de más erupciones, pues hay señales de alta sismicidad según el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori).
Este domingo, a las 9:46 a. m., se registró una nueva erupción en el Poás, la cual duró 10 minutos y generó una columna que se elevó a 500 metros de altura sobre el cráter. Así lo detalló el Ovsicori.
"Mientras eso no disminuya, la decisión de cierre sigue", afirmó
Conejo dijo que la prioridad es la seguridad de la vida humana. Es posible que se repita la caída de piedras grandes como ocurrió el jueves pasado.
Además, todavía hay que hacer evaluación de la infraestructura del parque nacional, que está muy afectada. Los parqueos, miradores y el centro de visitantes están llenos de ceniza.
"Todo hace pensar de que cuando se indique, por parte de los vulcanólogos que el riesgo haya pasado, se debe pensar en mecanismos diferentes de atención de la visita. Hay cosas que hay que revisar, antes de permitir el ingreso al público", acotó.
Por ejemplo, se desconoce el estado de los tanques de almacenamiento de agua potable y otras cosas que la gente necesita cuando visita el volcán.
Asimismo, se debe velar por el funcionamiento de todos los servicios. Hay muchas cosas que no se han podido evaluar porque ni siquiera los guardaparques han podido ingresar, ya que las condiciones no lo permiten.
Conejo dijo que el sábado, pese a los riesgos, hubo que reparar un tubo dañado que alimenta la casa de funcionarios, la cual estaba sin agua. Esa tubería es la misma fuente que provee líquido al centro de visitantes.
El personal llevó los materiales ensamblados para solamente quitar y poner. Antes de entrar, tuvieron que comunicarlo a los expertos del Ovsicori, quienes les decían cómo estaba la sismicidad en ese momento y si se podía o no ingresar.
Una vez restablecido el tubo, los guardaparques abandonaron el sitio y volvieron a la casa de funcionarios que está a tres kilómetros del cráter.
Pese a que llevaban mascarillas, lentes, cascos y demás implementos de seguridad, el material volcánico les afectó las vías respiratorias y la garganta, por lo que este domingo tuvieron que hacer relevo de algunos funcionarios en acatamiento a disposiciones médicas.
En esa incursión para reparar el tubo, pudieron ver que los parqueos y zonas de uso público están cargadas de ceniza y, cuando el tiempo se torna soleado y ventoso, se levanta mucho el material.
"Eso puede afectar al visitante, que ocuparía mascarillas y lentes, primero hay que ver cómo vamos a limpiar todo eso y a esperar el criterio de los científicos que realizan el monitoreo", explicó.
Afirmó que no se puede pensar en volver a abrir hasta que todo esté listo.
LEA: Despertar del volcán Poás pone a temblar al turismo
De igual manera, hay que revisar y verificar tambien el comportamiento del agua de la laguna Botos.
El Parque Nacional Volcán Poás, el más visitado del país, cuenta con 12 guardaparques en actualmente laboran en diferentes turnos y desde la periferia velan porque nadie entre al coloso.
Además mantienen estrecha colaboración con el Comité Local de Emergencias de Poás y de Alajuela, así como con la Red Sismológica Nacional (RSN), el Ovsicori y la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), que desde el jueves dictó alerta informativa para siete de los 16 cantones alajuelenses.