El pulso científico que los expertos le llevan a los volcanes activos de Costa Rica permitiría que durante este 2019 se pueda reabrir el acceso a ciertas partes del Parque Nacional Volcán Turrialba, en Cartago, que fue cerrado al público desde el 2012.
Otra meta de las autoridades para este año es que los turistas nacionales y extranjeros que visiten el volcán Poás, en Alajuela, tengan acceso a la laguna Botos y de esa forma puedan disfrutar de su belleza natural. El sendero que conduce a ella fue clausurado en abril del 2017.
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Ambos proyectos requieren de cambios en la logística de visitación, así como del desarrollo de obras que podrían durar más de seis meses, por lo que en este momento las autoridades se han fijado esas metas a sabiendas de que todo depende de la actividad de ambos volcanes, pues los dos están activos.
Así lo expusieron este lunes vulcanólogos y personeros de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) y del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) del Ministerio de Energía y Minas (MINAE).
El presidente de la Comisión Nacional de Emergencias, Alexánder Solís, afirmó que con las instituciones de gestión de riesgo en el ámbito de volcanes se han planteado esas metas y recordó que por ahora el acceso al volcán Turrialba sigue cerrado al público.
Lo anterior, pese a que recientemente se instalaron siete refugios que protegerán de eventuales erupciones al personal autorizado, como científicos, guardaparques y técnicos que desarrollan labores ahí.
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Erupciones del Turrialba merman fuerza
Los vulcanólogos Mauricio Mora, de la Red Sismológica Nacional (RSN) y Geoffroy Avard, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), explicaron que durante el 2018 las erupciones pasivas de ceniza en el Turrialba fueron frecuentes, pues hubo emanaciones durante 200 días, pero solo en dos casos, en octubre, lanzaron fragmentos de roca a unos 400 metros del cráter.
Ambos coinciden en que la actividad tiende a la baja. “El volumen de ceniza emitido por el volcán es bastante pequeño y va en disminución con el tiempo”, dijo Avard.
Rafael Gutiérrez, director regional del Área de Conservación Cordillera Volcánica Central, afirmó que el interés de la administración es ir dando pasos hacia una apertura, pero no se hará de forma precipitada.
Eso depende muchísimo de la información técnica y de las condiciones que se vayan dando, por eso ese Parque Nacional sigue cerrado hasta visualizar el momento y las condiciones adecuadas para reabrirlo.
“Tenemos reportes de que hay personas que entran por diferentes puntos y debemos ser muy enfáticos en que eso atenta contra su seguridad y complicaría enormemente la tarea de las instituciones de emergencia en una eventual erupción del volcán”, afirmó Alexánder Solís.
Antes de pensar en reabrir el acceso, se requiere mejorar el camino, adquirir equipo de monitoreo de gases, cuya gestión presupuestaria ya se hizo, así como colocar señalización y rotulación.
El volcán todavía presenta explosiones súbitas y eso obliga a reforzar las condiciones de seguridad, según lo analiza una comisión que, además de los científicos, integran al alcalde de Turrialba, personal del Instituto Costarricense de Turismo, vecinos y empresarios.
“Hacer una evacuación en estos momentos resulta casi que imposible, porque la carretera está en condiciones muy malas y eso es lo que más retrasa”, explicó Gutiérrez, quien afirmó que por ser carretera nacional corresponde intervenirla al Ministerio de Obras Públicas y Transportes.
Capacitar a la población con charlas llevaría unos cuatro meses, por lo que “en un término que va entre seis meses y un año podríamos tener una visita controlada”, sostuvo.
El público pide ver laguna Botos
En el caso del volcán Poás, Gutiérrez explicó que desde que reabrieron, en agosto del año pasado hasta diciembre, entraron 48.710 personas, la mitad de ellos extranjeros y la otra mitad nacionales.
“Una de las peticiones del público es la reapertura del sendero a la laguna Botos, lo que obliga a construir al menos dos refugios adicionales, tener mayor rotulación y visualizar una nueva salida de emergencia”, explicó Gutiérrez.
En caso de una emergencia, sería contraproducente que la gente tenga que salir por el lado del cráter, por lo que habría que hacerla por el sendero Canto de las Aves, que es de 1.600 metros y no es viable para muchas personas.
“Tenemos que tomar en cuenta a las personas con alguna discapacidad y tener un mecanismo que les permita llegar. No se pueden eliminar las gradas porque la pendiente es muy alta, pero si se puede tener algún tipo de vehículos que permitan llevar a esas personas de un lado a otro”, añadió.
En seis meses se espera tener los diseños de los refugios, pues ya tienen experiencia sobre el tamaño y materiales, con base en los del mirador del cráter.
Por ahora el funcionario no ve viable cambiar el método para hacer reservaciones. Dijo que se le realizan mejoras constantes en el sistema informático para solventar algunos inconvenientes y atribuyó algunos de ellos a fallas en la conectividad con el Banco.