“Ese día 6 de mayo del 2020, luego de que la denunciante se sentó en su escritorio, el aquí encausado se dirigió hasta donde ella se encontraba y le dijo: “vea ocupo que me toque”, procediendo a tomar la mano izquierda de la funcionaria y se la puso sobre su pene erecto y apretó la mano de dicha funcionaria hacía su pene; ante lo cual, la denunciante se soltó y le pidió que se calmara pues éste estaba temblando y agitado. Esta situación hizo sentir a la víctima asustada, ultrajada y acosada sexualmente. Luego del incidente anterior, el encausado llamó a la ofendida por su nombre y cuando ésta volteó a ver; éste se encontraba de pie afuera de la oficina, procediendo en ese momento a mostrarle su pene erecto y fuera de su pantalón; acción que hizo que la ofendida quedara asustada y en shock por lo ocurrido”.
Este episodio de acoso sexual está descrito en el expediente 20-002199-0031-DI y sucedió en el área de oficinas ubicadas en el primer piso del edificio que ocupa la Corte Suprema de Justicia. El encausado es un informático de apellido Montero, de 40 años, y que en aquel momento se desempeñaba como asistente del prosecretario de la Corte. La víctima, una joven compañera de trabajo. El caso generó que se abriera una investigación interna por hostigamiento sexual, que estuvo a cargo del Tribunal de la Inspección Judicial, que luego de recibir la denuncia y las pruebas de descargo, consideró que los hechos denunciados eran ciertos, calificó el incidente como una falta gravísima y recomendó el despido del funcionario judicial.
El Consejo Superior, máximo órgano administrativo del Poder Judicial, en sesión celebrada el pasado 16 de setiembre confirmó el despido del funcionario. “Se acuerda rechazar el recurso de apelación, por lo que se confirma la resolución recurrida dentro de la causa disciplinaria seguida contra el servidor de apellido Montero, por tanto se declara con lugar la queja, califica la falta como gravísima y, en atención a los principios de razonabilidad y proporcionalidad, le impone la sanción de revocatoria de nombramiento, la cual rige a partir del 17 de setiembre de 2021″, señala la resolución.
Conducta reprochable
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La denuncia por este caso la recibió la Inspección Judicial a finales del mes de julio del 2020 y le dieron trámite el 5 de agosto de ese mismo año, cuando notificaron a Montero sobre lo que se le achacaba y se recibieron pruebas de descargo. En su denuncia, la víctima relató que los actos de hostigamiento comenzaron desde el 2018 y se extendieron hasta mayo del 2020. Señaló que durante ese tiempo, en al menos diez ocasiones el encausado, cuando ambos estaban solos en la oficina en el primer piso de la Corte: “se acercaba al escritorio para decirme en voz baja que me quería tocar los senos” y que ella trataba de evitarlo y le respondía “no sea necio”.
En la queja expuso que la situación más seria ocurrió el 6 de mayo del 2020. “Al ser las 12:20 p. m., el encausado mientras me encontraba en mi oficina (...) se acercó a mi escritorio para decirme: ‘Venga, quiero contarle algo’. Fuimos a otra oficina y estando allí procedió a contarme sobre un ascenso que le habían dado. Luego me dijo: ‘No me puedo ir de la oficina sin tocarla’. Le dije: ‘No sea necio’ y él respondió: ‘es en serio’. Sentí que no era broma y decidí salir hacia mi escritorio”.
Tras esa escena fue que el encausado la siguió hasta el escritorio, le tomó la mano y la obligó a tocarle el pene y poco después de salir, cuando estaba en otra oficina, le mostró el pene erecto fuera del pantalón. En la denuncia se agrega que ese mismo día, pero a la 1:25 p.m., el encausado envió desde su celular al teléfono de la víctima un mensaje por WhatsApp que decía: “Ya me dio vergüenza ... La manoseada... Rico, pero con vergüenza”. Luego se dice que a las 5:22 p. m. remitió otro mensaje: “(Nombre de la víctima) ¿No está enojada conmigo?”. La funcionaria le respondió: “(Nombre del encausado) lo que usted hizo no me gustó. Usted es un compañero que yo aprecio mucho y que sé que está pasando momentos difíciles y por eso lo entiendo, pero no me vuelva a hacer eso porque me hizo sentir muy incómoda. Yo lo aprecio mucho. Necesito que me respete para que eso no vuelva a pasar”.
Los jueces de la Inspección Judicial encargados de analizar el caso, Cristian Hernández Agüero, Ericka Sanabria Salazar y Enar Carranza Rodríguez, dieron total credibilidad a la versión de la víctima y consideraron que la prueba de descargo no aportó nada. “Para esta Cámara, desde antes del día de los hechos, el encausado venía llevando a cabo acciones y comentarios sexualizados hacia la víctima, los cuales, además, de resultarle molestos, la hacían sentir incómoda; pues como ella misma lo narró, pese a la amistad y buena relación laboral, no había un grado de confianza entre ambos como para justificar los comentarios y mucho menos las acciones ocurridas el 6 de mayo (...) eran conductas no deseadas por ella como persona y como mujer. Se le afectó emocionalmente. Se le hizo sentir incómoda, asustada, ultrajada y acosada sexualmente (...) Además, el encausado aprovechó para cometer el hecho, cuando ambos estaban solos en el recinto, en un lugar con poca iluminación para así no tener testigos de tales acciones, no deseadas por la víctima”.
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