Un empleado del Banco Nacional de apellidos Olivas Valle, de 47 años y quien figura como sospechoso del robo del ¢3.293 millones, guardaba en su casa ¢1,5 millones en efectivo, pero, además, joyas que podrían estar ligadas al caso, revelan documentos de la orden de allanamiento.
“Once anillos de color dorado con diferentes brillantes, perlas y también incrustaciones de piedras”, contabilizaron los agentes en la vivienda de este sujeto, en Goicoechea. También ubicaron cuatro relojes, tres de color dorado y uno plateado. El monto aún no se ha cuantificado.
En la vivienda, los agentes reportaron también el decomiso de “dos sobres de manila vacíos del Banco Nacional de Costa Rica. Un sobre de seguridad del BN abierto y vacío”.
Junto al dinero en efectivo, Olivas también tenía “una bolsa de seguridad para dinero del Grupo Proval (una empresa de seguridad privada) con la numeración H5000072983, además, una bolsa plástica grande transparente con el logo del Banco Nacional”, así como un sobre más de esa entidad bancaria “con la leyenda lotería premiada”.
Al desglosar el ¢1.544.500 encontrado en la casa, el informe policial indica que se trataba de 1.305 monedas de ¢500; 35 billetes de ¢20.000; 11 billetes de ¢10.000; 15 billetes de ¢5.000, dos billetes ¢2.000 y tres billetes de ¢1.000.
Olivas, quien desempeñaba funciones en la tesorería y quien al parecer devengaba un salario de medio millón de colones, es uno de los ocho sospechosos de la sustracción y el único de los imputados que tiene que descontar seis meses de prisión preventiva mientras el caso continúa en investigación.
El fiscal general, Carlo Díaz, informó que las grabaciones de la única cámara de seguridad que había en el recinto donde está la caja fuerte en la cual se guardaba el dinero, registró imágenes de Olivas con sobres de manila en sus manos, los cuales dan la idea de que tenían fajos de dinero.
En la orden de allanamiento se señala otro hecho curioso que ocurrió el 11 de octubre, siete días después de que, internamente, en el banco, se conociera el faltante de dinero.
Ese 11 de octubre, dos funcionarios, de apellidos Ugalde Morales, supervisor de Tesorería de Procesamiento de Efectivo, y Ramírez Sandí, supervisor de Procesamiento de Efectivo, revisaron las grabaciones de la cámara de vigilancia para rastrear el momento en que Olivas, el 26 de setiembre, tenía los sobres de manila con los fajos de billetes.
Estos compañeros de Olivas tenían labores de control contable y, de acuerdo con la orden de allanamiento, no solo no la realizaron, sino que omitieron las alertas correspondientes para ocultar el desbalance contable y el rastro delictivo que existía.
“Aspecto que viene a completar la posición fiscal sobre la existencia de una organización criminal, con roles y distribución de funciones cuyo objetivo tuvo la sustracción de dinero en efectivo del Banco Nacional, ya que a fin de cuentas hoy en día nunca denunciaron ni informaron los hechos delictivos de los cuales se impusieron”, señala el documento.
Pagaba lotería en efectivo
Randall Zúñiga, director del OIJ, aseguró que Olivas podría ser ludópata, es decir, que tiene una adicción patológica a los juegos electrónicos o de azar, al indicar que en las indagaciones se determinó que incrementó su gasto en lotería de ¢100.000 a ¢3 millones diarios.
Entre las pesquisas, los agentes secuestraron un “recibo de la Junta de Protección Social (JPS) de un comprobante de premios del 21-7-2023″.
Al jugar en numerosas loterías electrónicas, raspaditas, tres monazos, chances y otros, Olivas solía ganar algunos premios, dinero que se depositaba en su cuenta bancaria, lo que equivalía a un tipo de lavado de dinero.
En lo que respecta a la actividad de compra de lotería, los investigadores supieron gracias a una entrevista con un vendedor de lotería de la JPS que el hombre compraba esas cantidades de dinero.
“En dicha entrevista (…) manifestó conocer a Olivas Valle, ya que fue muy buen cliente. Relató que tiene aproximadamente dos años de conocerlo y dejó de comprarle lotería en mayo de este año; aclaró que, sin embargo, su hija ha podido observar al señor Olivas Valle comprando lotería en otros puestos de venta de lotería”, señala el expediente.
El sospechoso realizaba los pagos de lotería en fajos de billetes de ¢20.000 y ¢10.000 los cuales portaba en una bolsa plástica y los entregaba en un horario cercano a las 6 p. m. “debido a que esta era la hora límite que el vendedor de lotería tenía para hacer depósitos bancarios producto de las ventas diarias”, dice la orden de allanamiento.
Incluso, el fiscal general, Carlo Díaz, relató a este diario el viernes que algunas personas le habían preguntado a Olivas por qué si tenía tanto dinero para adquirir lotería, no se compraba un vehículo, ante lo cual, el funcionario del BN respondió que no era una persona materialista.
A pesar de que el resto de imputados están en libertad, el Ministerio Público indicó que apelarán para que guarden prisión preventiva.