Un hombre de apellidos Solera Anchía, de 28 años, irá un año a prisión preventiva por ser el principal sospechoso del asesinato de su expareja y madre de su hija, Marisol Rodríguez Cordero, el pasado lunes 27 de mayo en Colonia Puntarenas, Upala, Alajuela.
La medida cautelar fue impuesta por el Juzgado Penal de Upala, luego de que el sujeto fuera capturado el mismo día del crimen. Su detención se logró tras tres horas de patrullaje, cuando las autoridades lo localizaron escondido en un bananal de la comunidad de Santa Rosa.
Solera y Rodríguez, de 40 años y origen nicaragüense, mantuvieron una relación durante varios años. Según la hermana de Marisol, Johana Huete, se conocieron cuando Solera trabajaba en la construcción de la casa de la madre de Marisol.
Después de iniciar su relación, se comprometieron y hace un año y siete meses tuvieron una hija. No obstante, el compromiso se canceló debido, según Huete, a los comportamientos obsesivos y controladores de Solera.
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De hecho, el miércoles anterior al femicidio, Rodríguez solicitó una orden de restricción para que Solera no se le acercara. Sin embargo, el lunes siguiente, Solera acudió a la casa de Rodríguez, donde ella se encontraba con su madre y su bebé, y la asesinó.
Aparentemente, Solera irrumpió en la vivienda y, en el corredor donde Marisol tenía su salón de belleza, la atacó con una piedra. Luego, con un arma blanca, le causó graves heridas en los brazos, todo frente a la madre de Marisol.
La señora, de 65 años, intentó defender a su hija, pero Solera se lo impidió y le dijo que no se metiera. Mientras atacaba a Marisol, le decía: “usted sabía que esto iba a pasar”, según Johana.
A los pocos minutos llegó el hijo de Marisol, de 17 años, quien también intentó apartar a Solera de su madre, pero no tuvo éxito. Solera lo tomó por el cuello e intentó ahorcarlo, según Huete.
Tras cometer el ataque, Solera huyó en motocicleta y se escondió hasta que la policía lo encontró. Por su parte, los familiares de Marisol la trasladaron a un centro médico en un vehículo particular, pero al llegar, fue declarada sin signos vitales.
Marisol no solo tenía a la niña de un año y siete meses y al adolescente. También era madre de otra menor de 9 años y de un joven de 23, quien recientemente la convirtió en abuela.
Un día después del femicidio, el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) informó de que la custodia de la niña de 9 años y del adolescente le fue otorgada automáticamente al padre de ambos.
Mientras tanto, la más pequeña permanecerá con una familia temporal hasta que se determine quién será su encargado legal. Para cuidarla, la institución evalúa a cinco familiares: un tío materno, una tía paterna, los abuelos paternos y el hermano mayor de la niña.
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