Este miércoles inició el juicio en el que se juzga a dos adultos por asesinar a puñaladas al estudiante universitario Marco Calzada Valverde para robarle un celular. El crimen ocurrió hace un año en la capital, muy cerca del arco del barrio chino, cuando fue interceptado por tres menores de edad y dos adultos.
El debate arrancó en la sala tres del Tribunal Penal de San José, donde se juzga a los hermanos Josué Daniel de 22 años y Justin Manuel Rojas López de 20. De acuerdo con la acusación de la Fiscalía, a ambos se les vincula con un delito de homicidio calificado y otro de robo agravado.
“Con el fin de apoderarse de los bienes del ofendido, de inmediato lo abordaron y uno de los menores le colocó el cuchillo en el cuello al agraviado, mientras otro de ellos le sustrajo la billetera y el celular, una vez con los bienes en su poder, con el fin de procurar la intención del delito, uno de los menores le lanzó varias estocadas y le produjo la muerte”, explicó el fiscal Rodolfo Solórzano.
El abogado de la familia Calzada Valverde, José Luis Campos Vargas, dijo que después de cometer el crimen, los dos adultos se quedaron en la escena, simulando ser testigos que dieron información falsa a los agentes judiciales.
Mientras eso pasaba, uno de los menores se fue hacia las paradas de bus de San Pedro y dejó en un techo de un local la cédula de Marco, otro de ellos huyó con el celular.
Al contradictorio están citados siete testigos, entre ellos, los padres de Marco, Mario Calzada y Gabriela Valverde, quienes fueron los primeros en declarar. El tribunal está integrado por los jueces José Rafael Bolandi, Isabel Porras y Laura Sánchez, quien preside.
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En su declaración, Gabriela Valverde, madre del muchacho, dijo que la vida de su familia cambió ‘muchísimo’ desde el fallecimiento de su hijo, tanto para ellos como para sus otras hijas, quienes han recibido acompañamiento psicológico y terapia familiar.
“Aunque la vida de nuestro hijo no va a ser devuelta, sí queremos justicia, no solo para nosotros, sino también para otras familias, por las vidas que son arrebatadas de manera violenta, por estos hechos que son tan dolorosos”, dijo Valverde.
‘Nunca fue capaz de hablar mal de nadie’
Por su parte, Mario Calzada relató que desde el primer momento en que despertaron y no vieron a Marco en casa se preocuparon, llamaron a sus amigos, visitaron hospitales, marcaron al teléfono del joven, difundieron su foto en redes sociales; sin embargo, no encontraron respuestas.
Relató que él y su esposa se presentaron a la oficina del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) a interponer la denuncia de desaparición y la persona que les tomó los datos de la denuncia marcó el número de Marco y le contestó un taxista quien le dijo que le habían entregado ese celular como pago.
“Nos empezamos a preocupar, yo sabía que él no daría el teléfono como medio de pago, revisamos y no había transacciones de las tarjetas tampoco. (...) Luego un conocido de un amigo nos dijo que atendió un caso que coincidía las descripciones de ropa, fuimos a identificar el cuerpo mi esposa y yo y era él”.
“Esto es como una onda expansiva que no sabemos todavía si vamos a asimilar (...). Marco desde que nació era diferente, un líder completo, nunca fue capaz de hablar mal de nadie. Era un chiquillo de 19 años que se levantaba los sábados, ayudaba en obras sociales, boxeaba, hacía deportes, tocaba en misas y en la noche salía con sus amigos, ese día lo hizo como cualquier otro”, comentó Calzada.
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El progenitor añadió que su hijo era austero, ahorraba para comprarse un carro y destinaba parte de su salario en ayudas, por lo que decidió esa noche irse al bar donde se encontraría con sus amigos en Uber, para llegar a tiempo, pero devolverse en bus. Al momento de su muerte caminaba hacia la parada.
Ambos imputados se encontraban bajo arresto domiciliario con monitoreo electrónico. No obstante, Justin Manuel, el menor de ellos, incumplió la medida cautelar y actualmente se encuentra en prisión preventiva.
Al iniciar el juicio, la jueza Laura Sánchez, les preguntó a ambos si deseaban declarar, pero los sospechosos dijeron que lo harían más adelante y uno incluso, pidió perdón y lamentó los hechos. Sus defensoras, Mariela Carballo Rojas y Denia López Vargas, solicitaron que no se grabara su imagen ni su voz.
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El tercer testigo fue Francisco López Toruño, un guarda de seguridad de una pizzería cercana a donde ocurrió el homicidio. López dijo haber visto a los sospechosos, quienes se le acercaron a pedirle que llamara a la ambulancia porque algo había ocurrido.
“Yo no entendía muy bien lo que estaba pasando, ya después fue cuando vi que llegó la Policía. Uno de ellos incluso gritaba ‘mi hermano, mi hermano’, pero yo no entendía a qué se refería, estaba asustado porque tenía miedo si me hacían algo. A los días, la mamá de uno de los muchachos me dijo que dijera que su hijo no había hecho nada, pero yo le dije que no, porque ya había hablado con el OIJ”, señaló.
Antes del mediodía declaró el investigador del OIJ, Ronny Rodríguez, quien se refirió a la revisión de cámaras que realizó sobre el día en que ocurrió el asesinato. Después continuó un chofer de Didi que dijo que los sospechosos le confesaron que cometieron el crimen.
El juicio está programado nuevamente para el próximo 12 de julio, audiencia donde se espera que brinden su testimonio otra investigadora y un policía de Fuerza Pública. Los otros tres menores de edad, dos adolescentes de 17 años y otro de 14, fueron sentenciados en noviembre a un total de 34 años y 6 meses de internamiento como responsables.