Dos días después de que un hombre, de apellidos Sánchez Ureña, confesara que asesinó a Allison Bonilla Vásquez, las preguntas que rodean el caso son muchas, pero entre ellas resaltan quién es él, cuál era su comportamiento y cuáles eran sus costumbres.
En un recorrido que realizó un equipo de La Nación por Ujarrás de Paraíso, Cartago, donde vivían tanto el agresor como la víctima, los vecinos fueron directos: Sánchez, de 28 años y quien es conocido como Sukia, solía ser una persona aparte, antisocial y con un “gran gusto” por las muchachas más jóvenes que él, a quienes solía acorralar por redes sociales.
Precisamente, una de las muchachas a la que él contactó fue Allison Bonilla. Según recordó su tía, Xiomara Vásquez, el mensaje él se lo envió una semana antes del 4 de marzo, día en el que la joven desapareció cuando regresaba a su vivienda.
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Él le preguntó que por qué ella no le hablaba, que si le caía mal, a lo que la muchacha le respondió que no le caía ni bien ni mal “porque era una persona con la que nunca había tenido una conversación antes”, puntualizó Vásquez, quien agregó que, hasta donde tiene entendido, él se dedicaba a vender frutas en San José.
Otra de las jóvenes a las que supuestamente Sánchez contactó fue una hija de una lugareña llamada Cindy Valverde, quien también reside en Ujarrás de Paraíso. Esta muchacha tiene 17 años.
“Obviamente, uno escucha muchos comentarios, de que sí, que les llevaba ganas a las chiquillas y cosas así (...), a varias chiquillas del barrio, como mi hija, que tiene una edad parecida a la de Allison. Era con las compañeritas de crianza de Allison, se podría decir”, afirmó la mujer.
Detalló que, por ejemplo, su hija le contó que, “antes de lo de Allison (la desaparición), (él) era muy de estarle mandando ’Hola’ por Messenger (de Facebook). Ella lo bloqueaba y así, era como una necedad. Pero mi hija no le daba pelota. Ella siempre ha sido muy desconfiada y, más bien, cuando algo así pasa, inmediatamente me llama y me enseña”.
Agregó que “nunca tuvo la oportunidad” de reclamarle al sujeto puesto que, las pocas veces que lo veía, él iba en su carro.
Sobre este comportamiento, otra muchacha, quien pidió reservar su identidad por temor, dijo que sí es de “conocimiento del barrio” que él les escribía a las muchachas de forma insistente y hasta les pedía que se vieran. “Eran menores que él, no sé si menores de edad, pero sí menores que él”, dijo.
El pulpero del barrio, Víctor Sandoval, por su parte, contó que él siempre vio a Sánchez acompañado de muchachas que, asumía, eran “las noviecillas”.
“Siempre lo vi con noviecillas, siempre traía a muchachas que vivían hasta en otros lados o de aquí mismo, siempre andaba acompañado en ese sentido, siempre las traía”, dijo Sandoval, quien no ocultó su impresión por lo ocurrido.
Desde marzo dejó de salir
Pese a que, según los vecinos, una característica de él, desde niño, era ser solitario, se volvió “más antisocial” después del 4 de marzo.
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Para empezar, relataron, nunca se sumó a la búsqueda de la muchacha desaparecida y eso llamó la atención, ya que todo el pueblo estaba volcado en esa misión.
Sin embargo, mencionaron, no le tomaron tanta importancia y pensaron que podía estar con algún asunto personal, ya que, justo después de ese mismo día, dejó de salir de su vivienda. Algunos, de hecho, aseguran que no lo vieron más.
Una de las personas que conversó con este medio y quien pidió reserva de su identidad por ser cercana a la familia del sospechoso, dijo que Sukia “nunca más volvió a salir” de la casa donde, en apariencia, vivía con un hermano suyo.
En ese mismo sentido, Cindy Valverde relató que, en estos seis meses, lo vio pocas veces manejando su carro. “Pero poquísimas veces”, insistió.
“Iba ahí con su mal modo de siempre, porque él sociable no era. Siempre andaba malencarado”, dijo.
Sin embargo, ella sí se percató de que, después del allanamiento que hizo la Policía Judicial en su casa a finales de marzo, el comportamiento de Sánchez fue más hermético aún. “Desde que lo allanaron no lo volví a ver más”, puntualizó.
Un antes y un después
Desde la desaparición de Allison, el pueblo ya no es el mismo, y de eso los lugareños están conscientes. Antes, aseguran, era un lugar “muy tranquilo”; ahora, la tensión y la desconfianza reinan.
“Ahora, cuando se ve un vehículo que no es de la zona, uno se asusta. Cuando pasa gente que no es de la zona, aumenta la tensión. Ahora, uno espera que pase cualquier cosa aquí”, lamentó Cindy Valverde.
Otra lugareña fue más allá y dijo que la desconfianza ahora es “pareja”. “Sea un carro conocido o desconocido, ya uno desconfía, hay mucho temor. Todo es diferente”, dijo.
El pulpero Víctor Sandoval indicó que, en su caso, ha tomado medidas extremas, al no dejar salir sola “para nada” a su hija de 10 años. A duras penas, dijo, deja que la menor salga a jugar en la calle con sus amigos; eso sí, siempre vigilada.
“Ahora los papás estamos más atentos, todo cambió muchísimo”, concluyó.