Al menos 10 encapuchados protagonizaron ayer en la madrugada un ataque tipo comando al interceptar una patrulla penitenciaria para liberar a un reo.
Aunque detuvieron el vehículo, incurrieron en un error: asaltaron el carro equivocado.
Las autoridades sospechan que el grupo iba tras Ricaute Villasanta Restrepo, miembro de una peligrosa organización criminal que esa noche se reportó enfermo. Ocupa una celda en La Reforma, San Rafael, Alajuela.
La Policía Penitenciaria lo llevó al hospital México en vez del San Rafael, en Alajuela.
Eso, al parecer, confundió a los sujetos armados, quienes se equivocaron de patrulla.
¿Ardid? Villasanta, un presidiario condenado a 41 años de cárcel, sufrió un repentino quebranto de salud el domingo a eso de las 11 de la noche. Al hospital México lo llevaron para examinarlo.
Una hora más tarde, otro vehículo de Adaptación Social se dirigió al hospital San Rafael para relevar a tres policías penitenciarios que custodiaban a un preso “de bajo perfil”, según manifestó Guillermo Arroyo, del Ministerio de Justicia.
“Ellos (los tres agentes y el chofer) venían un poco relajados. Acaban de terminar su turno y no traían a nadie a su cargo”, comentó el funcionario.
A su llegada al puente de Ciruelas –cerca del aeropuerto internacional Juan Santamaría– un vehículo les cerró el paso.
Tampoco pudieron retroceder, pues en ese momento arribó otro carro (tipo 4X4) que los dejó atrapados.
Al sitio llegaron, además, dos motocicletas. Los hampones portaban fusiles automáticos AK-47 y escopetas.
Todos cubrían sus rostros con pasamontañas. Los custodios portaban dos revólveres calibre 38 y un arma 9 milímetros, pero no las desenfundaron al notar que los malhechores tenían armas con un mayor poder.
Tras un blanco. Los encapuchados arrojaron a los policías penitenciarios a la calle. A dos los golpearon con las cachas de las armas en la cabeza mientras los acostaban en el suelo para esposarlos.
“Un hombre que parecía ser el jefe le dijo a los otros: ‘vayan por el mae’. Abrieron el cajón, pero no encontraron a nadie.
“Entonces, otro sugirió matarlos. El jefe dio orden de encerrarlos en el cajón”, agregó Arroyo.
Los hombres se retiraron sin necesidad de disparar una sola bala.
Uno de los agentes dio la voz de alerta desde su celular. Algunos vecinos los sacaron del encierro.
Ante esa situación, la Fuerza Pública redobló la custodia de Villasanta de regreso al presidio.
El personal médico del México descartó que estuvieron enfermo.
“No podemos afirmar que vinieran por ese señor; eso es solo una hipótesis. Este fue un golpe bien planificado, algo propio de delincuencia organizada”, agregó Arroyo.
Funcionarios de Adaptación Social lo han escuchado a Villasanta decir que no pasará 41 años en la cárcel. El sujeto formaba parte de una organización que mató a dos personas aquí.
Ese grupo figuró en Panamá como sospechoso de matar a un juez.
Alto perfil. El director de Adaptación Social, Guillermo Arroyo, se mostró preocupado por el perfil de algunos sujetos que en los últimos meses quedaron a cargo de esa dependencia.
Entre estos figuran Héctor Orlando Martínez, un exguerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), a quien en su país responsabilizan por dos masacres.
También está el exguerrillero Libardo Parra, del desaparecido Movimiento M-19 (Colombia), quien debe en su país 24 años de cárcel por un secuestro. Aquí es sospechoso de legitimación de capitales.
La presencia de esos hombres, entre otros, ha obligado a las autoridades carcelarias ha tomar medidas de seguridad extra.