“Me asusta pasar por un puente, aunque sea fijo. Una queda traumada y recuerda todo pese a que no se quiere.
“Cuando voy con mi esposo de El Barro –en San Juan de Mata de Turrubares, San José– hacia Orotina, Alajuela y pasamos por el lugar donde fue el accidente me agarro del asiento del carro, de esa forma me siento protegida”.
Diez años después de que el puente de hamaca ubicado sobre el río grande de Tárcoles, entre Turrubares y Orotina colapsara y con él cayera un bus cargado de pasajeros, ese es el sentir de Harley Priscila Castro Benavides, una de las sobrevivientes de la tragedia.
El 22 de octubre del 2009 ella y su hija, Darling Tatiana Acuña Castro, abordaron un bus para dirigirse al centro de Orotina pasadas las 6 a. m. y pocos minutos después sobrevino el percance.
Norma Jiménez Cerdas, Natalia Meléndez Quesada, Marta Artavia Granados, William Gutiérrez Chaves y Efraín Marino Santamaría murieron en el hecho, mientras que otras 38 personas resultaron heridas.
Aquel día, Castro estaba indispuesta desde que se levantó y, aunque valoró irse con su esposo o abordar otro bus, un pasaje gratuito ofrecido por el chofer de la unidad de transporte público la convenció de realizar el viaje.
“Tres días antes me había soñado todo el accidente. Cómo sucedían las cosas e incluso que yo me quebraba la pierna y la clavícula, pero que a mi hija no le pasaba nada y así fue.
“Lo único que me faltó fue saber el día, pero gracias a Dios estoy aquí para contarlo, con dolores y molestias, pero cada 22 de octubre vuelvo a cumplir años”, manifestó la mujer, quien en la actualidad tiene 38 años.
Ella siente que no puede cerrar este capítulo en su vida, hasta que concluya el proceso judicial. Pese a que ha transcurrido una década, el expediente sigue abierto y los delitos que se investigan por homicidio culposo, lesiones culposas e incumplimiento de deberes aún no prescriben.
Cuando ocurrió el accidente, Darling tenía 3 años y resultó ilesa gracias a la protección que le dio su mamá, quien al ver que el primer cable del puente se reventó, se la colocó en el pecho.
Pese a su corta edad, Acuña tiene algunos recuerdos y es por eso que no viaja en autobús. Prefiere levantarse a las 5 a. m. de lunes a viernes para que su papá la lleve hasta la casa de su abuelita, Leila Damaris Benavides Céspedes, en suelo orotinense, donde cursa la secundaria.
“Ella (Darling) solo tiene una herida en la pierna, pero fue de donde yo se la pasé al chofer para que la pusiera a salvo.
“Nosotras íbamos en el segundo asiento, del lado contrario al conductor, y aunque yo pensé que no tenía nada, no me pude levantar bien. Sin embargo, los más afectados fueron los que iban atrás, porque ahí fue el golpe más fuerte y donde se reventaron los primeros vidrios”, rememoró Castro.
Esta mujer estuvo seis meses sin poder caminar. Primero en cama, luego en silla de ruedas y, finalmente, con ayuda de un bordón y terapias volvió a movilizarse con normalidad.
Actualmente, está a la espera de una cita programada para el 26 de noviembre, en la que podrían programarle una operación para extraerle un pin de la pierna izquierda, la cual se le quebró en tres partes el día del accidente.
También, sigue acudiendo a citas por el dolor en la clavícula, el cual la limita en algunas labores en casa.
Contó que cuando limpia debe hacer pausas, tanto por el dolor de la clavícula y la pierna, como por la cantidad de polvo que respira, debido a que tiene un problema en un pulmón que, eventualmente, puede provocarle un paro cardiorrespiratorio.
Precisamente, por eso no se queda en casa sola y a diario viaja a vivienda de sus padres con su hija.
Además de afrontar las lesiones físicas, esta sobreviviente acudió por tres años a terapia psicológica y fue así como se animó a cruzar por primera vez el puente sobre el río Grande de Tárcoles caminando, aunque su temor a estas pasarelas persiste.
“Si paso un puente y se mueve, me descompongo, por eso prefiero no pasar puentes de hamaca, ni tampoco que traqueen, quedé traumada y aunque me digan que nada va a pasar, yo siento que me descompenso. He ido poquito a poquito, fue duro y es duro todavía”, afirmó.
El sitio de la tragedia
Una funcionaria del MOPT, de apellido Ramírez, figura como sospechosa del delito de incumplimiento de deberes. El conductor de bus, de apellido Salas, es investigado por cinco homicidios culposos y 38 lesiones culposas.
FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA Y FISCALÍA || JUAN CARLOS ALPIZAR / LA NACIÓN.
Audiencias complejas
Para Harley Priscila uno de los momentos más difíciles en esta década siguen siendo las audiencias judiciales. Calcula que ha asistido a unas 15, que por diferentes motivos se han suspendido.
En la actualidad, la audiencia preliminar por este accidente, que se sigue dentro del expediente 09-000384-1093-PE, está por señalar, según indicó el Juzgado Penal de Puriscal por medio de la oficina de prensa del Poder Judicial.
Por su parte, la Fiscalía informó de que solicitará la apertura a juicio en contra de la directora de puentes del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), María Ramírez González, y el chofer del bus, Víctor Salas Vega.
Castro dijo que espera alcanzar una conciliación en la audiencia preliminar y recibir un monto de dinero que le ayude a sufragar gastos, tomando en cuenta que después del accidente no pudo volver a trabajar, ya que se dedicaba a labores domésticas.
Recalcó que es muy duro revivir lo ocurrido constantemente y no cerrar el capítulo para poder seguir con su vida.
Agregó que durante todo este tiempo ha encontrado fortaleza en su familia para seguir adelante y que luego de lo ocurrido valora más la vida y lleva todo con más calma.