Las autoridades judiciales allanaron este jueves la casa de un hombre de 38 años, de apellido Mora, que podría estar relacionado con el homicidio de Kristtel Fernández Quesada, de 21 años, y su hija de 4 años, quienes fueron atacadas a balazos mientras dormían la noche del martes, en el barrio Chita de Limoncito, en Limón.
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) indicó que en la casa de Mora, también en Limoncito, fueron decomisados teléfonos celulares y otras evidencias para la investigación. Este es el tercer allanamiento realizado por este caso, y en los dos anteriores se decomisaron tres vehículos y una motocicleta que podrían haberse usado para el crimen.
Mora quedó detenido, pero no por el doble homicidio, sino por incumplir una medida de protección. Su posible vínculo con los asesinatos de Fernández y su hija aún está por determinarse, indicó el OIJ.
“Hay una línea de investigación que nos acerca hacia esta persona, parte de las pesquisas es poder obtener información que nos pueda facilitar la hipótesis que tenemos, ya tenemos un buen avance en la investigación”, afirmó el director del OIJ, Randall Zúñiga.
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El doble homicidio ocurrió el martes poco antes de las 11 p. m., cuando dos hombres llegaron en motocicleta, entraron al apartamento de Fernández y cometieron el crimen usando, al parecer, un arma de fuego calibre 9 milímetros. Fernández recibió balazos en su tórax y abdomen, y la menor, en la cabeza.
Las autoridades aún no han detallado un posible móvil del crimen. Aunque medios regionales informaron sobre el arresto de los presuntos homicidas, la Fuerza Pública desmintió el miércoles esas afirmaciones.
El miércoles, Carlos Fernández, papá y abuelo de las víctimas dijo que desde que conoció el desenlace de sus familiares “lo mataron a él también”.
Recordó que la tarde antes del crimen, cuando él iba llegando a su casa, se topó a su nieta y a su hija, quienes iban de salida. “Me dice: ‘Voy a dormir con mamá hoy, papi. No te voy a dejar solo, mañana vengo y duermo contigo’”, recordó el abuelo.
Después de eso, él le dio a su nieta una leche que le había comprado y ellas se marcharon, no sin antes darle un abrazo y un beso de despedida. “No se ponga triste, papi; yo mañana vengo”, le dijo la niña, quien iba a pasar la noche con su madre en una nueva casa, en Limoncito, donde las ultimaron.