Un joven chino de apellido Lin y de 26 años es el dueño de la cadena de tiendas de ropa SYR, en donde humillaron y golpearon con palos a dos empleadas por un supuesto robo a una caja registradora, que al final resultó ser falso. El muchacho tiene residencia en el país y montó su negocio hace apenas dos años, pero ya acumula propiedades y autos de alto valor, así como cuantiosas deudas con el fisco y la seguridad social.
La marca de fábrica y comercio “SYR” fue inscrita por Lin el 21 de setiembre de 2020 bajo una de sus 37 sociedades de responsabilidad limitada en las cuales se reparte el puesto de gerente y subgerente con su hermano, quien también es su socio y con quien administra todas las tiendas que tiene en varios cantones del país, según confirmó su abogado Carlos Alberto Chinchilla Sandí, quien lo representa desde el viernes anterior.
De acuerdo con una publicación del diario oficial La Gaceta, se trata de la sociedad Distribuidora Hen Kuai, inscrita el 29 de junio de 2020 y la cual no aparece registrada como patrono en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). De hecho, solo seis sociedades de Lin aparecen inscritas como patronos en la CCSS y cuatro de ellas presentan deudas por arriba de los ¢45,5 millones, según el portal de morosidad en línea.
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Además, en la página de Administración Tributaria Virtual del Ministerio de Hacienda sus sociedades también aparecen con deudas con el fisco por encima de los ¢16 millones y la sociedad con la fecha de inscripción más antigua data del 17 de abril de 2018. Esta es la sociedad que aparece detrás de la patente de una de sus 18 tiendas en la capital, según un estudio de la Municipalidad de San José al cual tuvo acceso este diario.
En el informe se detalla que la mayoría de tiendas SYR no están registradas bajo una misma sociedad, sino que cada local aparece con una sociedad distinta. El jefe de Patentes del ayuntamiento, Carlos Montero, confirmó a La Nación que este estudio se realizó porque la dirección financiera del municipio tiene dudas respecto a si realmente los locales comerciales “están declarando de conformidad a lo que están inscritos en Tributación”.
Sus tiendas se caracterizan por enormes rótulos rojos con las letras SYR en mayúsculas. En un radio de cinco cuadras, en San José, hay al menos seis tiendas. Venden ropa para adultos y niños y es posible encontrar pantalones en ¢6.000 u ¢8.000, o camisas y blusas entre ¢3.000 y ¢4.000. Con ¢10.000 un cliente puede comprar una mudada completa.
Hace unos días, era posible ver mujeres, incluso menores de edad, y migrantes, desempacando grandes pacas de ropa y algunos, a cambio de no divulgar su nombre, indicaron que ganan ¢70.000 a la semana, pero podrían sumar ¢85.000 si se abstenían de tomar el día libre de ley. La semana pasada el propio Ministerio de Trabajo confirmó violaciones laborales en estos comercios, como la contratación de menores de edad y el no reconocimiento de salarios mínimos y jornadas de trabajo.
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En Av 6 y 8, Calle 4 el Departamento de Patentes de la #MuniSJO clausura nuevamente una tienda SYR por realizar la apertura sin permiso sanitario de funcionamiento. El local ya había sido clausurado por #PolicíaMunicipal el viernes pasado. pic.twitter.com/65KZjTOU2t
— Marcelo Solano Ortiz (@msolartiz) November 22, 2022
Asimismo, en el Registro Nacional el joven dueño de las tiendas aparece con cinco vehículos de marcas como Porsche Cayenne y Audi Q7 y S6 con valores que van desde los ¢13 millones hasta los ¢30 millones, y un apartamento en un condominio vertical en la Sabana con un precio de $145.000. Además, el Poder Judicial confirmó que Lin tiene pendiente un juicio civil en el que el demandante es una sociedad anónima y la estimación es de ¢32 millones.
El abogado del propietario de la cadena SYR dijo a este diario que el muchacho tiene tres años de vivir en el país y que cuenta con una residencia temporal. La Dirección General de Migración y Extranjería respondió que, en los últimos cinco años, el sujeto ingresó por primera vez el 26 de marzo de 2018 y hasta la fecha ha salido del territorio tico en cuatro ocasiones, todas este año. La última fue en setiembre y regresó hace ocho días, junto a su hermano mayor de 28 años, con quien administra las tiendas y quien ha salido del país 10 veces.
Lin está casado con otra ciudadana de origen oriental desde el 26 de julio del 2018, según consta en la página del Tribunal Supremo de Elecciones. Tanto su esposa como su papá figuran en las sociedades en las que él es parte.
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Cuando La Nación intentó contactar a Lin este martes para incluir sus declaraciones en esta nota, la persona que contestó al número de celular que aparece registrado a su nombre dijo: “No conozco. Equivocado. Yo no soy (dice el nombre). ¿A quién está buscando? No conozco, está equivocado”. Luego, cuando se le preguntó si tiene relación con las tiendas SYR, el hombre respondió: “¿Qué ocupa? ¿Qué está preguntando? No sé, no sé”.
La noche de este martes se conoció que en la audiencia de medidas cautelares contra el joven, que se extendió por más de 10 horas, se le ordenaron dos meses de prisión preventiva. Por el momento, se sabe que el sujeto se abstuvo de declarar en los tribunales tras ser detenido por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y que figura como sospechoso de los delitos de privación de libertad, agresión con arma y tortura.
Su trascendencia
El apellido de Lin empezó a figurar en titulares de noticias este lunes, cuando fue detenido por agentes del OIJ en la avenida 10, en San José. Desde el viernes pesaba sobre él una orden de captura para que respondiera por un video de agosto pasado, pero que se conoció hasta este mes, en el que dos empleadas de SYR son agredidas con palos y a una incluso le cortan el cabello.
Según se supo después, este hecho ocurrió el 14 de agosto en el local ubicado al costado oeste del Banco Nacional, entre avenidas 1 y 3, calle 4, en la capital.
El pasado miércoles 16 de noviembre, en declaraciones a Multimedios, Canal 8, dos personas que dijeron ser propietarios de la cadena SYR lamentaron los hechos, pero alegaron que los robos, por parte de las muchachas agredidas, eran recurrentes y reclamaron que la Policía no intervenía cuando la llamaban.
“Una de las dos empleadas es cajera y la otra acepta la mercadería y ellas han robado plata, mercadería, no es la primera vez, muchas veces. Nosotros les hemos dado esos casos a los policías, dan la vuelta y lo dejan, y ya estamos cansados de eso”, dijo uno de los hombres.
“Antes de hacer la golpiza siempre hemos pedido ayuda a la policía para que nos ayuden a agarrar a los ladrones, cada vez que los buscamos nos dicen que no pueden hacer nada porque no son uno ni dos, son un montón (...) estamos cansados de que nos den esa respuesta”, alegó.
La Nación supo que Lin acudió a la entrevista en Multimedios, pero él no es el hombre que brindó declaraciones en cámara, con identidad protegida.