En este mes de tantas compras y trajines, los conductores deben tener en cuenta que bajarse del carro en el parqueo de un centro comercial, confiando en que activó el cierre central de las puertas, ya no es tan seguro, pues esa señal pudo haber sido interferida.
En cuestión de minutos, a Eduardo Jarquín, vecino de Tibás, le robaron una computadora valorada en más de ¢700.000 cuando estacionó su vehículo para un mandado rápido en el parqueo de un local de manualidades en La Florida.
Aunque cerró las ventanas y luego de bajarse escuchó el clic, al activar con la llave el cierre central de las puertas, los delincuentes, que estaban al acecho en el parqueo, bloquearon esa señal de cierre automático y apenas lo vieron entrar al negocio, en compañía de su madre, le abrieron el carro y le robaron la computadora personal.
Se trata de un artefacto electrónico similar a un pequeño Walkie Talkie que tiene un alcance de aproximadamente 50 metros, de modo que los delincuentes se estacionan en otro carro cercano o incluso uno de ellos camina por la zona con el inhibidor de señal y cuando ven acercarse un carro lo activan.
Sin necesidad de observar directamente al conductor que llega, mantienen activo el inhibidor por un lapso, de modo que se genera un “ruido” de frecuencias que bloquea el cierre central de los carros que estén cerca.
Por eso la Policía recomienda a los conductores jalar la manija de la puerta al llegar a un lugar riesgoso o cuando se deja el carro en la vía pública, para asegurar que se cerró. Una vez cerrado el vehículo, esos inhibidores no lo pueden abrir.
Los delincuentes suelen primero medir las debilidades del lugar, por ejemplo si hay guardas de seguridad o cámaras de video. En el caso de Jarquín eran tres tipos, uno de ellos activó el bloqueo, otro siguió al conductor para informar a su cómplice sobre los movimientos que hizo y un tercero los esperó en otro vehículo, listo para la huida.
“Yo entré a hacer unas compras con mi mamá, estacioné el carro y apliqué el cierre central. Cuando volví al carro no me percaté del robo y fue hasta que llegué a la casa cuando vi que la computadora no estaba”, dijo Jarquín.
La astucia de los sujetos es tal que, para no evidenciar el robo, dejaron el estuche de la computadora en el asiento y se la llevaron con todo y cargador en una bolsa plástica, de modo que cuando el conductor volvió al carro con su madre, creyeron que el dispositivo electrónico estaba en su lugar.
Fue cuando llegó a su casa y al bajar su ordenador vio que solo estaba el estuche. En medio de la confusión mental del inicio, determinó luego que le habían abierto el carro.
Se preguntaba cómo fue, si ninguna puerta ni ventana estaba forzada. Sin embargo, al mismo tiempo que él activó el cierre central, otro sujeto bloqueó la orden, según pudo constatarlo luego.
Al día siguiente, apenas abrieron el negocio, Eduardo llegó y pidió ver el video de seguridad, donde en efecto se nota a un sujeto con un dispositivo en la mano que le sirvió para bloquear la orden electrónica de cierre y perpetrar el robo.
Se ve al sujeto acercarse, abrir una de las puertas traseras y cometer el acto delictivo. Luego se le ve salir caminando del parqueo, con una bolsa en la mano.
Pese a que Jarquín presentó la denuncia al Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y llevó el video, afirma que la investigación del caso no prosperó y perdió la computadora recién comprada.
Sin embargo, tras recibir varias denuncias por tachas de vehículos, en las que los ofendidos manifestaban desconocer cómo habían logrado sustraer sus bienes del interior de los carros, el OIJ comenzó una investigación que luego de dos meses rindió frutos.
La semana trasanterior agentes judiciales de la división de Hurtos del OIJ detuvieron a tres hombres como sospechosos de participar en al menos cuatro tachas de vehículo con ese método.
Captura
Durante la investigación se logró determinar que los sospechosos viajaban en un automóvil y utilizaban un dispositivo para interrumpir la orden electrónica que va del control remoto al cierre central de las puertas, y así ingresar sin tener que manipular el llavín.
Se logró darles seguimiento y detenerlos en uno de los robos cerca de Plaza del Sol, en Curridabat.
El OIJ determinó que parqueaban el carro en el que viajaban cerca del de la víctima, un sujeto permanecía en el vehículo, el segundo montaba vigilancia y el tercero abría el automotor seleccionado para el robo.
Los tres nicaragüenses detenidos son de apellidos Tercero Mora, de 38 años; Martínez Rivera, de 43, y González Marenco, de 27, los cuales fueron pasados al Tribunal de Flagrancia.
La investigación continúa, pues el OIJ no descarta su participación en otros hechos similares.
La Fiscalía de Flagrancia del II Circuito Judicial de San José (Goicoechea) solicitó al Juzgado dejarlos presos y el Juzgado así lo acogió el pasado 4 de diciembre.
Los tres imputados fueron sorprendidos en plena acción y se encuentran en prisión preventiva por 15 días, plazo máximo en los procesos de flagrancia, caracterizados por una rápida acción penal.
Estaba previsto que los detenidos acudieran a una audiencia de continuación, el pasado 17 de diciembre en el Tribunal de Flagrancia de Goicoechea. Ahí se definiría si aceptaban los cargos que se les atribuyen a cambio de una pena menor o si, por el contrario, deciden ir a juicio. El resultado de esa audiencia no trascendió.
El caso se investiga en la causa 20-000800-1092-PE.
De igual manera, este 10 de diciembre se detuvo a otro sujeto en San Rafael Abajo de Desamparados, de apellidos Mora Campos, de 29 años, por dos delitos similares perpetrados en un parqueo de un centro comercial en San Francisco de Heredia.
Mora estacionaba el carro cerca de donde estaban sus víctimas y al parecer les sustraía los artículos que tenían en el auto. La Policía Judicial le allanó la vivienda.
Penas
De acuerdo con el abogado penalista Alfonso Ruiz, este delito se enmarca dentro del hurto agravado que, según el artículo 209 del Código Penal, dispone castigos que en algunos casos pueden ser de hasta 10 años de cárcel, dependiendo del monto de lo robado.
Según Ruiz, si lo hurtado son cámaras o equipos que valen más de ¢2.251.000 la pena va de 1 a 10 años, ya que la ley así lo dispone cuando el valor de lo robado exceda en cinco veces el salario base que para este año es de ¢450.200.
Si lo sustraído tiene un costo menor a ese monto, las penas van de 1 a tres años.
Estas sanciones aplican para quien abra el carro con mecanismos electrónicos, así como con ganzúa, llave falsa o la llave verdadera que pudiera haber sido robada al dueño, entre otros.
De igual manera, las penas aumentan si a una misma persona se le atribuyen varias tachas.
Fuerte caída en denuncias
La cantidad de denuncias por tachas hasta el 8 de diciembre de este año es de 2.793, cifra que baja en un 31% por ciento en relación con las 4.073 del año pasado.
La restricción vehicular sanitaria y el teletrabajo surgidos este año debido a la pandemia por covid-19, hacen que menos personas lleven sus carros a lugares de trabajo, centros de estudio y lugares turísticos, lo que repercute en menos hurtos a vehículos.
Generalmente los tachadores actúan entre las 6 p. m. y las 11 p. m. y los viernes son los días de más denuncias.
La mayoría de las sustracciones a vehículos ocurren en la Gran Área Metropolitana, que es donde se concentra la mayor parte de la población.
Tradicionalmente, entre los puntos más apetecidos están San Pedro de Montes de Oca, donde se concentran varias universidades y los estudiantes portan computadoras y otros dispositivos electrónicos.
Los informes del OIJ también dan cuenta de que en zonas turísticas como Manuel Antonio, en Quepos; Jacó de Garabito o bahía Ballena, en Osa, los ladrones buscan cámaras fotográficas o de video, celulares, binoculares y otros bienes que algunas veces los turistas llevan en sus carros.
El año pasado, de las 4.073 denuncias, la modalidad más frecuente fue ruptura de vidrio con 1.490.
FUENTE: OIJ y MSP || DISEÑO / LA NACIÓN.