La investigación judicial realizada por un grupo de especialistas fue clave para determinar que Allison Pamela Bonilla Vásquez fue asesinada.
Este viernes, en el juicio que se sigue por el crimen de la joven, la médico forense Laura Quirós Abarca explicó que la falta del cadáver completo y de estructuras óseas específicas hicieron que no fuera posible determinar la causa de muerte mediante análisis.
Sin embargo, detalló que por medio de otras pesquisas se concluyó que se trataba de un crimen. “Con investigación policial se logra determinar muerte homicida desde el punto médico legal”, precisó la especialista.
Agregó que con el análisis de los restos óseos de la víctima, en el que se sigue un proceso establecido, se estima que pudo haber fallecido entre cuatro y ocho meses antes de que se le encontrara en un botadero clandestino en San Jerónimo de Cachí, en Paraíso, Cartago.
Con ella coincidió Georgina Pacheco Revilla, antropóloga forense, quien estimó el mismo plazo para el deceso de la muchacha, de 19 años, quien fue vista con vida por última vez el 4 de marzo del 2020 en la noche.
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Pacheco también contó que las partes del cuerpo de Bonilla encontradas en el botadero clandestino estaban completamente esqueletizadas y que no había remanente de tejido blando.
Dijo que en este caso se determinan rasgos específicos que permiten determinar el sexo.
La antropóloga aseguró que el cuerpo presentaba diversas fracturas que fueron ocasionadas antes de la muerte, ya que cuando estas se dan posteriormente, tienen una coloración.
“Se observan fracturas en vértebras toráxicas seis, siete y nueve, una fractura por compresión (es decir, por la aplicación de fuerza sobre las vértebras), otras en las costillas derechas uno, dos, siete y ocho y otra más en la costilla siete del lado izquierdo”, precisó.
Ante consultas que le hicieron las partes, Pacheco indicó que a partir del análisis que ella hizo no cabe la posibilidad de que Bonilla se haya resbalado en el botadero de basura clandestino.
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Desaparición
Allison Bonilla fue vista con vida por última vez el 4 de marzo del 2020, cuando iba para su casa. Según la prueba testimonial evacuada hasta ahora, ella fue abordada por el único sospechoso del crimen, Nelson Enrique Sánchez Ureña, quien le ofreció llevarla.
No obstante, en determinado momento el sujeto cambió de ruta, metió a la joven en una finca de café cerca del parque recreativo Charrara y ahí la golpeó.
Expertas en comportamiento criminal narraron el martes pasado que el hombre, al parecer, tenía una especie de fantasía sexual con la muchacha y que, además, estaba consciente de lo que estaba haciendo, por lo cual se deshizo del cuerpo lanzándolo al botadero clandestino.
La acusación de la Fiscalía indica que Bonilla fue lanzada al precipicio de este lugar de desechos mientras estaba inconsciente.
“Sánchez Ureña condujo con rumbo a un botadero clandestino ubicado en San Jerónimo de Cachí y ese mismo día, el 4 de marzo del 2020, el imputado al llegar, con total desprecio por la vida humana, sacó de la cajuela el cuerpo inconsciente de la ofendida y lo lanzó a un precipicio de aproximadamente 450 metros de profundidad, con la finalidad de asegurar la muerte de la ofendida, tomando en cuenta las condiciones del lugar donde cayó, para procurar así la impunidad”, detalló Aragón el pasado 19 de julio, cuando comenzó el juicio.
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