Batán (Limón). “Cuando estoy en el OIJ (de Batán) con la secretaria poniendo una denuncia, diciéndole que me robaron y eso, al ratito llegó un agente y me dijo: ‘Permítame la cédula’. Se la di, se metió y al ratito vino y me dice: ‘Está detenido’.
”Digo: ‘¿Por qué estoy detenido yo?’. Me dice: ‘Tiene un problema del 96. Usted es reo rebelde’. Le digo: ‘Usted se está metiendo en problemas conmigo porque yo nunca he tenido problemas con la justicia’. Me dice: ‘Eso dicen todos. Vamos adentro para huellas’. Como a los 15 minutos llegó el cajón, me pusieron esposas y me llevaron a Limón”.
Carlos Luis Rojas Rodríguez, un peón bananero de 55 años, narró así cómo se inició el momento más amargo de su vida, que lo llevó a estar preso de manera ilegal, según lo determinó la Sala Cuarta al resolver un recurso de hábeas corpus, donde se verificó que lo confundieron con otra persona casi del mismo nombre y que tiene abierta una causa por tenencia de marihuana para el tráfico.
En la sentencia constitucional, emitida el 30 de setiembre pasado, se dice: “Se cometió una grosera infracción a la libertad personal del aquí amparado (...), y, pese a que el tutelado contaba con datos distintos (número de cédula, nombre de madre, etc., diferentes al homónimo contra quien se instruyó la causa penal), la autoridad recurrida lo mantuvo en prisión preventiva 28 días, del 14 de agosto hasta el pasado 12 de setiembre”.
Por esta situación, la Sala IV condenó al Estado a pagar daños y perjuicios.
En consecuencia, el abogado Óscar Guerrero Alemán presentó, a nombre de Carlos Rojas, una demanda en la vía contencioso-administrativa.
“Se le dañó su imagen, su familia quedó al desamparo y perdió el trabajo. El Estado fue responsable, y ahora debe resarcirlo económicamente”, manifestó Óscar Guerrero.
Golpe moral. “No soy un carajillo, y pasarme esto ahora... Nunca fumé marihuana, y, al final de cuentas, ya siendo viejo, me salen con esto de venta de marihuana, que daña la salud. Todo eso me da vergüenza”, expresó Rojas, quien vive en el poblado de Luzón, en Batán de Matina, Limón.
Su casa, que es de madera, se la donó hace tres años el programa Un techo para mi país .
“Desde jovencito me ha gustado el trabajo. No me gusta andar agarrando lo que no es mío. Saqué quinto de la escuela de Pacuarito (Siquirres) y de ahí me tiraron a Limón. No saqué sexto. Mi tía sacó un permiso del patronato (para trabajar), un carnecito blanco, y anduve en construcciones. Cuando tuve cédula me tire a las bananeras”, añadió Rojas, quien es casado y tiene tres hijos (dos mayores y uno de 13 años).
Dijo que fue al OIJ de Batán pues, el 13 de agosto, cuando llegó de trabajar, encontró saqueada su casa. Los ladrones se llevaron la cocina, el cilindro de gas, comida, zapatos y una colcha.
“Ese día (14 de agosto, un día después del robo), yo fui porque me robaron a mí; si no, no hubiera ido”, argumentó.
El peón bananero asevera que aquel momento fue muy difícil.
“Eso de ponerme las esposas y meterme ahí... Yo les dije: ‘Es que yo no soy ese’, pero me decían: ‘Espere, espere’, y esperé 28 días. Me sentí muy mal con mi familia. Tuve que enjaranarme para comida y todo eso.
”Ahora, diay, conseguí trabajo en la bananera y he estado pagando poquito a poquito”.
Empero, salir de prisión también significo un rechazo en el barrio. “Antes, aquí me hablaba todo el mundo. Ahora ni me hablan ni nada. Me ven como un delincuente, como algo de que yo anduve seguro robando. De todo eso han regado bolas: que me habían metido 18 años de cárcel, que me habían agarrado marihuana, pero nadie sabe por qué yo estuve ahí”, añadió Rojas.
Descargo. Marta Iris Muñoz, jefa de la Defensa Pública, expresó que, en este caso, la defensora Laura Solano Acevedo actuó de una forma diligente.
“Ella visitó al imputado el 8 de setiembre, cuando se percató que esa persona no era la persona requerida. Realizó las gestiones para poner en conocimiento el grave error cometido”, explicó.
Agregó que presentaron el hábeas corpus y pidieron al tribunal de Limón dejarlo en libertad. “Ese día sentí una gran alegría. Cuando salí, abracé a mi señora y le dije: ‘Vámonos: no quiero estar mas aquí’”, concluyó Rojas.