Ríos de agua caliente, con temperaturas que oscilan entre los 65 y 90 grados Celsius, surgieron en cuatro lugares de la pared este del volcán Poás, causando sorpresa en los vulcanólogos, quienes estiman que esto podría significar un reajuste en el sistema hidrogeológico interno del coloso, luego del violento ciclo eruptivo que empezó en abril del 2017 y disminuyó al año siguiente.
Durante una visita al cráter, que hicieron durante los primeros días de marzo, especialistas de la organización Volcanes Sin Fronteras detectaron que aumentó el surgimiento de campos fumarólicos, hecho que igualmente se presenta en la pared este del cráter activo.
El vulcanólogo Gino González Ilama, quien dirigió el trabajo en el campo, explicó: “Se ha incrementado la extensión del campo fumarólico con una alta emisión de gases, con sonido tipo ‘jet’ y con temperatura máxima de 120 °C.
“Las fumarolas están ubicadas en donde antiguamente se conoció como Fumarolas Naranja; otras con una temperatura de 95 °C, están donde estaba el campo Fumarolas Jurgen y unas en la base de la primera terraza, a una altura de 150 m por encima del borde del cráter, que tienen una baja emisión y la temperatura es baja, de unos 100 °C, que se llaman Fumarolas Terrazas.
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“Asimismo, se detectaron cuatro grandes nuevas fuentes de aguas termales con temperatura entre los 65-90 °C, que desembocan en la laguna caliente, todas las cuales se ubican al sector este. Las de mayor temperatura están donde salen las Fumarolas Jurgen. Los ríos de mayor caudal se localizan en la base de las coladas de lava del sector este. Luego, hay un tercer grupo cercano a las Fumarolas Camino Largo y el último grupo en el sector de Fumarolas Naranja”.
Gino González añadió que la laguna caliente continúa aumentando su nivel, pues al compararla con una visita anterior, realizada en marzo del 2021, subió tres metros. “Este aumento del volumen del lago fue acompañado de una disminución de su temperatura, la cual pasó de 46 a 36 °C”, señaló el experto, quien también forma parte del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia.
Siempre en evolución
El Poás es uno de los volcanes más activos del país y el último período eruptivo fuerte comenzó el miércoles 12 de abril del 2017 cuando, durante la noche, lanzó rocas y ceniza que cayeron en los alrededores del Parque Nacional, incluida la zona de visitantes. Luego, el viernes 14 de abril hizo la erupción más severa cuando la pluma superó los tres kilómetros de altura.
Esa actividad provocó que se suspendiera el acceso al parque durante 16 meses y no fue hasta agosto del 2018 que el parque reabrió sus puertas. Desde ese momento, el volcán ha tenido muy poca actividad.
Debido a las erupciones, la laguna caliente se secó en junio del 2017. Empero, después del 2019 comenzó a llenarse al tiempo que se ensanchó debido a la desaparición del domo. En algunos tramos llega hasta unos 30 metros de profundidad. El lago tiene una temperatura de 36 °C. En febrero pasado en una medición hecha por especialistas del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) era de 40 °C.
Para los expertos de Volcanes sin Fronteras, posiblemente esa laguna es alimentada por remanentes de los gases del cuerpo magmático, el mismo que originó las expulsiones del año 2017. A esa conclusión se llegó luego de detectar dióxido de azufre en el fondo del cráter, hecho que demuestra que el sistema hidrotermal es alimentado por gases provenientes del magma.
“Al disminuir la presión de las fumarolas principales, se da el incremento del agua en el lago y esto provoca que se invadan campos aledaños como son los sitios donde están las fumarolas. Se producen condensaciones a lo interno, que es lo que forma estas nuevas fuentes de aguas termales, así como la expansión de fumarolas a zonas más altas como es el caso de la Fumarola Naranja o inclusive en el campo Fumarolas Terrazas. Esta actividad podría ser el reajuste del sistema de acuíferos calientes”, explicó Gino González.
El vulcanólogo recordó que cambios similares se han observado en otros sistemas volcánicos similares al del Poás, como es el volcán El Chichón, en México, luego de una erupción de 1982. Por esa razón, dijo, durante la visita se tomaron muestras del agua para ser analizadas en el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología en Italia. El resultado estará dentro de unos tres meses.
“Es fundamental continuar con el monitoreo para ver la evolución de esta actividad y, en el caso de que comience a observarse una disminución de estas nuevas fuentes hidrotermales, eso podría significar un posible incremento en la actividad del volcán que podría desencadenar nuevas erupciones”, señaló el especialista.
El vulcanólogo Javier Pacheco, del Ovsicori, recientemente dijo que el Poás siempre tiene signos de acción, a diferencia de otros como el Irazú y el Turrialba, que suelen pasar largos periodos sin actividad. “No está apagado, pero su actividad es moderada”, añadió.
En la actualidad, los sismógrafos no registran erupciones ni tremor volcánico, pero sí continúan numerosos sismos de baja amplitud.