Pasaron casi cinco años desde que comenzó la construcción de la trocha fronteriza paralela al río San Juan y todavía la vía no se terminó.
La falta de financiamiento y los problemas judiciales que tuvieron que afrontar en este periodo obstaculizaron una y otra vez su avance.
La edificación de la vía de lastre se inició a mediados del 2011 luego de que, en el 2010, el gobierno de Laura Chinchilla denunció la invasión de isla Calero, en el extremo caribeño de la frontera, por parte de varios militares y civiles de origen nicaragüense.
Sin embargo, en uno de los últimos recorridos que hizo La Nación a la zona, en setiembre pasado, se observó que la carretera de 160 kilómetros, está construida a pedazos.
Para aquel momento, la única sección que estaba realmente transitable era la que iba de Fátima hasta Delta Costa Rica, ambas comunidades de Sarapiquí, en Heredia. Es un recorrido de unos 18 kilómetros.
El resto de la carretera Juan Rafael Mora tiene tramos de no más de cuatro kilómetros, los cuales se topan con un puente caído o caminos intransitables.
Los problemas. El comienzo de la obra transcurrió con normalidad, pero a los meses trascendió que el plan se inició sin la existencia de diseños y bajo mecanismos de contratación que ahora son investigados por la Fiscalía General.
Las supuestas anomalías le costaron el puesto, en el 2012, al entonces ministro de Obras Públicas y Transportes (MOPT), Francisco Jiménez.
Además de las denuncias por anomalías en el manejo de fondos, la demanda de Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia, en La Haya, Holanda, por un supuesto daño ambiental y el constante deterioro de la vía le restaron urgencia al proyecto, al punto de que hoy está completamente abandonado.