Un transportista que mató a su expareja sentimental y a su hijastra descontará 50 años de prisión, luego de aceptar los cargos y someterse a un procedimiento especial abreviado.
La sentencia fue impuesta el viernes pasado en el Juzgado Penal de Cartago, en contra de Vinicio Angulo Araya, de 65 años, quien se declaró culpable por los delitos de feminicidio y homicidio simple.
El crimen ocurrió el 3 de diciembre del 2018, en Carrizales de San Pablo, en León Cortés.
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El 11 de noviembre del 2018, policías sacaron a Angulo de la casa en la que vivía con Gerardita Agüero Fallas, en San Lorenzo de Tarrazú, ante denuncias por violencia doméstica.
El día de los hechos, el sentenciado llegó con un arma de fuego a la nueva residencia de Agüero, y le disparó 11 veces.
La mujer, de 53 años, falleció en el lugar. Su hija, de 13 años, quedó grave por un impacto de bala en la cabeza, y murió horas después en el Hospital Calderón Guardia.
Ellas fueron dos de los 24 feminicidios registrados en el 2018.
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El sujeto también le apuntó al dueño de la propiedad y novio de Agüero, sin embargo, el arma no se accionó.
Antes de huir, Angulo le prendió fuego a dos vehículos que estaban en la cochera: un pick-up de la mujer y el auto de su pareja, por lo que inicialmente el caso se manejó como un incendio.
Los bomberos de Tarrazú indicaron que ambos carros quedaron con pérdida total y además se quemaron 50 metros cuadrados de un galerón.
José Gamboa, hijo del propietario de la casa, relató a este medio el 4 de diciembre anterior: “Cuando yo subí y vi el incendio, corrí a ver dónde estaba mi tata. En eso me topé con la chiquita tirada al frente, aún con vida, y cerca de ella a la señora, que yacía de espalda, en el corredor. Corrí a ver si mi tata también estaba baleado, pero se salvó de milagro”.
Luego de los asesinatos, el responsable llegó en automóvil a la Delegación de la Fuerza Pública de Tarrazú, donde se entregó a las autoridades.
Finalmente, Angulo fue condenado por los delitos de feminicidio, homicidio simple, tentativa de homicidio, incumplimiento de medidas de protección, maltrato, daños e incendio.
Gerardo Ulises Solís Agüero, el mayor de los cuatro hijos de Gerardita Agüero, había declarado a La Nación que Angulo actuaba como "un hombre obsesivo, cavernícola y siempre andaba armado”.
Vecinos de la zona también afirmaron que el hombre, quien trabajaba en el transporte de estudiantes, solía portar un arma. Según la Dirección de Armamento del Ministerio de Seguridad, a su nombre no aparecían armas inscritas, ni permisos de portación.