“Kenneth (Enrique Mejía Chavarría, de 38 años) anduvo por cinco días haciendo que nos ayudaba a buscarla, haciendo el papel de que nos ayudaba a buscar a mi chiquita, hacía que la buscaba, cuando sabía que la había matado”.
De esa manera, Patricia Zamora fustigó el actuar del imputado en la causa por el asesinato de su hija, Luany Valeria Salazar Zamora, de 23 años, ocurrido en junio del año anterior en Linda Vista de Río Azul, en La Unión de Cartago.
Las palabras las dio la mujer en el juicio que comenzó hoy en los Tribunales de Cartago, luego de que fue reprogramado en dos ocasiones anteriores.
En ese debate se tiene como único sospechoso a Mejía, alias Hippie, a quien la Fiscalía acusó por homicidio calificado y robo agravado en perjuicio de Salazar.
El fiscal Adrián Coto leyó la pieza acusatoria, la cual señala:
“Durante el desarrollo de la convivencia entre Kenneth Enrique Mejía Chavarría, Luany Valeria Salazar Zamora y otros dos amigos, Mejía le indicó a la ofendida (Salazar) que fueran a su casa porque le tenía un negocio con un anillo.
“Se retiraron de la convivencia (reunión social), pues el imputado logró persuadir a la ofendida de dejar a sus amigos para proceder a acompañarlo a su casa.
“Una vez en el sitio, el imputado (Mejía), actuando sobre seguro porque siempre mantuvo bajo pretexto a Luany, le solicitó que lo acompañara a su habitación que está en la segunda planta del inmueble. Le pidió que pasaran en silencio ya que alguien más estaba en la primera planta.
“En la habitación del imputado, de manera sorpresiva e impredecible porque no existía conflicto entre ellos, el imputado le da muerte a la ofendida para apoderarse de sus bienes. Mediante un objeto no determinado, pero con corte punzocortante, le propinó seis heridas en el cuello y la cara. Heridas a las que Luany no puedo poner resistencia ni pedir ayuda, ya que, ante tal acción, muere.
“Una vez que el imputado le dio muerte, se apoderó del celular de la ofendida y con el fin de procurarse inmunidad trasladó el cuerpo hasta el cuarto de pilas que está en el primer piso de la vivienda. Envolvió el cuerpo con un envoltorio color negro y lo amarró con cinta adhesiva. Luego lo enterró en una jardinera del patio trasero de la vivienda”.
Búsqueda en solitario
Luego de que el Ministerio Público concluyera la acusación, Patricia Zamora fue llamada a declarar.
Su relato estuvo entrecortado debido a que su afectación emocional es evidente y esperable, pero, tras retomar fuerzas, contó cómo fue el día antes del asesinato, así como el actuar policial después de la desaparición de su hija.
Recordó que el martes 9 de junio del 2020, a las 6 p. m., Luany le escribió un mensaje para decirle que iba a ir donde unos amigos a compartir.
“No vi nada malo en eso porque los conozco y porque era como a 150 metros de mi casa. Esa noche me acosté, pero mi hija no llegó y pensé que se iba a quedar con ellos porque eso solía pasar. Me levanté a las 5 a. m. (del 10 de junio), le escribí pero no me respondió. Fue como a las 6:30 a. m. que me escribió diciendo que ya iba para la casa.
“Ese día me fui a trabajar normal, pero cuando regreso a la casa, veo que no está y empecé a buscarla con las amigas, queríamos agotar todas las posibilidades de saber que no estaba ahí. No teníamos noticias y entramos en crisis”.
Pese a eso, dijo, no fue hasta el jueves 11 de junio en la tarde que interpusieron la denuncia. “Lo que yo quería era llegar con algo en firme, que no me dijeran que diera tiempo a que aparezca (...) Lo primero que le dije a la persona que me recibió la denuncia fue que tenía un sospechoso porque fue el último que vieron con Valeria”.
La mamá insistió en que la Policía nunca llegó a hacer averiguaciones que permitieran conocer el paradero de su hija, por lo que se vio en la obligación de hacer lo propio. Volvió a hablar con conocidos de la muchacha y ahí fue cuando obtuvo más información de una de las amigas más cercanas a la joven, de apellido Urbina.
“Ella (Urbina) me dijo que (él) Mejía empezó a insistirles a las dos para que se fueran con él, pero ella me contó que ella no fue porque le daba asco, me dijo que Kenneth es un enfermo, que siempre echaba los perros, que siempre decía cochinadas y que un día hasta se sacó el miembro”, apuntó.
Patricia Zamora narró que le clamaba al Organismo de Investigación Judicial (OIJ) para que le ayudara con la búsqueda, pero al ver una supuesta actitud negativa, continuaba ella sola.
“La buscamos por la montaña, por todo lado, porque sabía que Valeria no se había ido, ella no me hubiera hecho eso a mí porque sabía que me moría si me hacía eso. Como la Policía nunca llegó, Kenneth (imputado) anduvo por cinco días haciendo que nos ayudaba a buscar a Vale, haciendo el papel de que nos ayudaba a buscar a mi chiquita, hacía que la buscaba, cuando sabía que la había matado”.
Los días pasaban y Luany seguía sin aparecer. Todos en el vecindario señalaban a Hippie por la desaparición, por lo cual Patricia aseguró que pedía ayuda a las autoridades para poder “presionarlo” y que dijera dónde estaba ella.
Sin embargo, como insistió en que ese socorro no llegó, ella buscó la manera de contactarse con el dueño de la vivienda en donde Luany había estado por última vez y en donde vivía Hippie.
“Mi hermana tenía el número de Guillermo (el tío de él y propietario) y (el sábado 13 de junio) lo llamó para que nos abriera la casa, pero dijo que podía hasta el lunes (15 de junio) porque no estaba ahí. Ese día, cuando ingresaron, estaban mi hermana, mi hijo José Luis, la esposa y Guillermo.
“Todos pegaban gritos. Yo no entré, solo escuché los gritos: Mi hijo encontró el cadáver (...) El teléfono apareció en una compra y venta en San José porque Kenneth lo llevó a reparar porque estaba dañado, la pantalla toda quebrada”, recordó la mamá.
‘¿Cómo pudo dormir con el cuerpo de mi hija ahí?’
Desde el momento en el que encontraron a Luany Salazar muerta y enterrada en esa casa, Patricia Zamora solo se pregunta una cosa: “¿Cómo pudo dormir seis días con el cuerpo de mi hija ahí?”.
La mamá aseguró que, pese al paso del tiempo, ella no entiende por qué él (Mejía) hizo esto.
“Ese señor durmió seis días con el cuerpo de mi hija en esa casa. Me vio llorarle, suplicarle que por favor me ayudara. ¿Cómo pudo hacer hasta que la buscaba? Esto no es de Dios. Ella no tenía que haber muerto así, ella no tenía que haber partido de esa manera tan cruel, tan horrorosa”.
Por eso, es que la vida de Patricia Zamora no es igual “porque no solo mató a mi hija, sino que me mató a mí en vida”.
“Ella era una muchacha de 23 años (...) Valeria estudió, estaba superándose, hablaba inglés (...) tenía planes, quería ser abogada, porque nunca le gustaron las injusticias”, recordó la mamá, quien dijo estar en terapia psicológica.
“La muerte de mi hija fue algo muy marcado, fue espeluznante. Todos los días pasamos por esa casa, porque está a la par de la mía. Veo esas latas, veo ese hueco donde metió a mi chiquita. Tomo medicamentos y tengo ayuda psiquiátrica, porque sino no podría”.
Este juicio continuará el miércoles 7 de julio en el Tribunal Penal de Cartago, donde se tiene programado que testifiquen cuatro personas más.