El 10 de setiembre suele ser el día del año con más ciclones activos en el Atlántico y el Caribe; sin embargo, este año solo Francine, que ya se convirtió en un huracán de categoría uno, se desplazaba desde el golfo de México hacia las costas de Luisiana, en Estados Unidos.
Según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), el 87% de los huracanes de categorías 1 y 2 y el 96% de los huracanes más intensos (categorías 3, 4 y 5) ocurren entre mediados de agosto y mediados de octubre. Sin embargo, es alrededor del 10 de setiembre cuando estos fenómenos meteorológicos encuentran las condiciones perfectas para intensificarse, algo que esta vez no ha ocurrido.
Las estadísticas de la NOAA lo demuestran. En los últimos 100 años un total de 95 tormentas tropicales se formaron un 10 de setiembre, y de ese total, 55 se convirtieron en huracanes.
Sin embargo, Daniel Poleo, coordinador del Departamento de Desarrollo del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), reconoce que en la comunidad científica hay mucha incertidumbre sobre la actual temporada de huracanes. “Estamos muy por debajo de lo normal, pues solo tenemos un ciclón bastante débil, Francine, que posiblemente se debilite cuando ingrese a México y Estados Unidos y una depresión tropical que está muy al este”, sostuvo.
Hace un año, para estas fechas ya se habían formado 12 ciclones (siete tormentas tropicales y cinco huracanes), en cambio, hasta este jueves apenas se contabilizan 7 ciclones: tres tormentas, cuatro huracanes y una depresión tropical.
Por ahora el Centro Nacional de Huracanes solo sigue de cerca la depresión tropical que se formó este miércoles y que podría desarrollarse como la tormenta tropical Gordon este jueves. Ese ciclón menor está muy lejos de nuestro continente y se mueve hacia el noroeste, por lo que no se prevé que afecte al istmo centroamericano. Por su parte, se prevé que el huracán Francine perderá fuerza al tocar tierra este miércoles en Luisiana, EE.UU. De esta manera, al llegar al punto estadístico más alto de la actividad ciclónica, la temporada actual es aún menos activa que la del año pasado.
El impacto de la oscilación del sur
Esto llama la atención porque hace un año teníamos más ciclones pese a que estábamos bajo la influencia de la versión cálida del Fenómeno El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), la cual genera menos ciclones que su fase fría, conocida como La Niña. Actualmente, el planeta está en una fase neutra, pues se prevé que La Niña se establecerá entre noviembre y diciembre, tres meses después de las proyecciones iniciales.
Una posibilidad, ante la tardía llegada de La Niña, es que las lluvias tarden más en desaparecer este año e incluso que noviembre sea más activo en cuanto a la formación de ciclones, algo inusual para ese mes. Aún así, el huracán Otto, que en 2016 afectó directamente a nuestro país, nos golpeó un 24 de noviembre.
En una publicación de The New York Times, Phil Klotzbach, un investigador de la actividad de huracanes en la Universidad Estatal de Colorado, dice que un período de calma tan significativo no se ha visto durante esta parte de la temporada desde 1968.
El equipo de Klotzbach predijo en abril que habría 23 tormentas con nombre este año, lo mismo vaticinaron docenas de instituciones metrológicas privadas, académicas y gubernamentales, incluida la NOAA, que también predijo una temporada hiperactiva.
El IMN, basado en criterios de agencias internacionales y parámetros locales, predijo para este año entre 18 y 21 eventos, pero hasta ahora se han consolidado solo siete y es poco probable que se formen 12 o más en lo que resta de la temporada que comenzó el 1.° de junio y usualmente termina el 30 de noviembre. Hasta el momento, ninguno ha tenido repercusión en nuestro territorio. La duda ahora es si el pronóstico emitido en marzo fue exagerado o si lo peor puede estar aún por venir.
La primera fase de un ciclón se denomina depresión tropical y surge cuando los vientos asociados del disturbio rondan los 60 kilómetros por hora, en ese momento solo se les asigna un número, pero cuando los vientos alcanzan entre 63 y 118 km/h el ciclón pasa a la categoría de tormenta tropical y se le asigna un nombre previamente establecido por el Centro Nacional de Huracanes. Después de 199 km/h en sus vientos asociados, el fenómeno meteorológico se constituye en un huracán con el mismo nombre que tenía en su fase de tormenta tropical.
Según Poleo, al haber menos huracanes, tenemos una época lluviosa con menos precipitaciones de lo normal. Hasta el momento los aguaceros no son intensos ni generalizados como en otras ocasiones. También les llama la atención que el Caribe ha tenido muy poca lluvia, lo mismo que la zona de San Carlos y Sarapiquí, lugares hacia donde se ha extendido lo que el IMN denomina sequía meteorológica. Es decir, el Caribe viene desde el año pasado con menos precipitaciones, y la zona norte lleva más de tres meses en la misma condición.
En este inicio de mes no han ocurrido lluvias todos los días, contrario a lo que se espera para setiembre, el mes más lluvioso en el Valle Central. En el Pacífico, octubre es el mes más lluvioso, y setiembre es el segundo con más precipitaciones. Los ríos todavía no se han saturado, lo cual es un parámetro importante que utiliza la Comisión Nacional de Emergencias para la declaración de alertas por lluvias. Este mes, esa entidad no ha emitido ninguna.
Hasta ahora, el día más lluvioso del mes en el Valle Central fue el sábado pasado; sin embargo, como los fuertes aguaceros ocurrieron solo ese día y no han sido de forma repetida, las cuencas han asimilado el agua sin saturarse. Esta condición también afecta a los embalses de plantas hidroeléctricas, que apenas han logrado recuperarse, luego de que en mayo el Instituto Costarricense de Electricidad estuvo a punto de realizar apagones debido al bajo nivel.
Los ríos navegables, como el Tortuguero, el Pacuare y otros del Caribe, también resienten los bajos niveles, lo que impacta en las actividades turísticas a través de los canales, así como el rafting en ríos como el Pacuare y Reventazón. En localidades de Oreamuno, Pacayas y Cot de Cartago el sector agropecuario resiente la merma de lluvias pues repercute en los cuidados que requieren los cultivos, el tiempo de cosechar y el tamaño del producto.
De acuerdo con Poleo, se prevé que a partir del 15 de setiembre las condiciones se tornen más lluviosas en relación con lo que hemos visto hasta ahora, pero el Caribe seguirá muy seco.
Agregó que ni el huracán Francine, que se formó en el golfo de México, ni la tormenta que podría formarse en el Atlántico a partir de la sétima depresión tropical, ejercerán influencia alguna en nuestro país pues están muy lejos.