La enorme energía acumulada en una falla ubicada entre bahía Drake y la isla del Caño, por debajo de la península de Osa, indica que en muy pocos años podría ocurrir un sismo con magnitud igual o superior a 7. La zona tiene el potencial para producir esos eventos con una periodicidad de aproximadamente 40 años. El último ocurrió hace 39 años, el 2 de abril de 1983, con una magnitud 7,4.
Semejante deslizamiento tendría repercusiones en toda la geografía, como ocurrió en el Sábado Santo de 1983. Aunque esos ciclos no son exactos, se estima que pueden darse tres años antes, o tres después del periodo de retorno calculado.
El terremoto de Semana Santa tuvo el epicentro 15 kilómetros al noreste de Golfito y dejó daños en casas, puentes y carreteras. En el Valle Central, fue percibido con una intensidad de 6. El ciclo anterior de ese terremoto ocurrió el del 5 de diciembre de 1941 con una magnitud de 7,5 y, antes de ese, hubo otro el 20 de diciembre de 1904, con una magnitud de 7,7. Otro más, del cual se tienen registros, ocurrió en 1853.
Un terremoto en la zona sur podría activar otras fallas locales o distantes, muchas de ellas todavía sin identificar. De hecho, tres meses después del terremoto en Golfito, ocurrió otro sismo de 5,5 grados, con epicentro en División de Pérez Zeledón. Fue registrado el el 3 de julio de 1983, dejó un muerto y 500 damnificados.
Lo que ocurre en la península de Osa
En la península de Osa, la placa del Coco se subduce bajo la microplaca de Panamá. Como parte de ese proceso, a 13 kilómetros de profundidad, una de las placas empuja hacia la corteza superior a un ritmo de siete centímetros por año, explica el más reciente informe sismológico del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), de la Universidad Nacional (UNA).
A lo largo de los 40 años que tarda el periodo de recurrencia después de cada terremoto, esos siete centímetros anuales se transforman en un empuje cercano a 2,8 metros.
Marino Protti, sismólogo del Ovsicori, explicó que la velocidad de choque entre placas bajo la península de Osa se considera a nivel mundial como un desplazamiento rápido. “Mientras no haya un desplazamiento súbito, eso se va acumulando; sin embargo, suelen ocurrir deslizamientos lentos que contribuyen a liberar parte de esa convergencia. No obstante, siempre quedan dos o tres metros, que se deslizarían en lo profundo cuando ocurra el terremoto de ese ciclo sísmico”, explicó.
La capacidad de una falla para producir sismos débiles, moderados o terremotos dependerá de su capacidad para bloquearse.
Falla débiles, poco bloqueadas o con un acoplamiento débil (menos de 50%), como la zona de subducción del Pacífico Central entre las penínsulas de Nicoya y Osa, producen sismicidad constante, pero no producen grandes terremotos, porque no se acumula mucho deslizamiento en la falla.
Por el contrario, fallas fuertes, bien acopladas o de fuerte bloqueo (más de 60%) como las que están bajo las penínsulas de Nicoya y Osa, tienen capacidad de acumular deslizamiento por décadas y liberarlo en terremotos grandes.
En Osa, ese acoplamiento está estimado en un 78%.
En Nicoya se tenía un periodo de recurrencia 50 años, sin embargo el terremoto del 2012 ocurrió 60 años después del último, por lo que el tiempo es variable, pero lo cierto es que esos periodos dan una idea sobre cuándo se puede esperar el movimiento telúrico.
Para la península de Osa, la diferencia que se espera entre el cumplimiento del periodo y el sismo, es de tres años más o tres menos, lo cual se calcula con base en el periodo de retorno, el cual es más corto que el de Nicoya. Además, la convergencia en Osa es más rápida y la falla es más pequeña, dijo Protti.
Esta no es la primera vez que los especialistas hablan de la posible ocurrencia de un terremoto de gran magnitud en el Pacífico sur. En el 2016, según publicaciones de La Nación, el Ovsicori estimó que en menos de 10 años habría un terremoto de magnitud superior a 7 grados cerca de Burica, cantón de Golfito, zona fronteriza con Panamá. Desde entonces han pasado ya seis años.
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Enjambres de temblores son recurrentes en el Valle Central
Sismos son de poca profundidad y muy pocas veces llevan a evento fuertes
FUENTE: Ovsicori || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Enjambres hacen del Valle Central una de las zonas más activas
El boletín sismológico del Ovsicori también detalla los enjambres o conjuntos de temblores pequeños de similar magnitud ocurridos en el Valle Central y su periferia. Esos sismos hacen de la región más poblada del país, una de las más activas.
Durante el año pasado, hubo actividad intensa a lo largo de los sistemas de fallas de Aguacaliente, que está al sur de San José y la del río Navarro, hacia al este de la ciudad de Cartago.
La deformación superficial de la corteza, al sur de San José, generó durante el 2021 una serie de enjambres entre Higuito y Los Guido de Desamparados. El primero ocurrió entre el 30 y 31 de enero, con más de 80 microsismos con magnitudes menores a 3.
Posteriormente, el 19 de julio se presentó un segundo enjambre con 75 eventos en esa misma región josefina. El temblor principal tuvo una magnitud de 4,6 y fue localizado a ocho kilómetros de profundidad. Dichos enjambres fueron asociados a la falla Aguacaliente.
El Ovsicori destaca que ese enjambre ha sido recurrente desde el 2014; sin embargo, no ha desembocado en algo grave, como sí ocurrió con el de Puriscal en 1990 que culminó con un terremoto en Piedras Negras de Mora el 22 de diciembre de ese año.
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El enjambre de Desamparados indicó la presencia de 14 familias de sismos repetidos, es decir, aquellos que rompen la misma aspereza de una falla en tiempos distintos, por lo que generan ondas idénticas en cada temblor. A finales de 2020, al menos tres familias con sismos repetidos fueron generadas al inicio del enjambre sísmico en ese cantón josefino, lo que supone un deslizamiento lento.
“Es muy probable que estos enjambres siempre hayan existido, pero fue desde que el Ovsicori inició la era digital en el 2010, que se tuvo más capacidad de registrarlos y documentarlos. La ventaja es que no es una sola falla, sino que son muchas pequeñitas, sin potencial para generar sismos muy grandes. Son muy pocos los casos registrados que comienzan con un enjambre y terminan con un temblor grande; sin embargo, no dejan de ser una amenaza sísmica”, dijo Marino Protti.
En Cartago, durante julio y agosto del 2021 se localizaron varios enjambres al sur de la ciudad. Se pudo definir que surgieron en la misma falla de Aguacaliente, pero cerca de la intersección con la falla Navarro.
Gracias a la localización detallada que se hizo posteriormente de los temblores, se determinó la presencia de una falla no descrita anteriormente, que se denominó San Cristóbal, la cual corre paralela a las de Tarrazú norte y Tarrazú sur, con una longitud aproximada de diez kilómetros.
En cuanto a los temblores más fuertes sentidos en nuestro territorio el año pasado, el informe detalla el que ocurrió el 17 de julio, con magnitud 6,2, con epicentro en el Pacífico de Panamá. Ese sismo fue el premonitor de otro casi en la misma zona, el 21 de julio, el cual tuvo una magnitud de 6,8 Mw, y fue el más grande registrado en nuestro país durante el 2021. El epicentro se ubicó 45 km. al sur de punta Burica, a 10 km de profundidad.
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El litoral Pacífico tuvo la mayor actividad del año pasado, pero una zona muy poco poblada, que está entre Panamá y la península de Burica, fue la más remecida.
En total el Ovsicori registró 13.016 sismos durante el 2021, de los cuales 171 fueron reportados como sentidos por la población.