Si marzo suele ser caluroso, lo será todavía más este año.
El aumento en las temperaturas máximas se repetirá en todo el país, como otra de las consecuencias del fenómeno de climático El Niño, que además, contra los pronósticos, dejó sin lluvias al Caribe, zona norte y otras regiones del país. De todas ellas, las que más sufren son las agrícolas.
Como casi todos los años, para finales de 2018 se esperaban fuertes aguaceros. Eso es lo usual, no solo porque de diciembre a febrero es la época lluviosa en la zona, sino porque era lo esperable con el El Niño.
Sin embargo, no hubo inundaciones ni lluvias: hubo sequía. Se trata, entonces, de un El Niño inusual.
La alertas preventivas ante la posibilidad de este disturbio fueron encendidas desde junio por el Instituto Meteorológico Nacional (IMN).
Sin embargo, su presencia fue declarada oficialmente el 25 de febrero por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés).
Werner Stolz, jefe de Pronósticos del IMN, informó de que el déficit de lluvias en Limón en los últimos cuatro meses es del 64%, mientras que en otras zonas de fuerte producción agropecuaria como Sarapiquí, Upala y Cartago la falta de precipitaciones supera el 50%.
“Todas las estaciones del Caribe y la zona norte están deficitarias desde diciembre”, dijo el científico.
La regla de que El Niño genere inundaciones en Limón se rompe a veces, como ocurrió este año, confirmó. Entre los cinco eneros más secos registrados en el Caribe, cuatro han sido en años con fenómeno de El Niño (1947,1969, 1992 y 1998).
Enero del 2019 es el segundo más seco en Limón de los que se tiene registro. El promedio de lluvias para ese mes en la zona es de 351 litros por metro cuadrado y esta vez cayeron 60.
“No siempre se cumple la concepción automática de que con el fenómeno de El Niño llueve en un lado y se seca el otro. Eso depende no solo de El Niño, pues hay otros factores que determinan cuando se seca el Caribe”, sostuvo.
Dos o tres grados más en Valle Central, Guanacaste...
El evento también pondrá a sudar más a los ciudadanos.
A los guanacastecos, el IMN les anticipa incrementos de uno a dos grados de temperatura. Por ejemplo, en Liberia, llegaría a 37 grados Celsius, cuando el promedio en este mes es de 35 grados.
En San José y alrededores, las temperaturas máximas de ese mes son de 24,5° C y se espera que estén entre uno y tres grados por encima, lo mismo ocurrirá en Alajuela cuyo promedio para marzo será de 30 grados.
Los heredianos tienen en promedio temperaturas de 27 grados en marzo y los cartagineses de 23,5° C. Ahora será de uno a dos grados más.
Ya de por sí, este año se han dado temperaturas muy altas en el Valle Central, Guanacaste y el Pacífico, así como menos empujes fríos y los que hubo fueron más débiles.
Las temperaturas mínimas, durante las madrugadas y primeras horas de la mañana, curiosamente han sido, en algunas ocasiones, más frías que el promedio.
En cuanto al Pacífico, en este momento se encuentra en estación seca, y ha tenido hasta tres grados por encima de lo normal. En Nicoya, Guanacaste, el termómetro alcanzó este mes los 40 grados Celsius, que es de las más altas en esa zona.
Este calor extraordinario será quizá el segundo efecto más perceptible de El Niño. El primero fue un fin de año seco en el Caribe.
Repercute en huracanes
Según la Organización Meteorológica Mundia (OMM), existe un 55% de probabilidades de que la afectación por El Niño se extienda hasta mayo.
Aunque técnicamente este disturbio se cataloga como débil, pues la temperatura del océano Pacífico Ecuatorial está en 0,8 grados Celsius por encima de su promedio que es de 28.4 grados Celsius (en El Niño del 2015 llegó a 2,6 grados) los efectos de este fenómeno en Costa Rica empiezan a notarse en la producción agropecuaria y en la merma del agua potable, que obliga a racionar el suministro.
Será a finales de marzo cuando se conozca qué efectos habrá en la temporada de huracanes de este año. De momento, Stolz estima que no debería ser muy activa, pero eso dependerá de cómo evolucione el El Niño y si le seguirá una fase neutra o el fenómeno de La Niña.
“Si lo que sigue es la fase neutra, entonces deberíamos tener una temporada de huracanes normal, pero sabemos que eso depende de muchas cosas, pues las posibilidades de que El Niño se mantenga hasta mayo son del 55%”, afirmó.
Agricultura sufre
El viceministro de Agricultura y Ganadería, Bernardo Jaén Hernández, afirmó que para este mes de marzo esperan que el Ministerio de Hacienda autorice el desembolso de los ¢5.210 millones, aprobados por la Asamblea Legislativa en el presupuesto extraordinario, para atender los efectos de este fenómeno.
De esos recursos, ¢2.000 millones se otorgarán al Servicio Nacional de Aguas Subterráneas, Riego y Avenamento (Senara) para construir canales de riego y trasvase de ríos.
Unos ¢1.200 millones irían al Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (Incopesca) para atención del sector pesquero y acuícola, pues en fenómenos de El Niño merma la pesca de especies como marlin, dorado y atún que migran hacia aguas frías.
Se planea otorgar ¢1.000 millones al Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) para comprar alimento para animales y el resto se usará para que el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) desarrollen y transfieran tecnología al sector.
Según él, desde que se dio la alerta, el año pasado, se pensó que la región Chorotega y el Pacífico central eran las zonas de impacto, pero a finales de año se les notificó de otras zonas afectadas.
Poco a poco los ingenieros del MAG comenzaron a reportar afectación en Los Chiles, Guatuso, Upala, Cartago, Acosta, Puriscal, Talamanca y Limón.
“Vemos que es un fenómeno que afecta microclimas y atomiza el problema. No podemos hablar de regiones impactadas, porque va más allá”, afirmó Jaén.
El hecho de que en Pococí y alrededores “se hayan ido las aguas”, señala Jaén, genera un estrés hídrico que afecta la actividad ganadera y agrícola.
Productores de la zona, como Eusebio Alemán y Jean Michael Redondo, afirmaron que los cultivos de yuca, camote, palmito, plátanos y papaya en Río Frío de Sarapiquí y Ticabán de Pococí produjeron menos de lo esperado por la falta de agua.
“Al palmito lo afecta porque no engruesa el tallo, lo mismo pasa con la yuca y tubérculos, que no adquieren el grosor y tamaño esperados. En cuanto a la papaya, disminuye el follaje y por ende se afecta la producción”, dijo Alemán, vecino de Río Frío.
Para el viceministro, la falta de lluvias en el Caribe es algo que no estaba estimado y que afecta la agricultura por el rendimiento de las cosechas y la posibilidad de siembra.
El Departamento Fitosanitario está alerta, pues podrían aparecer plagas como la mosca blanca y la langosta, que ya han surgido en otras partes de Centroamérica.
Los agricultores también se han organizado para contrarrestar una eventual llegada. La mosca blanca afecta los cultivos de sandía y melón, pero no se ha detectado en nuestro país.
Otra posible consecuencia, añadió el viceministro, podría ser la importación de arroz debido a que la reducción del área sembrada y la merma en los rendimientos, eventualmente generarían un desabasto.
El MAG incluso ha dado información a los productores sobre opciones con Banca para el Desarrollo o del Crédito Ganadero para enfrentar la crisis.
“Se busca mejorar tecnologías para seguir con un volumen de producción importante en tiempo de condiciones cambiantes. Le apostamos a la transferencia de tecnología para mejorar rendimientos”.
Con el Ministerio de Ambiente y Energía se trabaja en un inventario y formalización de los pozos profundos que hay en el país, para que operen dentro de un marco legal y hacer mejor uso de ellos.
¿Por qué se pospuso la declaratoria de El Niño?
Los expertos quedaron desconcertados porque los signos de la atmósfera no concuerdan con el calentamiento observado en el océano Pacífico, que en febrero llegó a 0,7 grados Celsius, con lo que pasó el umbral de 0,5 grados, necesario para la declaratoria oficial de El Niño.
Los vientos alisios han estado normales, mientras que cuando hay fenómeno de El Niño se requiere que sean más débiles. Otro parámetro llamado Índice de Oscilación del Sur, ha estado positivo desde octubre del 2018, siendo que El Niño requiere que tenga signo negativo.
Esa falta de acoplamiento entre océano y atmósfera evitó afianzar el fenómeno, dice un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) publicado este 26 de febrero.