Los suelos del Pacífico costarricense ya no resisten una gota más de agua. En ciertos puntos de Guanacaste y la zona sur del país han caído 1.000 milímetros de lluvias, el equivalente a 1.000 litros por metro cuadrado en apenas seis días, entre el 4 y el 10 de noviembre, según las mediciones del Instituto Meteorológico Nacional (IMN). No hay suelo capaz de soportar semejante carga y si los aguaceros persisten en lo que resta de la semana, se disparan los riesgos de inundación y deslizamientos.
En esos seis días en Sierpe de Osa, Puntarenas, se registraron 996 milímetros acumulados de lluvia; 976 en Cóbano; 906 en Santa Cruz, Guanacaste; 855 en Puerto Jiménez-Golfito y 717 en Sardinal de Carrillo, resumió Daniel Poleo, coordinador del Departamento de Desarrollo del IMN.
Estos montos de lluvia representan entre el 50% y el 500% de superávit de lluvias según la región. Los valores más altos corresponden a la península de Nicoya, así como algunos sectores costeros de Guanacaste y el Pacífico Sur donde ya ha llovido –en lo que va del mes– cinco veces lo que llueve en un noviembre promedio. Si siguen los aguaceros como hasta ahora, la próxima semana el Valle Central habrá alcanzado el promedio de lluvias de todo el mes.
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– ¿Cómo hace el suelo para soportar esa cantidad?
“No la soporta. Por eso es que ocurren inundaciones, crecen los ríos, por eso es que algunas laderas se comienzan a desprender”, advirtió Juan Diego Naranjo, meteorólogo del IMN en entrevista con La Nación.
Explicó que tantas precipitaciones son derivadas de la zona de convergencia intertropical, un enorme manto nuboso con sistemas de baja presión que se mueve sobre Centroamérica.
Esa enorme nube de lluvias y tormentas se posicionó sobre Costa Rica desde la semana pasada, atraída por los vientos de la entonces tormenta tropical Rafael (que en aquel momento estaba en Jamaica). Posteriormente, las lluvias de ese enorme manto nuboso se potenciaron por una vaguada de altura que estuvo el fin de semana en el Caribe.
Las vaguadas son mucho más grandes que las ondas tropicales y están ubicadas a mayor altura (entre 9 y 12 km). Se producen cuando una masa de aire cálido sube por un sector de baja presión, situado entre dos espacios de presión mayor y de aire más frío. Son tan potentes que a veces pueden generar cantidades de lluvias de 200 a 400 mm. en dos o tres horas.
Precisamente, el fin de semana se registraron montos de hasta 220 milímetros en Cóbano y 174 milímetros en Golfito hacia Puerto Jiménez, en periodos de apenas 24 horas, agregó Poleo.
Además, las autoridades meteorológicas vigilan de cerca una onda tropical que este lunes se posicionaba entre República Dominicana y Venezuela y que podría evolucionar a ciclón en los próximos días.
Por todas estas razones, la Comisión Nacional de Emergencias mantiene la alerta naranja, que implica movilización de las autoridades para situaciones de alto riesgo, en todo el país, con excepción del Caribe Sur. Alejandro Picado, presidente de la entidad, hizo un llamado a las familias que viven en zonas de riesgo a evacuar y a quienes permanecen en refugios a mantenerse en ellos hasta que disminuyan las precipitaciones.
Actualmente están abiertos 27 albergues en todo el territorio nacional, donde se encuentran 1.300 personas desplazadas por las inundaciones, cifra que creció en 200 personas entre domingo y lunes. Los cantones con más personas desplazadas son Santa Cruz, Carrillo, Cañas, Bagaces y Nicoya, en Guanacaste y Corredores en el Pacífico sur.
“Hacemos un llamado a las familias para que no pongan resistencia cuando el personal de primera respuesta llegue a solicitarles que evacuen a un albergue temporal”, expresó Picado en una conferencia de prensa desde la CNE, en Pavas.
A 382 kilómetros de distancia, Laura Espinoza, presidenta de la Asociación de Desarrollo Integral de Conte Burica, en el Pacífico Sur, pidió auxilio a las autoridades de la CNE. Alegó que desde hace tres o cuatro días hubo un deslizamiento que mantiene incomunicados a los habitantes de Los Plancitos, quienes no tienen cómo enlazarse con Burica y Buriqui. La única vía de acceso está inservible, según se ve en las fotos enviadas a Colosal Informa.
Hasta ahora, estas lluvias han cobrado la vida de un niño al que le cayó un alud en Cartago, una mujer desaparecida en el cauce del río María Aguilar, en San Sebastián, San José, y un estudiante al que lo golpeó una rama de eucalipto en el campus Rodrigo Facio, de la Universidad de Costa Rica, en Montes de Oca.
Además, durante los próximos siete días el paso por el cerro Zurquí (ruta 32), el cerro Cambronero (Interamericana Norte) y cerro de la Muerte (Interamericana Sur) estará interrumpido todas las noches, como medida preventiva. Las autoridades no han divulgado balance de daños en carreteras, puentes y pasos de alcantarillas.
52 centros educativos presentan daños y las clases están interrumpidas en todo el país para salvaguardar a la población docente, administrativa y estudiantil. (Vea notas adjuntas).
¿Qué se avecina?
En el último boletín meteorológico, el IMN confirmó que los aguaceros mermaron durante la tarde del lunes en la mayor parte del territorio nacional. Sin embargo, advierte que la zona de convergencia intertropical continúa activa sobre Costa Rica, acarreando humedad desde los sectores marítimos. Eso significa que seguirá lloviendo a lo largo de la semana.
También monitorea la posible formación de un Giro Centroamericano, así como de un posible sistema de baja presión con potencial ciclónico sobre el Mar Caribe. A las 5 p. m. el Centro Nacional de Huracanes, de los Estados Unidos, indicaba que esa onda tropical tiene un 60% de posibilidades de evolucionar a depresión tropical en los próximos siete días.
Por todo lo anterior, la entidad reitera que los suelos del Pacífico Norte, Caribe, zona norte, Valle Central, las montañas del Pacífico Central y todo el Pacífico Sur presentan niveles de saturación entre el 85% y el 100%. “Esta condición genera alta vulnerabilidad a incidentes como inundaciones o deslizamientos. Se recomienda extremar las medidas de precaución ante lluvias torrenciales”.
Por eso se sugiere vigilancia permanente ante el riesgo de desbordamiento de quebradas y ríos. Además, el riesgo de tormenta eléctrica y ráfagas de viento de hasta 80 kilómetros por hora en casos aislados.
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