
Durante el juicio que se siguió en contra del exsacerdote Mauricio Víquez, por delitos sexuales, los relatos de las vejaciones fueron el principal elemento para que el tribunal condenara. Para los jueces, Josué Alvarado, la víctima, es un adulto relatando hechos traumáticos que vivió siendo niño. Debido a que han transcurrido casi 20 años de los hechos, estimaron que es imposible pedirle precisión en todo lo ocurrido.
El ofendido siempre estableció que todo comenzó para vacaciones de medio periodo del 2003, cuando tenía 11 años. Los jueces dieron por aceptado su relato, no solo por la consistencia, seguridad y emotividad con que declaró durante el debate, sino porque en todas las instancias ha sido consistente.
Alvarado presentó la denuncia en el 2018, luego de escuchar en televisión que se seguían varias causas contra Víquez. Fue ahí cuando recordó aquellos hechos y se animó a denunciarlos pese a que habían transcurrido 15 o 16 años de los vejámenes.
La necesidad económica lo llevó a pedir trabajo en la parroquia. Conversó con el padre Víquez, quien le dijo que podía recoger hojas, lavarle el carro y limpiar la iglesia. Primero comenzó pagándole con diarios para su casa, lo cual le resultaba muy valioso porque eran ocho hermanos y la madre no vivía con ellos.
En tres ocasiones Alvarado sufrió agresiones sexuales. La primera vez, Víquez vio que el niño tenía cicatrices en el abdomen y le pidió que se las mostrara, esa vez aprovechó para tocarle partes íntimas.
En otra ocasión a la familia le cortaron la luz. Esa vez el padre le dijo que no había trabajos por hacer; sin embargo, cuando Alvarado se disponía a retirarse, el cura lo llevó a un dormitorio donde le dijo que le hiciera masajes en el pecho. Como el niño ya le había hecho masajes terapéuticos a su abuelo, no le pareció raro, pero luego Viquez le obligó a practicarle felaciones.
La tercera vez, el menor ocupaba dinero para un paseo de la escuela de Guatuso de Patarrá y fue ahí cuando el cura lo violó a cambio de darle la plata, explicó la jueza en su sentencia.
Apelarán sentencia
Rafael Rodríguez, abogado de Víquez, expresó que además del recurso de apelación, al que acudirán, está el de casación, que también usarían en caso de ser necesario, una vez que analicen la sentencia integral.
Añadió que en la síntesis los jueces dicen que no hubo inconsistencias, cuando para él sí las hubo. “No hay verdades a medias, la verdad es una. El Tribunal acreditó que uno de los hechos, que inclusive es el más grave que se había acusado, no se dio, porque se determinó que el cura párroco no estaba en la casa cural en esos momentos”, afirmó.
Agregó que quedó demostrado que Víquez no estaba en agosto y setiembre por lo que el segundo hecho que el Tribunal tiene por acreditado no es válido, pues en el juicio se dijo que ocurrió en la segunda semana de agosto.
Rodríguez afirma que le enseñó a Víquez una foto del muchacho que lo denunció (Alvarado) y el excura insistió en que no lo conoce. “El está tranquilo y dice que esperaba una situación diferente por parte del Tribunal”, puntualizó el abogado, quien dice que asumió el proceso con más de 12 causas, de las que solo una logró llegar a juicio.
Precedente y perdón
Para Rodolfo Alvarado, defensor de la víctima, el fallo fue apegado a Derecho. Está satisfecho por la sentencia de 20 años. “Es una persona (Víquez) que le ha causado mucho daño a muchachos jóvenes en su formación. Se crea un precedente y eso era lo que se pretendía. Demostramos que en ningún momento la persona que denunció los hechos llegó a mentir ni a falsear la verdad, pues es un hombre sincero y honorable.
Por su parte Alvarado Quirós, afirmó que desde que realizó la denuncia su expectativa era positiva, pues siempre dijo la verdad. “No llegué buscando remuneración alguna” dijo el querellante, quien agregó que perdona al exsacerdote, pues desconoce las circunstancias que lo llevaron a hacer eso con él y con otros niños. “A pesar de esos errores lo perdono, porque todo ser humano está propenso a cometer algún error”.
Agregó que poco a poco ha sanado sus heridas. “Con el fallo sentí una liberación total, el fantasma que me acarreaba desde los 12 años desapareció y puedo darle vuelta a la página de mi libro”, sostuvo.
Agradeció a su esposa el apoyo ante lo vivido y también a Anthony, Michael y Carlos, monaguillos de aquella época, quienes en el 2018 tuvieron el valor de denunciar y que este miércoles estuvieron a su lado en la sala 1 de San José, donde se condenó a Víquez.
Anthony Venegas dijo que conoció a Alvarado en la parroquia y luego fue parte de la lucha por buscar justicia. “Ha sido una lucha muy importante que nos ha retado en muchos aspectos y es inexplicable la satisfacción por lograr justicia. Siempre he querido ser como una fuente para la gente que no se ha decidido a denunciar y el mensaje es para buscar sanación y justicia”, afirmó.
Carlos Muñoz, otro de los exmonaguillos que conoció a Víquez cuando llegó a Patarrá en 1996, dice que se liberó al escuchar el fallo, pues era un tema que desde pequeños los afligía y que a través de Alvarado se les hizo justicia. “Espero que para la Iglesia sea una forma de abrir los ojos y darse cuenta de que dentro tienen ciertas personas que de una u otra forma hacen daño. Deben asumir su responsabilidad y llevar a esas personas a la justicia”, puntualizó.
