Las hermanas Ruth y Dayana Gaytán Ramírez, de 23 y 21 años, fueron sentenciadas la tarde de este lunes a 25 años de prisión por el homicidio de Brian Lynn Hogue, un pensionado estadounidense cuyo cuerpo nunca apareció.
Un tercer involucrado, Jeiner Zúniga Salazar, fue absuelto al verse favorecido por el beneficio de la duda. Aunque hubo indicios que lo incriminaban, los jueces –Karen Parrales, Verónica Dixon y Hernán Salazar (presidente)– no pudieron vincularlo directamente con los hechos ocurridos el 1.° de junio del 2015 en Moín, Limón.
Ruth y Dayana Gaytán escucharon la lectura del por tanto en silencio y cabizbajas.
"Fue un plan descabellado (el homicidio) con la única finalidad de privar de su vida a un ser humano para apropiarse de la totalidad de sus propiedades", expresó el juez Salazar.
Las hermanas idearon el homicidio al percatarse de que el pensionado había descubierto que había sido despojado, mediante un fraude registral, de dos valiosas propiedades que tenía en Paquera y que era cuestión de horas para que constatara que ellas estaban detrás.
"No es que desapareciera porque él decidiera abandonar el país, sino porque lo desaparecieron para que no pudiera formular la denuncia penal y que el caso permaneciera en silencio. Sin embargo, al final las autoridades supieron lo que había ocurrido", expresó el Tribunal en voz de Salazar.
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Las hermanas conocieron al estadounidense Hogue y supieron de sus propiedades gracias a unos primos de ellas, que a su vez eran peones del extranjero. Él decidió ayudarlas permitiendo que ambas se mudaran a la casa de una finca que tenía en Gallo Pinto, en La Marina de Guápiles.
El pensionado inició una relación sentimental con Ruth y esto facilitó que se hiciera aún más cercana al pensionado, dedicado al negocio de bienes raíces.
La mujer, un día antes de que Hogue interpusiera la denuncia por el robo de sus propiedades, lo convenció de hacer un viaje de descanso o de "luna de miel" a Limón.
La noche del 1.° de junio del 2015 lo sacaron del hotel en el cual estaba hospedado, al parecer en Moín, y nunca más volvió a aparecer.
Las hermanas no recibieron condena de prisión por los fraudes registrales, por cuanto estos fueron subsumidos (absorbidos) por el delito más grande, el de homicidio.
Un cuarto acusado, Bernardo Corrales Vargas, sí fue encontrado responsable de fraude, por lo cual fue sentenciado a tres años de prisión, pero no irá a la cárcel porque obtuvo el beneficio de ejecución condicional de la pena.
Este acusado, originario de Ciudad Quesada, habría sido el que propició las falsificaciones para conseguir el traspaso de las propiedades, luego de engañar a un notario público de San Carlos con información falsa.
Corrales y Ruth también enfrentaron un cargo por aborto, pero al final solo la mujer fue hallada responsable, por lo que le impusieron seis meses de cárcel.
El Tribunal fue muy severo con Ruth Gaytán cuando se resolvió el tema del aborto, especialmente por la crueldad con que ella y Corrales (quien también fue su pareja sentimental) abordaron el asunto, al punto de tomarle fotos al feto y enterrarlo.
La pesquisa del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) abarcó cuatro provincias: San José, Puntarenas, Alajuela y Limón.
"Creo que con el acervo probatorio contenido en el expediente se dictó una sentencia dónde se llegó a la verdad procesal, aunque no se logró la verdad real. Sin embargo, en parte se hizo justicia", expresó Martín Coto, representante de la acción civil y de la querella que fue acogida por el Tribunal.
Hogue, de 67 años y originario de California, Estados Unidos, se enamoró de Costa Rica después de su primera visita. Eso provocó que se volviera un asiduo visitante, al punto que prácticamente regresaba todos los años.
Los viajes los hacía acompañado de su esposa, Susan Clare Houge. En uno de los últimos desplazamientos, la pareja decidió que nuestro país sería el lugar de retiro de ambos, una vez que Hogue llegara a pensionarse.
Una vez jubilado, el estadounidense volvió a país y optó por radicarse en Paquera, Puntarenas, donde adquirió dos fincas con sus respectivas casas.
Una de las propiedades era más grande que la otra por lo que, con visión de inversionista, la segregó en lotes y la vendió bajo el modelo de quintas.
Luego, con las ganancias que obtuvo con la venta de las quintas, adquirió una tercera finca ubicada en Guápiles.
Hogue se enteró del robo del cual había sido objeto cuando pretendió hipotecar con una mutual una de las propiedades de Paquera para comprar una nueva finca en Guápiles. Allí se dio cuenta de que había una anotación de compra y venta en el Registro de la Propiedad.