Hacinamiento: ese es el primer problema que envuelve a las cuarterías. Sus administradores, quienes operan bajo la ilegalidad, no temen permitir el ingreso de cualquier persona mientras pague los ¢1.000 o hasta ¢5.000 que se cobra por noche.
Espacios insalubres: segunda problemática de estas estructuras. Debido a que operan sin tener los respectivos permisos sanitarios, sus administradoras no se preocupan tampoco por mantener una infraestructura adecuada, limpia y con servicios básicos.
Ambas problemáticas generan, entonces, condiciones “sumamente” precarias, las cuales, en este momento, vuelven “insostenibles” los aislamientos en seis cuarterías josefinas por el nuevo coronavirus.
Así lo dio a conocer, con expresa preocupación, Marcelo Solano, director de la Policía Municipal de San José, ante una consulta de este medio hecha dos días después de que un joven, cuya identidad se desconoce y que vivía en una cuartería del centro de la capital, muriera tras el diagnóstico positivo de covid-19.
Según dijo el jerarca policial, desde que llegó la enfermedad al país, han sido llamados a colaborar en la contención de ocho cuarterías; no obstante, dos de ellas ya salieron del confinamiento. Hasta este lunes, persisten seis casos activos y calculan que hay cerca de 300 afectados que deben guardar aislamiento.
En cada cuartería, indicó, hay al menos un caso confirmado de nuevo coronavirus. Pero, por ser sitios “sumamente hacinados”, es que al resto de ocupantes de las cuarterías se manejan como casos sospechosos y por eso se obliga a un confinamiento de, al menos, 14 días.
No obstante, recalcó, el aislamiento en esos sitios es difícil:
“Las edificaciones no necesariamente tienen las condiciones para que las personas habiten durante todo el día, porque se tratan exclusivamente de puntos de dormida.
“Cuando se indica que deben permanecer ahí adentro por un plazo de al menos dos o tres semanas, empieza el problema logístico”, agregó.
Los ánimos se exacerban, puesto que no tienen ni siquiera comida y ahí es cuando buscan salir de las cuarterías, sin tomar en cuenta el riesgo para la salud social y que se irrespetaría la orden sanitaria impuesta.
Apuestan por la responsabilidad
Daniel Salas, ministro de Salud, indicó que, efectivamente, estas estructuras que operan de forma clandestina son un “factor importante en medio de la expansión del covid-19″.
Por ello, añadió en la conferencia de prensa brindada este mediodía que cada vez que tienen conocimiento de un caso de esta enfermedad en una cuartería abordan el caso y activan el protocolo, entre lo cual está el hacer tamizajes al resto de ocupantes.
En paralelo, Solano detalló que ellos son llamados para dar contención.
“La primera actividad que hacemos es hacer un cerco policial, que tiene como objetivo garantizar al menos dos metros de distancia a quienes lleven los alimentos u otros suministros que les da el Gobierno y personas que les hacen mandados a los afectados.
“Se busca, además, evitar que personas que van transitando por la calle y necesiten hospedaje, ingresen sin conocer que hay casos sospechosos de covid-19″, explicó.
Entonces, una vez hecho eso, se comienza con la entrega de suministros y con la atención médica, agregó Solano.
Sobre esto último, indicó, Salud mantiene contacto telefónico con el responsable de la cuartería para que este le detalle cómo está todo adentro, le informe si alguien salió y le mencione las necesidades puntuales.
Cuando ya todo está relativamente controlado, la Policía Municipal comienza con las vigilancias remotas o con recorridos para cerciorarse de que nadie salga y que nadie entre.
Detalló que dos de esas estructuras son vigiladas por medio de cámaras municipales, mientras que las otras cuatro son custodiadas por medio de monitoreos que hacen ellos u oficiales de la Fuerza Pública.
No obstante, debido a un tema de recurso humano, la Policía Municipal no puede brindar presencia las veinticuatro horas del día y es por ello que, también, apuesta por la responsabilidad individual.
“En una ocasión nos alertaron porque un vehículo llegó a descargar materiales de construcción en una cuartería y esa persona que llegó ni siquiera sabía que estaban en cuarentena. Él fue llamado porque los administradores querían aprovechar el encierro para mejorar el sitio
“Y no, el confinamiento es para descansar, así que apelamos a que las personas asuman esa cuota de la tarea y que entiendan que salir es exponernos a todos ”, reprochó.
De momento, agregó, no ha sido necesario trasladar a ningún habitante de cuartería a algún albergue.
Policía Municipal: ‘Cerrar las cuarterías es contraproducente'
Luego de que se diera a conocer que un joven que vivía en una cuartería, falleció y padecía covid-19, las miradas se volcaron a estas estructuras consideradas por las autoridades como bombas de tiempo.
Surgió la interrogante de porqué no clausurar esos sitios; sin embargo, Marcelo Solano, director de la Policía Municipal, tiene una postura sumamente clara: “Cerrarlas es contraproducente”.
Él mencionó que las personas que están allí son, generalmente, constructores, operarios, servidoras domésticas, trabajadoras informales, desempleados y hasta drogadictos.
Así que, a su criterio, si esto se cierra sin brindarles alguna otra solución, lo que generará es tener a más personas en condición de calle.
Y, si a eso se le suma que las cuarterías tienen entre 15 y 60 personas, en promedio, “la situación se agravaría y se generaría un problema tanto sanitario como de seguridad”.
¿Qué pasó con última cuartería con covid-19?
El Ministerio de Salud ingresó, la mañana de este lunes, a la cuartería josefina en la cual vivía el joven fallecido el sábado por nuevo coronavirus.
El objetivo de las autoridades fue hacer tamizajes y así conocer el estado de situación real de las 50 personas restantes que conviven en ese establecimiento que opera de forma ilegal.
La cuartería en cuestión está ubicada 100 metros al norte y 200 al este de la gasolinera La Castellana, en San José centro.
De momento, las autoridades sanitarias ordenaron un aislamiento para todas las personas que allí convivan, ya que, al vivir hacinados, todos son considerados como casos sospechosos de portar la enfermedad.
En paralelo, Salud pidió a la Policía Municipal cercar la cuartería para así evitar el paso de vehículos y de personas sobre la carretera que pasa al frente de esa estructura.
Todo este movimiento se dio a partir de que un joven, cuya identidad se desconoce hasta este lunes, llegó en estado de shock al hospital San Juan de Dios, procedente de esta cuartería. Él fue llevado hasta ese centro médico en estado grave por la Cruz Roja.
Pese a los esfuerzos médicos, él falleció al poco tiempo de ingresar. Después de morir, le hicieron una prueba para determinar si padecía de covid-19 y esta resultó positiva.
En medio de toda la situación, José Sandí, propietario de una mueblería cercana a esta estructura, se mostró preocupado, no solo por lo que significa el contagio, sino por cómo va a afectar esto su negocio.
“Últimamente, por el tema que tenemos con el covid-19 y todo eso, los negocios se han ido prácticamente abajo, incluyendo el de nosotros. (...) Nosotros estamos abriendo porque tenemos que hacerlo: mi familia depende de él”, concluyó.
Colaboró en esta información el fotoperiodista Alonso Tenorio.