Alejandro Picado, presidente de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), apenas “puso el pie en el estribo” al asumir el cargo cuando los deslizamientos, inundaciones, paso de ondas tropicales y la tormenta tropical Bonnie lo recibieron de lleno.
Esas emergencias no son nuevas para el funcionario, quien desde el 2009 fue parte del Centro de Operaciones de Emergencias del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), por lo que desde entonces ha estado de cerca en terremotos como el de Cinchona y el de Nicoya, el huracán Otto, la tormenta tropical Nate y también en la atención de la pandemia.
A sabiendas de que vivimos en un país con amenazas múltiples, el funcionario llama a cada ciudadano a tomarse en serio la tarea de identificar los riesgos del entorno y a estar listos para actuar ante un evento extremo, pues eso puede salvar su vida y la de su familia.
Desde el ente rector en materia de emergencias nacionales, Picado tiene como prioridad fortalecer los sistemas de gestión del riesgo, para llegar hasta las instituciones estatales, municipios y la ciudadanía en general, con el fin de prevenir de forma más eficiente y atender mejor los desastres y emergencias a las que está expuesto un país multiamenaza como el nuestro. Así lo dijo en una entrevista con la sección de Sucesos de La Nación.
– ¿Cuál será la marca de su gestión ?
– Necesitamos meterle mucho trabajo al sistema nacional de gestión de riesgo. La constitución de una oficina funcional para poder articular a través de esa dependencia todo el esquema de trabajo que nosotros tenemos, por ejemplo la cooperación internacional, la capacitación, la inducción, las mejores prácticas. El sello que yo quiero es un sistema nacional de gestión de riesgo muy fortalecido y que las instituciones del Estado tengan oficinas en este campo funcionando como se debe, como un ajito.
– ¿Cómo busca lograrlo?
– Estableciendo un hilo conductor a través del plan estratégico de la CNE para que todos sepamos adónde vamos dentro de cuatro años y saber por qué queremos llegar ahí. Que si me acerco, por ejemplo, al comité municipal de Matina para pedirle algo, sepan que la idea es darles una mejor capacidad de respuesta.
“Hay mucha oferta de cooperación internacional y quiero dirigirla a fortalecer las capacidades de la sociedad civil organizada. Lamentablemente, si no hay un hilo conductor, los conocimientos no llegan a las bases. Por eso insisto en un plan estratégico para permear todas las comunidades. Este reto para mí significa mucho porque luego de haber visto cosas que se podían mejorar, ahora llego a “ponerme un sombrero” con suficiente experiencia para dejar una huella en la CNE”.
– ¿Cuál desastre específico le marcó?
– En el terremoto de Cinchona, hubo lecciones aprendidas de la gente organizándose entre sí para cruzar la montaña. Tenían que irse entre las fincas, porque la calle ya no existía. Caminaron incluso de noche. Se organizaban entre sí para cruzar. Yo lo viví desde el ICE. Siempre hay personas que tienen esos liderazgos.
“No me imagino el nivel de ansiedad que esas personas tuvieron que haber pasado entre potreros, con un líder que salió ahí para guiarlos, sabiendo que se había derrumbado todo. Cuando sucede una emergencia los primeros en responder son quienes habitan en el lugar del impacto.
“Creo que la sociedad civil tiene que apropiarse de este tema. Los integrantes de Bomberos, Fuerza Pública y Cruz Roja saben muy bien lo que les toca, pero la población no. Nuestro objetivo es llegarles para que sepan lo que les corresponde.
– ¿Usted coordinó la sala de análisis por la covid-19, cómo atendería un eventual recrudecimiento?
– Sobre el covid-19, coordiné esa sala de análisis por dos años y eso me dio experiencia en el gerenciamiento de esa instancia técnica con expertos que apoyaban la toma de decisiones operativas y estratégicas.
“Sobre una eventual nueva ola, tenemos muy buena relación con autoridades de la Caja, el Ministerio de Salud. Si surge algo en que poner atención, eso hace que el nivel de éxito sea mayor.
“La Caja sufrió un duro golpe (por hackeo) y entendemos que el manejo de la información ha sido complejo por ahora, pero la coordinación que tengo con los jerarcas permite estar al tanto y alertar si hay que tomar una decisión específica.
– ¿Cómo busca mejorar la coordinación?
– Tenemos que cambiar ese paradigma de datos planos y que más bien los técnicos digan qué significan y cuáles son los escenarios futuros, para tomar decisiones oportunas.
“Eso lo vemos en la sala de situación nacional. Por ejemplo en el tema covid, se ven los fallecidos, mezclado con la ocupación hospitalaria, movilidad, zonas de mayor afectación y otras variables. Eso da un escenario de corto, mediano y largo plazo. Es lo mismo para cualquier amenaza.
– ¿Cuál es la ventaja de un barrio organizado?
– “Esto es muy parecido a lo que sucede con una selección de fútbol, se entrena se prepara y se le dice a la gente cuáles son las amenazas específicas en el lugar dónde viven, para que en caso de que llegue a materializarse alguna, sepan cómo actuar.
– Actualmente la información ahora llega al instante y por muchas vías, ¿cómo afecta eso?
– Creo que se debe esperar la evolución de los sistemas. Tener capacidad de espera con los entes técnicos científicos, pues es el análisis de los datos es el que habla. Hay información que no es necesaria para la comunidad en general, pues puede generar pánico. La población puede conocer algunas cosas, pero hay elementos que solo son para tomadores de decisiones estratégicas, otros para la gente de operaciones, pues la información en diferentes niveles puede ser interpretada bien o mal.
“Por ejemplo, cada año tenemos un promedio de 50 ondas tropicales que pasan por el país. Algunas causan muchos daños, pero otras no. Puede ser que nos acostumbremos tanto a ellas que les perdamos el miedo. Por eso. el manejo debe ser muy cuidadoso, porque puede ser que cuando necesitemos informar sobre algo de riesgo, la gente no le preste la atención debida.
“Antes no existía la tecnología de hoy y los encargados del IMN no salían tanto en televisión, de modo que para nuestros antepasados eso era solo un “temporal”. Nadie se preocupaba tanto, todo mundo se quedaba arrollado en su cama, la gente tomaba sopas en sus casas y de los daños muchas veces ni se daban cuenta”.
– ¿Considera que el país responde bien ante eventos extremos ?
Me parece que el sistema nacional, pese a que tiene oportunidades de mejora importantes, es uno de los más fortalecidos de Centroamérica. Por ejemplo, después del huracán Otto, en el 2016, duramos 24 horas en restablecer más de 100.000 servicios básicos.
“El sistema nuestro está diseñado para que la misma gente se empodere y aplique procedimientos locales, comunales, municipales y regionales.
“Aún tenemos una gran tarea como país que es fortalecer las capacidades de ordenamiento territorial.
“Todavía, al pasar por muchos lados, vemos una casa desde la carretera, pero detrás hay cinco viviendas más hasta llegar al río, muchas veces son de familiares entre sí.
“Esto es muy triste y lamentable, porque atañe a la conciencia. Como no me ven construir, entonces yo puedo seguir. Es como el que lleva el carro a la revisión técnica con unas llantas prestadas para pasar la prueba y luego de eso las devuelve y le pone al carro las que tenía, Al final del cuentas lo que está en juego es la seguridad de mi familia. Pueda que un río dure 50 años sin desbordarse, pero cuando eso ocurre se lleva todo.
“Esas personas requieren abordaje integral. La gente suele pensar que es culpa de la CNE, pero las municipalidades son autónomas en lo que permiten y lo que no. Hay que hacer un gran esfuerzo para contar con mapas de ordenamiento.
“En Guatemala y otros países uno ve muchas montañas pobladas, eso genera un golpe visual, pues ya no existe lo verde de los cerros, sino puras casitas. Nosotros por lo menos hemos tenido políticas públicas orientadas a la protección ambiental y a impedir eso, para proteger acuíferos.
– En Alajuela hubo un deslizamiento y desalojo, pero al vencer los tres meses que el IMAS ayuda a los damnificados, regresaron al sitio, ¿cómo coordinar mejor?
–La gestión tiene que ser de trabajo conjunto con municipios y otros entes, para evitar situaciones de riesgo antes de que todo empeore. Necesitamos anticiparnos. Por ejemplo, en Caldera sube la marea todos los años y aún viven personas en casas que se inundan. Hay situaciones en que se aprende a vivir con un riesgo y eso puede cobrar vidas humanas.
“Mientras se corrigen esas falencias, se debe trabajar sistemas de alerta temprana, con cámaras y otros elementos, para proteger a quienes viven en condiciones de riesgo.
–¿Nota un cambio, un antes y un después sobre todo en cómo se prepara la gente después de un desastre ?
–Yo creo que sí. Por ejemplo el terremoto de Cinchona marca un antes y un después. Fue un hito y no se le olvida a la gente, pero hay casos que terminan casi borrándose en la memoria, como el terremoto de Limón en 1991. Por la tecnología de la época, tuvo una cobertura moderada para la clase de evento que fue.
“Con inundaciones como la de Upala por el huracán Otto, ¿falló la alerta temprana sobre inundaciones del río Zapote?
– Otto fue algo nuevo para la presente generación. Incluso los equipos de respuesta querían entrar sin saber que aún faltaba el paso de más ondas de viento que venían atrás. Eso hubiera sido más grave. Entonces se dijo, nadie entra hasta que pase todo. No es que las cosas se hicieron mal, sino que actuamos de acuerdo con la experiencia que en ese momento se tenía.
“Gracias al huracán Otto, las generaciones futuras saben que otro así de fuerte puede golpearnos, pues ya hay un antecedente registrado y eso permite una mejor toma de decisiones para proteger vidas.
“Japón es un ejemplo de eso. En el tsunami del 2011 la naturaleza sobrepasó los diques que protegían la planta nuclear. Vemos como un país del primer mundo, con dinero y científicos de renombre, fue sorprendido por ese desastre natural.
– Vecinos de la urbanización Valladolid esperan respuesta por deslizamientos que los tienen en condiciones vulnerables ¿Qué respuesta les damos?
– Yo creo que aquí entra mucho el tema municipal, el gobierno local, me parece que nosotros tenemos un rol de acompañamiento a ese gobierno local. Estamos en la mejor disposición de apoyar y lo teníamos en la hoja de trabajo, pero tuvimos que declarar infructuosa la contratación para las obras de estabilización y ahora debo consultar qué sigue a mi equipo de trabajo para poder brindar una respuesta.
– De surgir más deslizamientos como el del cerro Nara en Tarrazú, Chánguena o Arancibia. ¿ hay algún criterio que determine cuál se atiende primero ?
– Yo creo que tiene mucho que ver con el tema de las vidas humanas que hay alrededor de los deslizamientos, Arancibia fue uno de los que primero al día siguiente ya estaban ahí nuestro geólogos. Yo creo que el nivel de prioridad va en función de la exposición de vidas humanas. Por ejemplo el seguimiento en las montañas de Escazú y de Alajuelita es permanente, más detallado y más constante.
– ¿Cómo encuentra el enlace con las comunidades ?
– Tenemos más de 500 radios distribuidos con personas voluntarias en diferentes zonas vulnerables. Están en monitoreo permanente y avisan si hay deslizamientos, lluvias fuertes, actividad de volcanes o cualquier tipo de amenaza. Esos avisos llegan a la central de la CNE, que recibe reportes las 24 horas, los 365 días del año.
– ¿Hay algunos barrios más organizados ?
– Escazú tiene uno de los mejores comités municipales de emergencias. Esos entes son los brazos extendidos de la Comisión y vienen desarrollando capacidades de respuesta importantes. Algunos han fortalecido las capacidades de respuesta, en otros falta mucho por hacer.
–¿Con qué palabra define su objetivo en la CNE?
– Innovación. Ahorita tenemos mucha facilidad para generar herramientas informáticas, sistematizar la gestión, poderla emular en aplicaciones (APP) que faciliten la toma de decisiones.
“Por ejemplo, en el Centro de Operaciones de Emergencia (COE), convergen todas las instancias de coordinación y ahí revisamos los informes de afectación en acueductos, sistema eléctrico, albergues, agro, caminos. Deberíamos cargar ahí las estrategias de recuperación, decir cuántos recursos estamos asignando y en cuánto tiempo esperamos rehabilitar ciertos servicios. Eso debería visualizarse de manera inmediata en una APP, que le llegue a los encargados de tomar decisiones durante un desastre.
– ¿Cómo están las finanzas de la Comisión?
– Están bien. El fondo de emergencias tiene una parte específica para la atención de cualquier evento que se que se pueda suscitar. En este momento tiene los recursos para ello.
Colaboraron Vanessa Loaiza, Eillyn Jiménez y Yeryis Salas.