Dolido pero confiado en salir adelante, Jesús Salguero Tencio revisaba la mañana de este viernes lo poco que había quedado del negocio con que se ganaba su sustento diario.
La crecida del río Turriaba socavó, en cuestión de minutos, el parqueo y el taller que Salguero, de 66 años, tenía a unos 100 metros de la Municipalidad local.
Gran parte de la estructura de cemento fue arrastrada por la corriente, el día anterior En el sitio solo quedaron latas de zinc, pedazos de varilla y algunas columnas endebles.
“Ahorita estamos adoloridos y angustiados, pero diay, tenemos que lucharla y seguir para adelante, porque yo siempre he sido un luchador”, aseveró con un nudo en la garganta.
Salguero comentó que su familia vivía del alquiler de los 18 espacios a los empleados del Banco Popular, así como de la venta de llantas usadas y repuestos de vehículo.
“No sé qué hacer, no tengo a dónde ir. A veces se pone uno como sentimental, pero al imismo tiempo si es la voluntad de Dios yo acepto porque el camino de Dios es el correcto”, aseveró.
Equipado con paraguas, gorra y un abrigo, el hombre inspeccionó su local para ver qué podida rescatar, mientras las aguas del río Turrialba corrían amenazantes a pocos metros.
Ubicada a la par del local de Salguero, una parte de la sede del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) también resultó socavada por la fuerza de la corriente.
El centro de la ciudad de Turrialba se inundó, el pasado jueves, debido al desbordamiento de los ríos cercanos.
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Salguero afirma que, a lo largo de su vida, ha vivido situaciones parecidas, pero que mantuvo su negocio en ese lugar porque no tenía a dónde ir.
“Siempre la luché, hice todo lo posible para mantener a mi familia. Tengo 12 nietos y siempre les he ayudado en lo posible... Ahora lo que pido es trabajo”, manifestó.