Un abogado tico relató ante la justicia estadounidense cómo un empresario de Minnesota, sentenciado a siete años de prisión, movió millones de dólares en Costa Rica para evadir impuestos.
Scott Phillip Flynn, quien en el 2000 cumplió otra condena por fraude, obtuvo ingresos millonarios en acciones de dos empresas que él asesoraba para poder negociar en el mercado de valores.
Flynn mandaba estas ganancias a Australia para devolverlas a las cuentas de su padre, en Estados Unidos, y así ocultarle el dinero al Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés) de su país.
Parte de esos ingresos los transfirió a su país a través de cuentas en Costa Rica, según reporta una nota publicada por Star Tribune de Minnesota.
El dinero era enviado a Estados Unidos por el abogado costarricense y testigo en el caso Arnaldo Bonilla Quesada, según consta en un informe del Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito de Minnesota, que pudo consultar este medio.
Bonilla no dio declaraciones a La Nación, pues aseguró que no podía referirse al tema porque la investigación del Departamento de Justicia estadounidense aún está en curso. Sus declaraciones en el proceso fueron claves para condenar a Flynn.
Según el informe del Tribunal, Flynn le traspasaba parte de sus ganancias al abogado y este, a su vez, se encargó de abrir en Costa Rica cuentas bancarias asociadas a tarjetas de débito domiciliadas en Estados Unidos.
Flynn luego retiró $136.000 de estas cuentas en cajeros automáticos de Minneápolis, dinero que nunca reportó como ingresos, indica el informe antes citado.
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De acuerdo con ese mismo documento, el imputado transfirió cerca de $11,5 millones a testaferros en Australia, de los cuales Flynn ya había repatriado $5 millones. De esta última cifra, $3,5 millones volvieron a Estados Unidos a través de Costa Rica.
Bajo este método actuó entre el 2006 y el 2011.
Durante ese periodo, el sujeto vivía en una casa de lujo, mientras reportaba a la IRS que vivía con sus padres, informó el Star Tribune de Minnesota.
El principio del fin
En el 2010, Flynn le pidió a Bonilla que contactara a 12 personas costarricenses para que abrieran cuentas bancarias y de inversión para actuar como fiduciarios.
Sin embargo, el estadounidense echó marcha atrás cuando Bonilla le explicó que estas personas debían registrarse para pagar impuestos por el dinero que entrase al país.
El reporte del Distrito de Minnesota detalla que esto “enfureció” a Flynn.
Cuando el abogado descubrió que el plan de Flynn era usar meros testaferros, cerró las cuentas que había abierto en el Banco Lafise para su cliente.
“Como consecuencia, Flynn nunca pudo depositar ninguna de las acciones en sus cuentas de inversión”, indica el informe.
El empresario, de 57 años, fue sentenciado el 24 de enero a siete años de cárcel y a un pago de $5 millones.