Luany Valeria Salazar, cuyo cuerpo apuñalado apareció enterrado el 15 de junio en una casa en La Unión de Cartago, mantenía una relación sentimental con un sicario de la banda narco liderada por Luis Ángel Fajardo Martínez, alias Pollo y quien está preso en Nicaragua.
La información la reveló el director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Wálter Espinoza, en una comparecencia que tuvo este jueves en la Comisión de Seguridad y Narcotráfico de la Asamblea Legislativa.
En dicho encuentro con los diputados, Espinoza salió al paso de las críticas recibidas luego de que la familia de la fallecida hasta lo denunciara tanto a él como a la delegación de Tres Ríos por considerar que no se le dio la importancia suficiente a la desaparición de la muchacha.
La última vez que la familia vio con vida a Salazar, de 23 años, fue el martes 9 de junio cuando salió de su vivienda, en Linda Vista de Río Azul de La Unión, pero no fue hasta el jueves 11 de junio que alertaron a la Policía sobre la situación.
Espinoza contó que la denuncia interpuesta por la madre de la joven solo indicaba: “(Luany) no está, le gustan las drogas y estoy muy preocupada”.
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Partiendo de esa escasa información, el jefe policial detalló que realizaron diferentes gestiones, entre las cuales está el levantar la victimología; es decir el perfil de la ofendida.
Como parte de ese análisis fue que descubrieron que estaba relacionada con un sujeto, de apellido Romero, alias Cachetón, quien es investigado desde el 2018 por ser sicario del grupo del Pollo.
“En ese momento (2018) hicimos allanamientos para detenerlo. Logramos detener a un hermano suyo, pero a Romero no. Esto implicó hacer actividades investigativas y permitió verificar que esta joven estaba relacionada con Cachetón”, apuntó el jerarca policial.
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Asimismo, los agentes judiciales pudieron determinar que la muchacha tenía nueve meses de trabajar en el hotel El Rey, ubicado en San José centro. “Tenía nueve cotizaciones”, enfatizó Espinoza.
En una fecha desconocida, además, Luany se vio envuelta en una confusa situación en la que dos hombres y otra mujer tuvieron un enfrentamiento a lo interno de un motel en Paso Ancho, San José.
“Ese hecho concluyó con una balacera y con una apertura de una investigación en la que la joven Luany figuraba como víctima del delito”, relató.
Esclarecieron, también, su relación con el consumo de drogas, así como un viaje que realizó a Reino Unido, en un momento no dado a conocer.
Por la muerte de Luany, la Fiscalía maneja como único sospechoso a un hombre, de apellido Mejía y alias Hippie, luego de que el cadáver apareciera en la casa en la que él vivía. Él descuenta seis meses de prisión preventiva.
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Tratamiento a la denuncia
Wálter Espinoza dejó claro que, cuando de una desaparición se trata, las primeras horas son vitales.
En el caso de Luany Salazar, recibieron la alerta por parte de la familia casi 48 horas después de que tuvieron el último contacto con ella.
Según Espinoza, el último mensaje que le mandó Salazar a su madre fue a las 6:30 p. m. del martes 9 de junio; la denuncia fue interpuesta el jueves 11 de junio a las 5:55 p. m en las oficinas centrales de la Policía Judicial.
En lo expuesto por la madre, no había detalles: No indicó ni siquiera que sospechaba de alguien, ni ninguna otra información que pudiera ayudar, apuntó el jefe policial.
“Se le pidieron fotografías para ponerlas a circular en redes sociales y en medios de comunicación”, reseñó.
El viernes, en horas de la mañana, la denuncia se asigna a la delegación de Tres Ríos, en Cartago, y ahí es donde se realiza toda la victimología.
En paralelo, contó, se contacta con la Fiscalía para dar a conocer lo ocurrido, así como las diligencias realizadas hasta el momento.
“Estábamos buscando a una persona desaparecida, cuya madre solo nos dijo que no está. No nos habló de agresiones, ni de enemigos, ni de problemas de ninguna naturaleza, ni de secuestros”, lamentó.
El sábado 13 de junio por la mañana, la mamá llamó al sistema de emergencias 9-1-1 para decir que recibió “un mensaje y brindó la dirección en donde estaba su hija, nos señaló un asentamiento en precario (de Curridabat). Nos dijo que no sabía si estaba voluntariamente ahí, que no sabía si había armas de fuego o heridos y que era un barrio peligroso”.
Veinte minutos después de esa alerta, reseñó Espinoza, los agentes se dirigieron al sitio, sin tener resultados positivos.
“Retornaron a la oficina en la tarde y llamaron a la mamá de Luany. Le preguntaron las fuentes de información y nos dice que fue de un perfil falso de la red social, cuando antes había indicado que era por un mensaje, pero no voy a entrar en esos detalles”, mencionó el jerarca.
En esa conversación brindó un dato importante: una amiga de Luany, de apellido Urbina, fue de las últimas personas en tener contacto con ella, pero seguía sin mencionar a Hippie.
“A las 5:36 p. m. de ese mismo sábado, entrevistamos a la amiga. Ella sí cuenta qué pasó antes del hecho delictivo.
“Nos señala que la fallecida le pidió un cigarro de marihuana y que salieron a consumirlo. Luego se dirigieron a la vivienda del novio de Urbina. Comparten socialmente y, en ese lapso, un sujeto conocido como Hippie llegó a la vivienda.
“Él y Luany se retiraron del lugar como consecuencia de una transacción comercial: hubo un intercambio de dinero por un servicio. Fue una actividad pacífica. Hippie se va con la joven, pero, poco después regresa a la vivienda para darles dinero para que sigan comprando licor y para decirles que se iba a quedar con Valeria”.
“La amiga (Urbina) relató que no lo vio arañado”, describió Espinoza.
Reprochó: “Esa fue la primera vez que escuchamos a Hippie. ¡Cien horas después de la desaparición! Ya habíamos hablado con la mamá y nunca nos dijo nada de Hippie”.
Lo anterior pese a que el jueves 11, en un momento no determinado, Hippie fue abordado por la comunidad y vapuleado, contó Espinoza.
“Lo llevaron al salón donde trabajaba la mamá y, pese a todo, el sujeto mantenía la versión de que la había dejado a las 3 a. m. del miércoles (10 de junio) en la alameda. Eso significa entonces que la mamá sabía quién era Hippie, lo que siempre llamó la atención fue porqué no nos lo mencionó“, señaló.
Retomando la pesquisa, ante esa nueva información, los agentes se inclinaron en conocer más y ubicar a ese sujeto. “Para ese momento llevábamos entre 15 y 17 acciones policiales”.
El lunes 15 de junio, en horas de la mañana, los agentes secuestraron el celular de Luany, el cual fue encontrado en un negocio en San José centro.
“Estaba en un taller de reparación (...) La persona que lo estaba reparando verificó que aparecía una imagen de Luany. Se contactó con el OIJ, nos desplazamos y secuestramos el teléfono”, relató.
La noche de ese día, el hermano de Luany ingresó a la casa en la que habían visto a Luany por última vez y, al observar tierra removida en el patio, comenzó a escarbar. Allí estaba la muchacha muerta de siete puñaladas.
La autopsia, apuntó Espinoza, señaló que la muchacha tenía entre cuatro y seis días de desaparecida, lo cual, a criterio del jerarca, significa: “Es altamente probable que, cuando se puso la denuncia, ya la joven había sido asesinada”.
Otro factor que reveló el examen forense es que Luany fue enterrada inmediatamente después de haber sido apuñalada.
“Fue envuelta en plástico de construcción, de esos que son grandes, duros. El cuerpo fue enrollado, fue hecho como una especie de puro y estaba envuelto en cinta adhesiva. No tenía larvas”.
‘El OIJ no es una policía que invente o mienta'
Como parte fundamental de su exposición ante los diputados, Espinoza aseguró que el OIJ “no es una policía que invente o mienta, que sale a tontas y a locas a buscar personas”.
Agregó: “No es una Policía vagabunda; es una Policía técnica y profesional. Estos temas me enervan mucho por una sola razón: porque atacan la imagen de una policía que tiene 46 años de trabajar, que forma parte de un sistema democrático y que lleva esperanza a las personas. Cuando se ataca al OIJ en circunstancias no válidas, se ataca parte del Estado”.
Espinoza indicó que estas afirmaciones no significan que no reciben comentarios sobre su trabajo; por el contrario “estamos abiertos a escuchar sugerencias y consejos”.
Admitió: “La gente puede enojarse con nosotros y nos gusta porque nos permite crecer y mejorar, pero cuando se convierte en un show es realmente doloroso porque ni siquiera hay posibilidad de defensa”.
Colaboró en esta información el periodista Aarón Sequeira.