El dueño de la Academia Rancho Dundee, Narvin Lichfield, fue absuelto el 22 de febrero del 2007 de los delitos de tortura, privación de libertad y coacción en perjuicio de menores de edad internados en ese centro de atención privada en Orotina de Alajuela.
La academia operaba desde el 2002 y fue cerrada un año después. Albergaba a más de 200 jóvenes estadounidenses con adicciones y problemas de conducta, por lo que fueron internados en contra de su voluntad.
La Fiscalía de Atenas inició la investigación en el 2002, y el 22 de mayo del 2003 detuvo a Narvin Lichfield, dueño de la academia de rehabilitación, por la presunta comisión de tales delitos, que infringían los derechos humanos.
En ese momento, los padres de los jóvenes internados en Rancho Dundee viajaron a nuestro país y sacaron de inmediato a sus hijos de ese centro.
Según las acusaciones del Ministerio Público, a los jóvenes se les aplicaba un método de privilegios y castigos para modificarles la conducta.
Supuestamente, a ellos se les incomunicaba de sus padres, e incluso se les imponían castigos como estar de rodillas o acostados sobre concreto durante horas.
La academia funcionaba en una finca en Cascajal de La Ceiba, sin los permisos que acreditasen como centro educativo y de rehabilitación de drogas que otorga el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA).
Nueva cara. En diciembre del 2003, Harold Dabel, el nuevo director de la academia Rancho Dundee, anunció las gestiones para obtener los permisos para reabrir el centro y trabajar con un programa totalmente diferente al que usó la antigua academia.
Tres meses después, el Área de Salud de Orotina otorgó un permiso de funcionamiento al “Instituto Internado Educativo Pilares de Esperanza”, que sería el nuevo nombre del centro.
El permiso se extendió por un año, y no incluía jóvenes con problemas de drogas o con antecedentes de conductas inapropiadas.
Juicio. Linchfield fue juzgado, en setiembre del 2006 en el Tribunal de Juicio de Alajuela.
El 20 de febrero, 2007, el entonces imputado rechazó los cargos durante el juicio que se inició en su contra en Alajuela.
“Tengo la conciencia limpia y frente a Dios se los digo, sin que me malinterpreten, que yo he hecho cosas incorrectas, pero nunca de las que se me está acusando”, expresó el extranjero ante los juzgadores en ese momento.
Los jueces se fundamentaron en el beneficio “in dubio pro reo” (ante la duda, se resuelve a favor del reo), pues durante el debate no se lograron probar los hechos por cuales se había llevado hasta juicio al imputado.
Los diarios Al Día y The New York Times revelaron en ese momento los cuestionamientos al sistema de tratamiento de academias como esas.
El 19 de mayo del 2003, Al Día publicó una nota en la que se señaló la declaración de una interna, con identidad reservada, de la academia Rancho Dundee.
“Todas las mañanas le pido a Dios que no me deje levantarme un día más, realmente quiero morir. Ellos (el personal) les mienten a nuestros padres, todo lo que quiero es que mi mamá venga a salvarme”, relató la fuente.
El centro funcionó bajo la supervisión de la Asociación Mundial de Programas Especiales y Escuelas (WWasp, en inglés).