El barrio La Granja, en San Pedro de Montes de Oca, fue el escenario de un horrible crimen, que aconteció el 28 de febrero de 1991.
Según informó La Nación el día siguiente, una pareja de pensionados y su nieto fueron degollados por desconocidos en su casa. Se trataba de Hernán Codero Bonilla, de 80 años; Berta Angulo Obando, de 70, y Gregory Müllins Cordero, de 23.
Los cuerpos fueron encontrados por Eduardo Cordero, hijo de la pareja, quien los visitaba a diario. Un vecino aseguró que en los días previos vio a varios individuos sospechosos cerca de la residencia donde se perpetró la matanza. En una ocasión increpó a uno de ellos, quien le respondió que era de la policía. Las indagaciones iniciales señalaron que los asesinos ingresaron avanzada la noche del miércoles en la vivienda de la familia Cordero Angulo. Se sospechaba que lo hicieron por la puerta principal, pues no había señalas de violencia en el inmueble.
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Se presumió que el joven Müllines Cordero llegó a la casa de sus abuelos entre las 10 y 11 p. m., y que fue sorprendido por los maleantes cuando intentó ingresar. Lo redujeron y entraron con él a la vivienda.
Los cuerpos de la señora Angulo y su nieto estaban tirados en el piso de la cocina, y el de Cordero Bonilla quedó boca arriba en las gradas que conducen a la planta alta de la vivienda.
Los criminales registraron gavetas y rompieron cojines, pero el OIJ no pudo comprobar si hubo alguna sustracción. El móvil se convirtió en la mayor incógnita en torno al crimen durante los siguientes días. La policía descartó que se tratara de un homicidio relacionado a drogas, pero no había mayor pista. Tuvieron que pasar cinco días más para que las autoridades pudieran aclarar el crimen de La Granja.
Todo planeado
El 6 de marzo, La Nación informó que David Sáenz Campos, de 20 años, y Mario Caravaca, de 21, ambos estudiantes universitarios, fueron arrestados como los responsables del homicidio triple.
Los dos jóvenes rindieron testimonio ante la policía, aceptando los hechos. Las autoridades también encontraron uno de los cuchillos con que se cometieron los crímenes .
“Desacuerdos con el joven asesinado en cuanto a una falsa contratación para traer a Costa Rica al cantante mexicano Emmanuel –en la que querían engañar al joven asesinado– constituyeron la causa de los homicidios”, informó entonces este diario.
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De acuerdo con el relato, los homicidas solicitaron a Müllins una fuerte suma de dinero en efectivo para cerrar el trato sobre la visita del cantante, lo cual levantó sospechas en el joven. Müllins consultó con su abogado, y este le recomendó viajar a México, por lo que el muchacho adquirió pasajes para él y Mario Caravaca. Caravaca y Sáenz dijeron a la policía que no podían permitir que Müllins descubriera que todo había sido un engaño. Decidieron asesinarlo.
El día del crimen, viajaron en taxi y hablaron con Müllins en la sala de la casa. En el momento indicado, Caravaca lo sujetó por la espalda mientras Sáenz lo apuñaleó en el estómago. Hicieron lo mismo con los abuelos. Después, caminaron hasta la Fuente de la Hispanidad, donde se lavaron la sangre. Lanzaron los cuchillos desde distintos puentes de San José.
La policía encontró pruebas de esta versión en la computadora personal de Müllins, en la que se detallaba el concierto planeado de Emmanuel y la supuesta sociedad entre Caravaca, Sáenz y Müllins.